Extra III | Cuatro años de victoria | PARTE 1

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Palma de Mallorca, España

Mis dedos sostienen el lente con firmeza mientras voy ajustándolo a la imagen, acomodo mis piernas a su al rededor y me fijo en el sutil rayito de sol que se cuela por la abertura de la ventana. Mis rodillas reposan a cada lado de su cuerpo para sostenerme mientras capturo un buen ángulo. Los lunares de su espalda son revelados por la luz que entra haciéndolo ver aún más favorecido, estoy enfocando su perfil y sonrío cuando veo que sus preciosas pestañas resaltan entre lo neutro de las sábanas. Su cabello revoltoso me hace babear y creo que acabaré con reventar el rollo de la cámara.

Dejo la cámara a un lado cuando veo que comienza a removerse entre las sábanas, abre uno de sus lindos ojos haciéndome sonreír, su mano viaja hacia una de mis piernas.

— Deja ya de moverte, mujer. Déjame dormir, acuéstate anda. —ordena, yo no hago más que molestarlo.

Sonrío y me inclino sobre él para besarle el cuello, sé que si hay algo a lo que no se resiste, eso a eso.

— En serio, no molestes.. -—pide, alzando la barbilla tratando de evitar mis besos.

Subo mi pierna hasta enredarla en su cintura a lo que él sube su mano hasta mi muslo.

— Lo siento, ¿Te estoy molestando? —murmuro sonriente, aún sin detenerme.

Se remueve debajo de mí, respirando sobre mi oído. Me cargo sobre su cadera y él presiona mis piernas mientras cierra los ojos.

Suelto una carcajada.

— ¿Seguro que no quieres seguir tocando?

De un movimiento está sobre mi sujetandome con firmeza, una sonrisa se filtra en mis labios cuando lo veo mirarme. Su labio inferior está siendo mordido sutilmente por sus dientes y mi cuerpo recibe un escalofrío al verlo así.

— ¿No que querías dormir? —lo provoco, mordiendo mi labio también.

Me sonríe

— Eres tan jodidamente sexy. Tú le quitas las ganas de dormir hasta a un muerto.

Vuelvo a subir mi pierna, haciéndolo soltar un jadeo.

— Joder, no hagas eso.. —se remueve, frunciendo el ceño.

— ¿Que no haga qué?  —mi mano viajó a su abdomen, a lo que aproveché para alzar la otra pierna.

Empujé sus hombros cuando se tensó quedándome sobre él. Me miró desde abajo, rogando por un poco de piedad. Sus manos estaban básicamente sobre mi trasero y sus ganas también.

— ¿Qué quieres de mí, Dios Santo? —miró al techo a lo que yo hice un movimiento de caderas atrayendo su atención nuevamente.

— Quiero que... levantes ese culo y vayamos a la playa, pero ya.

— ¿Y qué me das a cambio? -sonrió de lado—¿Un orgasmo? ¿Dos?

Solté una carcajada y comencé a mover las caderas de nuevo haciendo que él prosiga a buscar el broche de mi sostenedor.

— Sí así empiezas el día, pues no sé cómo lo acabarás. —sonrió, antes de ponerme de pie.

Salgo del cuarto meneando las caderas y suelto una carcajada al oírlo maldecir. Entro a la cocina a por agua, tomo la jarra de la nevera y lo vierto en un vaso. Cuando estoy a punto de beber, siento unas manos tirar de mi cintura. Estoy sobre el mesón con él entre mis piernas y el muy maldito ha hecho que me vuelque todo el agua encima.

— ¿Qué haces, niño? —dejé el vaso a un lado y me estuve de su hombros.

— ¿Qué haces tú? ¿Cómo es que me dejas así, por Dios? —me miró la boca.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora