ZAIA
Es la verdad, y en el momento en que esas palabras salen de mis labios, sé que siempre ha sido así, pase lo que pase.
Está sorprendido mientras me mira fijamente. Para alguien que ha estado coqueteando tan descaradamente conmigo, uno pensaría que no se habría sorprendido tanto.
Pero ahora mismo, se merece un poco de elogio. Me protegió. Asumió la culpa cuando yo también tuve la culpa, por nuestra separación. Yo los mantuve alejados de él, pero él no permitió que me afectara. ¿Cómo no amar esa confianza sexy y el dominio que irradia?
—Gracias —digo en voz baja. No estoy segura de si sabe por qué le estoy agradeciendo, pero no me importa. Le agradeceré de nuevo cuando tengamos un momento a solas.
Aparto la mirada, muy consciente de su brazo alrededor de mí. Cierro los ojos, atesorando este momento. Se siente completa, esta familia nuestra. Quiero esto... de alguna manera; lo quiero para siempre. Esto se siente tan perfecto.
—Sí, lo es —murmura.
Me quedo congelada, lo miro fijamente antes de darme la vuelta. Yo... ¿Lo dije en voz alta? Sacudo la cabeza para aclararme la mente y me vuelvo hacia él, pero termino a centímetros de su rostro. Su mirada se dirige a mis labios y trago saliva lentamente.
—Se van a besar —susurra Sia mientras se inclina más cerca de Zion, haciéndome retroceder, sonrojándome.
—¡No, no lo haremos! —digo, echándome hacia atrás mientras ellos estallan en risas—. Ahora, ¿qué tal si ustedes dos van a jugar? —sugiero, tratando de apartarlos de sus tontos pensamientos mientras Sebastian se sienta allí, claramente encontrando todo divertido mientras sonríe.
—¿Para que mamá pueda besar a papá? —pregunta Sia.
—Qué asco —añade Zion antes de volver a reír.
—No, para que papá pueda descansar —digo, sin atreverme a mirar al hombre en cuestión.
—Pero yo quiero quedarme con papá —dice Sia, haciendo pucheros de adoración hacia Sebastian, quien le devuelve la expresión con una sonrisa.
—Puedes quedarte —responde él. Mmm, parece que ella lo tendrá en sus manos muy pronto, o... tal vez ya lo tenga...
—¿Por qué tenemos que irnos? —pregunta Zion con tristeza.
— Porque tu padre todavía está un poco herido. Necesita descansar un poco —le explico mientras me levanto, muy consciente de la mirada de Sebastian recorriendo mis piernas.
Llevo una falda lápiz, con una camisola de seda metida por dentro, pero la forma en que sus ojos me ven es como si estuviera desnuda.
—Oh, no. ¿Cómo se lastimó papá? Nosotros cuidaremos de papá —dice Sia mientras toca la mejilla de Sebastian. Su mirada se suaviza y veo preocupación en sus ojos. Estoy segura de que ha notado su ritmo cardíaco.
Él le besa la frente y le toma las mejillas por un momento antes de rozarle la nariz con la suya. —Me pondré mejor. Solo necesito ser un poco más cuidadoso con lo que hago—, le asegura en voz baja.
No sé qué es, pero verlo hablar con ellos y simplemente asumir ese papel que siempre estuvo destinado a desempeñar, me hace sentir cálida y cómoda por dentro.
Diosa, ¿qué es este sentimiento?
—Vamos, deja que papá descanse —le digo con dulzura. Mientras levanto a Sia, ella parece insegura.
—¿Pero qué pasa si papá se ha ido? —susurra, haciendo que mi corazón se encoja. Oh, mi bebé.
—No se irá, te lo prometo —le digo con dulzura. Ella está a punto de responder cuando el sonido de unos gritos llega a mis oídos y frunzo el ceño.
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Yo soy la Luna
WerewolfRechazada por otro, la vida de Zaia Toussaint se desmorona a su alrededor cuando su marido le pide el divorcio nada menos que por su exnovia. Expulsada de su hogar y posición, Zaia abandona la manada, llevando consigo un secreto que espera que su es...