Capítulo 41

2.9K 198 4
                                    

ZAIA

—Lu-Señorita Zaia...— Levanto la vista y veo a Daniel, uno de los asistentes de Sebastian, parado allí. Baja la cabeza cortésmente hacia mí.

—Me alegro de verte, Daniel —le digo en voz baja. No importa lo devastada y molesta que me sienta ahora, no puedo dejar que eso afecte a nadie más. Le sonrío lo más cálidamente que puedo y él me devuelve la sonrisa con alegría.

—Es un placer volver a verla, señora.

—Lo es —digo, tocándole el brazo por un segundo antes de disculparme. Hay policías por todas partes, me pregunto qué habrá pasado...

Camino por el pasillo, con mis dos guardias flanqueándome mientras entro al vestíbulo principal en dirección al patio de comidas.

—Señora. Ha habido una situación y el departamento de comidas ha sido suspendido.

Suspiro. —Entendido. ¿Somos libres de irnos?

El oficial me mira de arriba abajo antes de asentir. —Sí, ven. Me aseguraré de que te dejen salir.

—Gracias—, respondo, contenta de salir de allí, pero no sé cómo me enfrentaría a mamá o papá.

Decirles que fracasé.

Traen el coche y me subo, poniéndome las gafas de sol.

Tal vez debería haber luchado más... pero me había echado. El trayecto de vuelta a la villa en la que nos alojamos pasa más rápido de lo que me hubiera gustado.

Me comunico con Jai y Valerie por mensaje de texto, tratando de no pensar en lo que acaba de suceder. Todavía no hay cambios, pero la luna llena estará en su apogeo en unos días. Tengo esperanzas...

Salgo del coche, triste y cansada. Sé que este tipo de cosas pasan a menudo, pero cuando uno dedica tanto tiempo a algo... casi lo tenía a mi alcance.

Casi...

La puerta se abre antes de que llegue. —¡Sorpresa!—, dicen Zion y Sia, haciéndome saltar. Miro alrededor del pasillo y el cartel de felicitaciones pegado en la pared de enfrente.

Oh, no....

Tenían expectativas tan altas...

Miro mis preciosas joyas y, agachándome, las atraigo a mis brazos y les beso la coronilla. Me hacen feliz. —Felicitaciones, Zaia—, dice mi padre, haciéndome levantar la vista. ¿Cómo les digo que no lo he conseguido?

—¿No deberíamos... estar celebrando una vez que se hayan sellado los papeles? Las cosas aún no están terminadas...—, digo, sintiéndome fatal por mentir.

Pero la emoción en las caras de los niños y el orgullo en las de papá son demasiado para que yo pueda romperles el corazón ahora mismo. Los niños no necesitan saberlo, pero se lo diré a papá más tarde.

—Bueno, no la retengas. Ven, Zaia, la cena está lista. Preparé tu plato favorito —dice mamá con una sonrisa.

—Pedí tu plato favorito —agrega papá, dándole a mamá una mirada mordaz.

Mamá se burla, pone los ojos en blanco y se marcha. Una semana bajo el mismo techo debe ser duro...

No tengo idea de qué pensaría Annette de eso, sabiendo que su esposo vive bajo el mismo techo que su ex esposa. La cena transcurre en un santiamén mientras sigo sonriendo, fingiendo que estoy feliz mientras como y bebo, tratando de ahogar mis preocupaciones.

—¿Estás bien, Zaia? No sueles beber mucho —pregunta mamá, preocupada.

—Claro que no, si el vino es de los baratos que tienes —dice papá con arrogancia.

Yo soy la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora