Capítulo 73

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VALERIE.

DÍA DE AÑO NUEVO HACE MÁS DE CUATRO AÑOS

—Es muy tarde. —Me masajeo la nuca mientras entro en mi apartamento. Habíamos dejado la manada de la Montaña Susurrante después de medianoche y el viaje no fue demasiado corto.

Bostezo y hago una pausa para estirarme cuando oigo el leve crujido de una tabla del suelo, que me deja helada. No es una noche de tormenta violenta como para que el viento haga crujir el apartamento.

Inclino la cabeza, pero no hay nada más y casi sonrío. ¿Por qué estoy tan paranoica? Camino hacia la nevera, agarro una botella de agua, la bebo de un trago y miro unos papeles. Tengo trabajo por la mañana.

Me siento en el mostrador y hojeo uno de los informes de una gran operación que tenemos mañana cuando creo oír algo nuevamente.

Inclino la cabeza y hago una pausa. En realidad, estoy imaginando cosas. Niego con la cabeza. Bueno, debería ducharme y acostarme. También necesito quitarme este vestido.

Me levanto y camino hacia el dormitorio. Suspirando, pienso en todo lo que ha pasado con Zaia. Odio cómo la vida la ha tratado mal. Desearía poder hacer más por ella.

Seguiré enviándole el antídoto y seguiré haciéndole análisis de sangre, pero no es suficiente. ¡Maldito alfa estúpido!

¡Esa perra estúpida de Annalise!

Karma. El karma les morderá el trasero.

Camino hacia mi dormitorio y me detengo cuando lo veo entreabierto. Es extraño, estoy segura de que cerré la puerta cuando salí. Recuerdo específicamente haber guardado mi vestido dentro y luego abrirla, sacar el vestido y volver a cerrarla...

Niego con la cabeza mientras entro y enciendo la luz. Oscuridad. Gimo de fastidio. —¿Tengo siquiera una bombilla de repuesto?— ¡Esta noche no es mi noche!

Estoy a punto de darme la vuelta para salir de la habitación cuando veo un ligero movimiento con el rabillo del ojo. Por reflejo, me doy la vuelta bruscamente y se me cae el alma a los pies cuando veo al hombre alto y enmascarado que está de pie en la esquina detrás de la puerta. Lleva ropa holgada, la capucha puesta, la cabeza agachada y en sus manos enguantadas sostiene... un martillo.

Nos movemos al mismo tiempo y yo agarro de inmediato la pequeña mesa de tocador que está junto a la puerta, la levanto y la arrojo hacia él con todas mis fuerzas. Él se agacha y la mesa sale volando contra la pared del fondo.

Me doy vuelta, sabiendo que no soy rival para él. ¡Tengo que avisar a seguridad!

Apenas he dado dos pasos fuera del dormitorio cuando él me agarra el vestido, me tira de nuevo hacia la habitación y cierra la puerta de una patada. Me agarra del pelo y me tira al suelo.

—¡¿Qué quieres?! —grito mientras caigo al suelo. ¡Joder, es fuerte! Estoy a punto de gritar pidiendo ayuda, pero su mano enguantada me tapa la boca—. Necesito asegurarme de que no seas un nacido de sangre —sisea.

¿Un qué?

Lo pateo y salgo corriendo. —¡No sé qué es eso! ¡Te equivocaste de persona!—, digo mientras me agarra del brazo y me arroja violentamente sobre la cama y se sube encima de mí.

El miedo me envuelve mientras lucho infructuosamente. —No luches contra mí y déjame ver si hay una marca o no. Puede que vivas—, gruñe. Esa voz suena tan... familiar...

—Si...si no soy a quien estás buscando, ¿me dejarás ir? —pregunto, con el corazón palpitando con fuerza, sintiendo sus fuertes muslos contra los míos.

Yo soy la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora