Capítulo 39: A dormir, claro...

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Despierto debido a un cosquilleo placentero rondando por mi espalda, al instante mi cuerpo reacciona a la calidez de sus manos acariciando mi espalda desnuda, me obligo a seguir durmiendo pero sé que no podré, entonces recurro a los dos años en los que estudie teatro para fingir un sueño prolongado pero mis párpados me juegan en contra y comienzan a revolotear cual mariposas después de comer mucha azúcar.

- Buen día, amor... -su aliento impacta detrás de mi haciéndome sonreír.

- Hola... -murmuro girándome para quedar cara a cara. Beso su mandíbula en señal de buenos días como suelo hacerlo y el acaricia mi cabello.

- ¿Como estás? -pregunta, y por lo que deduzco. Se refiere a lo de anoche.

- Pues ciertamente, acabo de hacer el amor con el amor de mi vida, ¿tú que crees? -pregunto jugando con la cadena que cuelga de su cuello.

Se acerca riendo y me besa tiernamente trayéndome recuerdos de hace unas horas atrás, lo amo y no tengo dudas de ello.

- Abraham, tú... ¿Tenías planeado esto? Es decir... ¿Pretendías que sucediera? -curioseo, insípida.

- No, yo solo pensaba en pasar un tiempo juntos, solos, alejados de todo. Pero todo fue surgiendo y no me arrepiento de ello, pero si, hubo momentos en los que me esforzaba en controlarme porque he querido hacertelo, muchas veces. -su mirada se conecta con la mía, radiante.

- A-...Así? -chillo, sorprendida.

- Si, es que eres realmente hermosa Viale, me daban ganas de besarte hasta el alma si es posible. Pero los chicos me decían que vaya despacio y que no te agobiara con la idea de hacerlo, que todo a su tiempo. Por eso, cuando me lo pediste, que por cierto me tomaste desprevenido -comenta, riendo- Pregunté si en serio era lo que querías, es que era muy importante para mi ser el primero, quería que sea especial, y dime que si lo ha sido porque de lo contrario me estaría lanzando por esa ventana, ahora mismo. -dice y río.

- Fue increíble de verdad, gracias -sonrío. ¡Tengo hambre! -protesto, golpeando la almohada.

Ahora entiendo cuando dicen que el sexo da hambre.

Él ríe y me abraza atrapando mis piernas entre las suyas.

- ¿Quieres ir a desayunar? -pregunta a lo que yo escondo mi cabeza en el hueco de su cuello.

- Mmm -gruño- No, ahora no quiero.

- Bipolar... -murmura- Bueno, está bien, ¿Que quieres hacer? -estira su mano y me atrae más a él tomándome de mi trasero, aún desnudo.

- No vamos a follar otra vez si eso es lo que quieres. -le advierto.

- Pero si habrá otras veces, ¿cierto?

- No te emociones, Mateo.

Me hundo en su pecho una vez más y el deja reposar su barbilla sobre mi cabeza. Siento un flash dilatar mi vista, levantando la mirada me encuentro con su teléfono apuntando hacia nosotros.

- ¿Que haces? -pregunto riendo.

- Te tomo fotos, no puedo? -alza una ceja.

- Claro, ¿pero ahora?

- Sí, ahora.

Junta sus labios con los míos y oigo el "click" proveniente de la cámara.

- ¿Cuando fue que cargaste esa cosa? -pregunto, refiriéndome a su teléfono.

- Tengo mis contactos...

Alzo una ceja.

- Bueno ya, él señor de recepción me dejo uno -confiesa.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora