Capítulo 03: Loyal partner

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—¡Jari levanta ese culo ya! -sentí algo blando contra mi espalda.

—¿Qué? ¿Qué quieres? ¿Qué pasa? -exclame sacándome las lagañas con los bordes de la almohada.

—¡Que te levantes! ¡Son las doce del medio día!

—¡Pero es sábado, Samuel!

Él siempre tiende a levantarse temprano cuando es fin de semana. Sí, para nosotros las doce del medio día es temprano, seguramente Abraham y Cristina duermen aún y este pesado no ha tenido mejor opción que matar su aburrimiento jodiéndome los sueños a mi.

—¿Por qué no vas con tu amigo? ¡Y me dejas dormir al menos media hora más!

—Porque duerme, y se levanta con los cables cruzados cuando le sacan del sueño, o sea de mal humor .... Pero ya veo que no es el único... -dijo irónicamente.

— ¿Me dejas dormir, Mano? Por favor.

— La abuela llamó, dijo que la llames en cuanto despiertes.

Salté de la cama. ¡Por Dios, la abuela!

Me puse mis pantuflas e intenté no morir de frío mientras bajaba las escaleras, debí haberme puesto un abrigo antes de bajar.

Tomé el teléfono de la sala y marqué el número de mi casa, nadie contestó, lo que se me hizo extraño pues mi abuela siempre está pendiente del teléfono cuando salgo de casa. Decidí ir, no la veo desde el medio día de ayer y me preocupa. No había nadie ni en la sala, ni en la cocina supuse que Samu se habría vuelto a la cama. Tendré que ir sola.

— ¿Te vas? -oí una voz detrás de mí cuando me pasé el abrigo por los hombros.

Me la vuelta, encontrando a Abraham al final de las escaleras.
— Sí, tengo que ver cómo está mi abuela. Vive a unas calles de aquí.

— ... ¿Te acompaño? -tomó su chaqueta del perchero.

— Acabas de salir de la cama, estás en pijama...

— Tú también. -me señaló.

— Y hace frío.. 

— Lo soportaré. -se encogió de hombros.

— Como quieras.

Me invadió el frío apenas pise el asfalto con mis pantuflas de Pigglet.

— ¿Estás preocupada? Te ves...

— Sí, sí lo estoy. No lo sé, tengo un mal presentimiento.

— ¿Siempre eres así?

— Mi abuela es una persona cardíaca, ¿Tú estrías pensando positivo cuando sabes que en cualquier momento su vida puede terminar?

Tragó saliva, entonces yo esquivé mi mirada cuando oí unas sirenas estruendosas.

— Que no gire a la izquierda, que no gire a la izquierda... -murmuré por lo bajo.

Y para mi mala suerte, tuve que correr en esa dirección mientras intentaba no sufrir un ataque de nervios en el momento. Llegué, y puedo jurar que olvidé que tenía una persona a mi lado, quien me sostuvo cuando quise avanzar hacia el interior de la casa.

—¿Qué?...

— Señorita, tiene que salir de aquí -anuncia un policía quien se encontraba examinando el cuerpo difunto de mi abuela.

— Es mi abuela, por favor, ¿qué pasó? -pregunto, arrodillándome ante ella. Contengo las lágrimas, no puedo llorar... No ahora.

—Por favor, salga -demanda.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora