Capítulo 126: Más que ojos bonitos, ojos sinceros.

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Me quedé estático en mi sitio mientras miles de pensamientos se atravesaban por mi mente, busqué un punto en el suelo para poder fijar mis ojos ahí, concentrarme y poder oírla. Sujeto mi celular con fuerza mientras escucho su acelerada respiración. ¿Qué se supone que se debe hacer en estos momentos?.. ¿Hacerla correr? ¿Entrar en crisis?

— Tú.. tú.. ¡Ay Dios mío!—exclamé—. Camina, camina por dónde haya gente, ¿de acuerdo?.. ¿Dónde estás?

— Ammh.. yo.. —masculló— A unas calles de casa, no.. no es tan lejos. Ahora estoy metida en una farmacia, es un hombre Abraham, yo.. tengo miedo. —su voz se escucha desesperada. Al igual que yo ahora mismo.

— Tranquila, nada malo va a pasarte. Tú quédate ahí, no te muevas.. asegúrate de que hayan personas cerca. Dime la dirección, voy por ti —hago el intento de no mostrarme tan asustado como lo estoy—. ¿Pipi me oyes?.. ¿Jari? —observo la pantalla de mi celular, negra. Mi batería se acabó—. ¡No, no, no! ¡No Dios, no! —tecleo desesperadamente.

Comienzo a revolver el departamento en busca de un cargador. Nada, absolutamente nada. La desesperación y el miedo me oprimen en el pecho, siento ganas de gritar de frustración. Necesito ir por ella, tengo que ir pr ella. Pasan un par de minutos, los cuales parecen ser horas y yo continúo en el intento de encender la porquería que tengo como teléfono. Y no me queda más que recurrir al teléfono fijo del apartamento, después de plantearme bajar a mendigar un celular al receppcionista. Marco su número teléfonico, pero a la mitad oígo fuertes golpes en la puerta. Mi cuerpo reacciona al instante y corro a abrirla.

Entonces la veo, como una ráfaga se aferra a mi cuerpo con tal desesperación que me asusta lo que pudo haberle pasado. La abrazo más a mí, hundiendo mi nariz en su cabello. La siento sollozar en mi hombro, está temblando, es un completo manojo de nervios, y yo no hago más que susurrarle que estoy aquí. Que estoy aquí y no pienso irme. Jamás.

— ¡Cierra, cierra la puerta! —medio grita, presionando mi rompa dentro de sus puños.

Cerré la puerta con todas las llaves y cerraduras posibles lo más rápido que pude. Al voltearme la vi sentarse sobre el sofá con los codos sobre las rodillas, sosteniendo su cabeza con las manos.

— Jari mírame, por favor.. ¿Te hicieron daño? Nena, dime algo..

Descubrí su cara con mucho cuidado, dejándo a la vista sus ojos llorozos y mejillas húmedas y coloradas. Comenzó a sollozar súper fuerte y yo no puedo sentime más inutil y derrotado.

— Mi amor, por favor..

— Era un tipo.—soltó un fuerte sollozo—. Yo salí a comprar pintura para mis cuadros, tú no estabas y no quise esperar a que llegaras. Cuando salí de la librería tuve que desviarme, me llamaron de la académia para presenciar unas audiciones, te escribí para avisarte que no estaría en casa por un tiempo más y no respondiste. Cuando salí ya estaba anocheciendo, no pude tomar un taxi porque llevé lo justo para comprar y ya no tenía más dinero, y para llegar más rápido porque supe que te preocuparías al llegar y no verme, quise cortar camino por detrás del edificio..—cerró los ojos—. Él venía de lado contrario a mí, pero cuando pasó por mi lado se puso detrás de mí y comenzó a seguime por varias cuadras, empecé a asustarme porque venía demasiado cerca. Al momento de cruzar la calle lo perdí y corrí hasta una farmacia, ahí fue cuando te llamé...

No quise interrumpirla en su relato, pero ahora es cuando necesito hacerlo.

— ¿No te hizo daño? —insistí—. Por favor Jari, dime que no te ha hecho nada.

Sus ojos verdes se ven más oscuros de lo usual, su pecho sube y baja sobre mi costado. Entonces negó con la cabeza muy sutilmente, ahí fue cuando toda mi ira y preocpación desaparecieron.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora