Capítulo 65: Diferencia abismal.

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65.

-Hija... -dijo él, mirándome perplejo.

Cuando él habla, Abraham se posa voluntarioso detrás de mi, miro a mi al rededor, todos mirándome sorprendidos. Un silencio reinó en la sala, yo me tomé mi tiempo para respirar y acercarme más a Abraham así sintiendo un sostén reconfortante detrás de mi.

-¿Qué están haciendo aquí? -repetí.

No despegué la mirada de él, notaba la presencia de ella no tenía la voluntad de mirarla. Respiré hondo aún con mi mirada sobre él.

-Vinimos a verte... -dijo ella.

Estiré mi mano detrás de mi espalda tratando de encontrar la la mano de Abraham, él, al sentir mi tacto la tomó con fuerza y colocó disimuladamente la otra de su mano en mi cintura.

-Hola -oí decir a una dulce voz.

Bajé la mirada y lo vi, sus ojos verdes chocaron con los mios y una mirada tímida se posó en sus ojos.

Me acerqué a él poniéndome a su altura, lo abracé, sintiendo sus manitos posarse en mi espalda, presioné mis párpados, no quería llorar, no ahora.

-Hola, pequeño... -dije mirándolo.

-Te extrañé, Mana -dijo, volviéndome a abrazar.

Miré hacia arriba por encima de su pequeño hombre, y allí la vi a ella, llorando y... Con un bebé en brazos.

¿Qué?

Me puse de pie y la miré a los ojos, en ellos vi la impresión y la sorpresa.

-Estás... Estás preciosa...

La miré e hizo el amago de acercarse a mi.

-¡No me toques! -dije apartándome.

Abraham me miró.

-¿Qué es lo que quieren? -pregunté al fin.

-¿Podemos hablar?

-No tengo nada que hablar con ustedes.

-Pero nosotros si contigo. -implicó ella.

-No me interesa lo que tengan para decir.

Empujé a Abraham y me dirigí a mi cuarto, cerré la puerta y fui a sentarme a la orilla del balcón

Suspiré y mire la cuidad, luego al vacío que tenía a mis pies. ¿Y si me tiro? ¿y si me mato? ¿y si muero? ¿qué perdería? Si la muerte volvió, o yo volví. Ellos son mi muerte, mi mentira, mi desamparo y el comienzo de mi soledad.

¿Por qué ahora? ¿por qué después de tanto tiempo? ¡Cuatro años sentí su ausencia! Bueno no, toda la vida la sentí, ¿por qué ahora viene otra vez a atormentar mi paz? Ahora que tengo una razón, ahora que está él.

-¿No es muy peligroso estar ahí sentada? -sentí su voz a mis espaldas.

No lo miré, solo seguí llorando.

-¿No es muy peligroso estar conmigo? -pregunté.

-Lo único peligroso de estar contigo son tus mordidas y rasguños. Bueno, y escucharte cantar por las mañanas. -dijo.

Solté una risita.

Tomó mis caderas y jaló de ellas haciéndome sobresaltar.

-Shhh... -dijo abrazándome- Estás conmigo, todo está bien.

-¿Por qué ahora? -lloré en su pecho- ¿por qué ahora después de tanto tiempo?

-Esas, son preguntas que deberías dejar que ellos respondan.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora