Capítulo 122: Miles de Muchas Cosas

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122.


— Sí, fíjate. Quizás si tengan. — le respondí sin despegar la vista de mi celular.

Estacionó frente a una Estación de Servicio en busca de algo de comer. Encendió las balizas antes de mirarme.

— ¿Quieres Pringles? —me
preguntó.

— Sí, lo que encuentres.. —contesté.

Se quedó mirando hacia la entrada por un segundo. Suspiró.

— Te traeré una ensalada. —declaró abriendo la puerta del auto.

Lo seguí con la mirada hasta que se adentró al Minimercado. Fijé la mirada en el camino que estábamos siguiendo, miré mi mano y noté que el dorso de ella estaba sangrando.

¿En qué momento me había lastimado?

Inhalé por la boca repetidas veces, estoy en la necesidad de presionar mis párpados porque creo que estoy a punto de llorar todo lo que no lloré desde la mitad de recorrido.

Busqué en la guantera algo para poder limpiarme antes de manchar el tapizado de esta cosa que aún no hemos pagado. Amarré mi cabello en un moño y cerré los ojos sintiéndolos arder La guitarra de Abraham se veía en el asiento de atrás desde el retrovisor, cerré los ojos nuevamente.

Tengo un nudo en la garganta que me impidió pronunciar más de tres palabras desde mi gran declaración hace casi una hora atrás. Él no dijo absolutamente nada.

Nada que yo pueda interpretar como un sí o un no, simplemente se guardó sus palabras. Yo le expliqué el por qué tomé la decisión de querer acompañarlo, abrí completamente mi corazón. Él sólo respondió con un: "Estás loca". Miles de cosas se cruzaron por mi cabeza de mujer claro está. ¿No querrá que vaya con él?, ¿Quiere vivir su experiencia sólo?, ¿Será que era cierto eso de que no quiere ir?

Limpié mi mano con un pedacito de una bolsa de cartón que encontré, maldecí en voz baja cuando sentí el ardor mucho más fuerte. Vi a Abraham abrir la puerta de la tienda y caminar asta aquí con una bolsa entre sus manos.

— Eso fue muy difícil, la señora no hablaba inglés.. No sé ni qué compré. Oye pero sí, te traje avena. —me sonrió—. El otro día te oí quejarte de que no comías hace mucho.

— Gracias, lindo. —le di un beso cuando me entregó el vaso.

— Cuidado, está caliente.. —me miró las manos—. Nena, ¿Qué te pasó?

Dejó el vaso caliente en el apoyabrazos, levantó la mirada y frunció el ceño cuando se fijó en mí. 

 — ¿Estás llorando, cielo?  —pasó su pulgar por mi mejilla.

— No, no, sólo... sólo me entró algo en el ojo.

— ¿En los dos? —acarició mi rostro.

Sé que estoy haciendo puchero, de esos que me hacen parecer de tres años que también le dan ternura. Me abrazó cuando realmente me vio llorar y yo lo apreté fuerte, tanto que creo que apenas puede respirar. Besó mis labios de una manera demasiado dulce, y digo dulce por no mencionar la sensación amarga que aportaban mis lágrimas.

— ¿Sabes que te amo mucho? -murmuró.

— Lo sé...

— ¿Y que eres lo más bonito e importante de mi vida?

— Yo no tengo que ser lo más importante de tu vida.

— Pero lo eres, y lo serás siempre. Nada podría cambiarlo. Per dime, ¿Qué pasará contigo? ¿Y tu carrera? ¿Y todo esto?.. Yo no quiero que abandones tu vida.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora