78.
— ¿Qué es todo esto, Jari? -la oí decir.
Sujeté con más firmeza el nudo de mi toalla, mientras caminaba por el pasillo hasta la cocina, donde había escuchado la voz de mamá.
— ¿Qué pasa?
Dije, y me senté en una de las sillas de la cocina. Miré el desastre que había dejado sobre la mesa, ahora es cuando me arrepiento de no haberlo recogido antes.
— ¿Qué es esto, Jari? -repitió, señalando la mesa- ¿cuando recaíste?
La miré.
— Es la primera vez.
— Sí, claro... -dijo irónica.
— No me creas si no quieres.
Suspiró.
— ¿Qué pasó, hija? -tomó mi mano- hace más de un año que estabas bien, ¿por qué?
— Ayer vi a Abraham... -confesé, bajando la mirada.
— ¿Abraham? -preguntó con sorpresa.
— Sí, fuimos con Víctor a la terminal a buscar a su madre y a su hermana, y él estaba allí. Sólo quería hablar con él, preguntarle cómo está.
— Seguro a él tampoco le hace bien verte -dijo.
— ¿Y entonces, qué?, ¿no podemos ser ni amigos? -dije.
— Ustedes no podrían después de lo que han pasado, lo que había entre los dos era muy fuerte como para convertirlo en una simple amistad.
— Quiero verlo.
— Más adelante, cuando todo cicatrice. Cuando estés curada.
Dijo, y yo aparté mi mano bruscamente del agarre de la suya, no puedo creer que esté diciendo esto.
— ¡Yo ya estoy curada! -exclamé.
— Jari, vamos a ver a la doctora...
— ¡No quiero ver a ninguna doctora! -declaré.
— ¡¡Pues, no estoy preguntando!! -exclamó y se puso de pie.
Comenzó a juntar el basurero que había dejado sobre la mesa anteriormente. Mientra ella lo juntaba, yo tomé mi teléfono y fui a mis contactos. Vi un llamativo "Boli" en las opciones, estuve a punto de llamarlo, pero el orgullo fue más fuerte. Esto es como el mail que le escribí hace unos meses, no tengo el valor para hacerlo. Fui a mi habitación, me puse de pie y oí a mi madre decir...
— ¿Qué tienes en la pierna? -preguntó parándose frente a mí.
— ¿Qué?...
— Ahí, en la pierna. ¿Qué tienes?
— Nada, me caí.
Suspiró
— Jari, yo no soy tu padre, a mí no me mientas. Esa no es una marca de una caída, ¿qué te hiciste?
— Mamá, te estoy diciendo que nada. -dije.
— A ver, déjame ver... -dijo agachándose.
— ¡Te dije que no tengo nada! -dije apartándome- me estaba depilando y no tuve en cuanta que las cuchillas de la rasuradora estaban demasiado afiladas . Me lastimé, es todo.
— ¿Entonces, por qué dijiste que te habías caído? -reprochó.
— Porque te conozco, y sé lo extremista que puedes llegar a ser. ¿Qué creíste, mamá?, ¿que me había cortado? No estoy loca.
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LOUDER | RM
Dla nastolatkówPasamos mucho tiempo preguntándonos si lo que sentimos es amor, es simple. Si lo que quieres es cambiar al otro no lo es, si lo que quieres es cambiar por el otro... Es amor. - Mi vida es un conjunto de gente ausente, gente que no está. - Pe...