Capítulo 47

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SEBASTIÁN

Ha pasado una hora y ella no se ha despertado. Hugh es un imbécil, y lo que me enoja es que quiere que le explique todo primero, y lo hago, dejando solo unos pocos detalles fuera.

Lo que no menciono es el hecho de que contacté a Zaia o cualquier cosa relacionada con nuestro encuentro cuando tuvo su cena de ascenso. Tampoco menciono cómo planeamos trabajar juntos; en su lugar, digo que quería trabajar en el trato con ella para que me escuchara. Me había colado.

Ambos guardamos silencio cuando entra un médico y realiza algunos chequeos. Una vez que se va, Hugh me mira con desprecio.

—Puedo hacer que te arresten por allanamiento.

—De todo lo que te acabo de contar, ¿eso es lo único que se quedó en tu mente? —pregunto fríamente.

Él frunce el ceño.

—Sí. Aléjate de mi hija... Aunque hiciste cosas por ella, igual la lastimaste. Siento que realmente estás perdiendo el sentido común y convirtiéndote en una bestia que debería estar contenida dentro —dice con una mueca mientras se pone de pie y cruza los brazos.

Imbécil. 

—Annalise nunca fue secuestrada... sin embargo... ¿Descubriste de dónde se transfirió el dinero? Zaia nunca haría algo así. Ella es como su madre en ese aspecto. A veces pueden hablar con dureza, pero tienen... buenos corazones —termina secamente, claramente sin querer hablar de su exesposa.

Realmente no somos tan diferentes. Pero me hace preguntarme por qué se separaron; por lo que sé y he visto, la madre de Annalise no es tan hermosa como la de Zaia. Entonces, ¿qué vio en ella que lo hizo dejar a su pareja?

No soy el indicado para hablar. Salí casualmente con Annalise, aunque Zaia ya había captado mi atención antes que ella. Lo observo mientras reflexiono sobre sus palabras.

—Intenté verificar, pero no había señales de una brecha de seguridad en su cuenta ni nada, casi como si se hubiera hecho desde su propia computadora o teléfono —sacudo la cabeza. Todavía me desconcierta.

—Entonces, tal vez alguien que posiblemente tenga acceso a esos dispositivos y esté siempre cerca de ella —dice, mirándome con furia.

Frunzo el ceño.

—Y como tu hija no fue secuestrada, tiene que ser alguien que esté trabajando con ella —respondo fríamente.

Él me irrita. Levanta una ceja.

—Puede que sea mi hija, pero no soy yo quien la eligió por encima de Zaia —dice, atacando donde duele.

—Ya te dije...

—Sí, sí, me dijiste por qué hiciste lo que hiciste. Baja esa arrogancia, Sebastián, o terminarás siendo tan amargado, arrogante y odiado como tu padre —dice.

Realmente lo odia...

—¿Y es él la razón por la que siempre me has resentido? ¿Mi padre? —pregunto en voz baja mientras me levanto. Él no responde, apretando la mandíbula y girando la cabeza bruscamente. Frunzo el ceño. —¿Es eso? Responde, Hugh.

—La manzana nunca cae lejos del árbol —responde mientras me acerco a él, deteniéndome a un metro o algo así.

—Sin embargo, no todas las manzanas del mismo árbol saben igual. No soy mi padre y, si te sirve de consuelo, él tampoco me soporta. Especialmente desde que Zaia se fue.

Hugh arquea una ceja.

—Lo dudo mucho.

—Los Nacidos de Sangre; te he dicho todo. Ahora te toca a ti —digo bruscamente. No va a escapar de esta.

Yo soy la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora