Capítulo 60

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ZAIA

La cara de Annette palidece mientras mira a Sebastian. —Mentiras. Completas mentiras. Mi hija está embarazada de ti, Alpha—. Le tiembla la voz, pero la miro con dureza. ¿De verdad se lo cree?

Sebastian la mira impasible y arquea una ceja. —Deberías decirle a tu hija que deje de mentir. Ahora vete. Si desea hablar conmigo, puede reunirse con ella dentro de dos días—. Dice despectivamente.

Miro a los guardias, mis ojos brillan, y sé que mi lobo ha vuelto a salir a la superficie por el miedo y el nerviosismo en los ojos de los guardias. —Escoltadla fuera—.

—Sí, Alfa—. Responde uno de ellos, inclinando la cabeza hacia mí antes de hacer un gesto a los hombres que habían venido con ella para que la sacaran.

—Y una cosa más... Quiero que los ocho se presenten en la casa de la manada a las ocho de esta noche. Hablaré con todos ustedes allí—. Digo en voz baja.

Una tensa ola de inquietud nos rodea, y me cruzo de brazos. —Sí, Alfa—. Murmuran al unísono.

—Mis hombres estarán de guardia—, dice Annette, con la voz temblorosa por la rabia.

—Alguien más tendrá que cubrirlos, no hay excusas—, digo antes de darme la vuelta. Mis ojos se cruzan con los de Sebastian, que sonríe satisfecho, pero tiene un brillo sexy en la mirada que me da vértigo.

Me mira mientras Annette se marcha y estoy a punto de volver a entrar cuando me agarra del brazo y me tira hacia atrás, mirándome.

Le dirijo una mirada inquisitiva, negándome a ser la primera en apartar la vista mientras contemplo sus preciosos ojos penetrantes que me devoran con facilidad.

—¿Por qué es tan jodidamente sexy que te pongas en modo Alfa con esos gilipollas?— Murmura: —Es tan jodidamente sexy verte actuar tan dominante.

Es un encanto. Levanto una ceja, echándome el pelo hacia atrás. —No sabía que te gustaba una mujer que fuera dominante ¿No me digas que te gusta ser sumiso?—, le susurro burlona y sonríe.

—No te precipites, cariño, una mujer que no se doblega ante un hombre es mucho más satisfactoria de conquistar—. Pongo los ojos en blanco. —Mhmm, tus habladurías no funcionarán conmigo—, susurro, pero no sueno tan segura.

Recorre el jardín, ahora vacío, antes de acercarse y rozarme la oreja con los labios. —¿Estás segura? Porque estoy seguro de que si deslizo mis dedos entre tus sensuales muslos, podrían quedar empapados.

Me arden las mejillas, se me aprieta el corazón y me doy cuenta de que, una vez más, ha ganado el juego. Lo fulmino con la mirada y me suelto. —Ya te gustaría—, digo con altanería antes de volver a entrar.

Se ríe entre dientes y yo me detengo al ver a Jai apoyado en el marco de la puerta, sonriendo divertido. —Miren a los dos. Parece que están subiendo la temperatura.

—Nada de eso—, le digo, pasando a su lado.

—Obviamente que sí—. La respuesta arrogante de Sebastian viene de detrás de mí.

—¿Qué está pasando?— pregunta mamá. Se queda callada y me doy cuenta de que está visiblemente enfadada.

Me acerco a ella y le toco los hombros. —Nada que no podamos manejar. Anoche pasó algo. Tengo que hablar con papá y preguntarle qué pasa.

—Dice que su hija está embarazada—. Susurra mamá, mirando a Sebastian con suspicacia.

Se me aprieta el corazón, y un pensamiento repentino asalta mi mente. Mamá siempre ha sido negativa y desconfiada con Sebastian.... ¿Se convirtió inconscientemente en la razón por la que nunca preZioné para obtener respuestas en aquel entonces? Me distancié de mamá, y rara vez la visitaba porque siempre era negativa cuando lo hacía...

Yo soy la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora