Capítulo 76: En la dulce espera.

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76.

Abraham's POV

Tiempo después...

— No puedo creer que tú vayas a comprometerte -mencioné.

Se encogió de hombros.

— De verdad, no puedo creer que tú, el gran Antonio Mateo rey de la soltería esté por casarse.

— La gente cambia hermano -respondió, tomando mis hombros.

— Recién vi a Paula, está preciosa -mencioné.

— No, no, no... no me cuentes, quiero que sea sorpresa -se atajó.

— Lamento no estar para la  fiesta, pero éste es un juego muy importante y...

— No te preocupes, estaré bien. No es que seas muy importante...

Reí y él me rodeó con sus abrazos, abrazándome.

— Estoy muy orgulloso de ti, enano.

— Gracias por ser el mejor hermano del mundo -dije, aportando su espalda.

— ¡Ya, ya! Que me harás llorar -dijo, soltándose- ¿a qué hora sale tu autobús?

— En la madrugada.

— Entonces si puedes quedarte para la cena ¿cierto?

— Sí, claro que sí.

— Oye, ¿se lo has dicho a Jari?

Negué.

— Tony, no...

— Deberías decírselo, por lo que sé hace tres meses que ella volvió de Toulouse.

— Sí, pero ya no. Da igual...

— Piénsalo, Abraham.

— Voy... voy a ver si tu futura esposa necesita algo -comenté, dándome la vuelta.

— En ves de atender tanto a la mía, deberías ir por la tuya...

— ¡Te veo en el altar, hermano! 

Salí de su cuarto y caminé por los pasillos. Mucho tiempo ha pasado y después de muchas sesiones terapéuticas y muchos blísteres de pastillas para dormir, aún duele. Ella volvió al país, sé que está estudiando aquí y que también se estabilizó, el poder de las redes sociales. Juro que lo intenté, intenté buscarla e incluso llamarla, pero cada vez que estoy a punto de hacerlo algo me dice que no lo haga, que está bien sin mí.

— Permiso señoritas... -dije, entrando al cuarto de mis padres donde estaba mi cuñada, haciendo prueba de peinado.

— ¡No, no se puede pasar! -me advirtió su pequeña hermanita.

— ¡Peyton, amor! -dije tomándola en brazos-  Yo no soy Tony, sí la puedo ver.

— Abraham... -dijo Paula, abriendo sus brazos.

— Hola preciosa -dije abrazándola- ¿nerviosa?

— Mucho -murmuró- ¿y tu hermano?

— Acabo de estar con él, y está igual o incluso más nervioso que tú, ¡si aún faltan horas, no entiendo porqué tanto nerviosismo! -exclamé.

— ¿Tú nunca te has casado, cierto? -me preguntó la pequeña Peyton.

— No, pero lo haré muy pronto.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora