Especial 4\5

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Capítulo 68.

Abraham's POV

— Sostén mi mano amor, por favor... -le pedí, tomándola con fuerza.

Estamos en una pequeña feria artesanal a la que ella quiso meterse, ya saben, fanática de la pintura... Al salir de la UCA unos promotores nos entregaron un folleto de publicidad de éste lugar, y ella entusiasta, quiso venir.

Esto realmente está lleno de gente, tanto que ya es sofocante para mí, imaginen para ella y su claustrofobia, ya sé, estarán diciendo "¿pero la claustrofobia no se da en el encierro propio?" Sí, pero ella es tan vulnerable para estás cosas que necesito cuidarla.

— Estoy bien Boli, no te preocupes -me sonrió, tomando mi mano.

— Sí, pero hay mucha gente y..  -no me dejó terminar la frase, que ya comenzó a reírse.

— ¿Qué?, ¿qué pasa? -pregunté.

— ¿Me das un beso? -pidió, con una sonrisa.

Sonreí.

— ¿Y eso?

— Nada, sólo quiero un beso -dijo, encogiéndose de hombros.

Me acerqué, y besé su frente haciendo que ella me mirase confundida.

— ¿Qué? -reí- tú no dijiste específicamente en donde -me burlé, viéndola rodar los ojos.

— Ya, olvídalo -susurró, mirando hacia el suelo.

— ¿Te enfadaste? -pregunté.

Negó.

No dije nada hasta llegar a una pequeña banca, donde ella fue a sentarse, así, sin más.

Ya, está bien. Algo aquí no está bien.

— Amor, ¿qué tienes? -pregunté, sentándome a su lado.

Quitó sus manos de su cara y me miró.

— ¿Podemos hablar? -preguntó, mirándome dudosa.

— Sabes que sí, siempre.

— Bueno, es que... te necesito -dijo, mirándome con suplica.

La miré a semblante fruncido.

— Pero amor, yo estoy aquí. Contigo siempre -dije, tomando sus manos.

— Tengo miedo... -susurró abrazándome con fuerza.

Al sentirla, pude notar la desesperación en su abrazo, cosa que me rompió el corazón totalmente. Ella no estaba bien y yo, idiota, ni cuenta me he dado.

— ¿Miedo?, ¿de qué? -pregunté, cuando restableció su posición previa.

— De mí... -confesó.

— Perdón, pero no entiendo -dije.

Ahora mismo me siento un completo idiota. Yo debería comprenderla, sentir lo que ella siente, saber lo que va a decir antes de que siquiera lo piense. Estoy perdiendo esa táctica con ella y es algo que me asusta.

— Sí, miedo de mí. No sé que quiero, que soy, que necesito, no sé...

— Nadie sabe quien es, hasta que encuentra el camino a descubrirlo. -dije.

Se rió.

— Ya estás en tu faceta filósofa, Sócrates no te llega a los talones, hermano -rió, besando mi mejilla.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora