Capítulo 34

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ZAIA

–Zaia, ¿todo bien? –Levanto la vista hacia mamá mientras corto las papas para la cena.

–Por supuesto, ¿por qué lo preguntas? –Sonrío. Mamá parece preocupada mientras trenza el cabello de Sia en la mesa de la cocina.

–No cocinas a menos que tengas mucho en la cabeza –dice con una mirada de comprensión.

Regresé ayer por la mañana y, aunque le conté todo lo relacionado con Valerie, evité decirle lo que sucedió entre Sebastián y yo.

No sé por qué, pero sé cómo desaprobaría que pasara la noche con él, y eso solo me haría sentir peor...

Mi corazón se aprieta al recordar esa mañana...

(FLASHBACK)

Mis ojos se abren lentamente y me encuentro envuelta en calidez. Me acurruco contra la pared dura de músculos detrás de mí cuando me tenso. ¿Pared de músculos?

¡Sebastián!

Estoy a punto de apartarme cuando me doy cuenta de que mi cabeza está sobre su brazo, su mano apretando mi pecho, su otro brazo firmemente alrededor de mis caderas, sosteniéndome con fuerza contra él...

Está dormido, puedo saberlo por los latidos regulares de su corazón...

–Duerme, Zorrita... –murmura, enterrando su rostro en mi cuello–. Hueles bien...

Solía abrazarme así siempre...

No quiero levantarme. Por un breve momento, quiero disfrutar del calor y la comodidad que su abrazo me ofrece...

La irritación por mi débil resolución me hace mirar con odio la pared, y lentamente me libero de su abrazo. ¡Tengo que asegurarme de no volver a caer en esta situación nunca más! Necesito irme...

(FIN DEL FLASHBACK)

–Zaia, querida, por favor respóndeme –dice mamá, haciéndome mirar por encima del hombro hacia ella.

–Valerie –miento, aunque no del todo. Valerie ha estado en mi mente, y he estado investigando un poco.

–Oh, estás pensando en la terapia, ¿correcto?

Sonrío.

–Sí, se podría decir. Sé que en esta época las prácticas de nuestros ancestros no se implementan en absoluto, pero siento que estoy cerca de algo.

–Oh, no tengo ninguna duda. Entonces, ¿Jai va a pedirle a Sebastián que permita que traigan a Valerie aquí? ¡Sabes lo terco que es! –dice mamá con disgusto.

–Lo sé, pero espero que por Jai, lo escuche –respondo brevemente. He dejado claro que no discutiremos sobre Sebastián frente a los niños, especialmente no de manera negativa.

Cierro los ojos, esperando que no haya notado mi tono, y si lo hizo, que lo atribuya a mi irritación con Sebastián.

Miro mi reflejo en la ventana de la cocina, preguntándome quién querría separarnos. ¿Quién está tan empeñado en hacernos daño?

–No dejes que te afecte, Zaia, no es tu culpa que no supieras sobre Valerie –dice mamá mientras Sia se desliza del taburete y camina hacia mí.

–Mira, mamá, hice la luna –dice, dándome una sonrisa adorable mientras sostiene su dibujo.

Me agacho y lo tomo de sus manos.

–Oh, ¡es hermoso! ¿Lo colgamos en algún lugar? –le pregunto. Ella inclina la cabeza, pensando profundamente.

Yo soy la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora