1188.
— Creí que no llegabas.. -comentó al verme acercándome.
Me sostuve de su hombro para reponer el aire en mis pulmones, corrí diez calles a todo lo que mis piernas me lo permitieron. Espero haber llegado a tiempo.
— Lo siento, tu mensaje entró tarde. -respondí pausadamente- ¿Dónde nos sentamos?
Me ayudó a subir los primeros escalones hasta que pude divisar el interior del subte, todo estaba prácticamente lleno, y lo que no, era ocupado por maletas.
— Pues, donde quepamos. Somos chiquitos, entraremos. -respondío Abraham detrás de mí.
Finalmente encontramos lugar bien en el fondo, justo atrás. Salir de aquí será toda una odisea.
Acomodamos nuestras cosas donde pudimos, más bien, donde nos cupo. Y nos sentamos. Me fijé en la hora, era casi media noche y el frío estaba aún más letal. Tengo mucho miedo de que él empeore, no veo la hora de llegar, recostarlo en mi cama y que no se levante hasta estar bien.
Se acurrucó en mi pecho al apenas sentarse, entrelacé su mano con la mía mientras la acariciaba, besé encima de su oreja cuando lo sentí respirar pesadamente sobre mí. Está cansado.
— Duerme, bebé.. -susurré a su oído.
Pasé mis manos por sus hombros, abrazándolo. Él, con una mano abrazó sus piernas y con otra mi cintura.
— ¿Tienes un caramelo en la boca? -pregunté y asintió- Dámelo, puedes ahogarte.
Dejó su caramelo en mi mano y me lo llevé a la boca. Limpié lo pegajoso en mis pantalones y lo abracé del todo, para así darle más calor. Sentí un suspiro profundo de su parte y entonces me di cuenta de que se había dormido. Saqué una manta de su mochila y lo cubrí. Sí, traje una manta en la mochila... por las dudas.
Me concentré en la ventanilla mientras veía absolutamente nada, pues todo estaba oscuro. Tenemos hasta seis horas de viaje y no creo que él duerma las seis horas, sólo espero no aburrirme en el transcurso. Cómo aquí sí podía, tomé mi teléfono para mandar mensajes. Quise leer, pero está todo oscuro y no creo ver nada. Hablé con Juan, le conté lo sucedido y que ahora estábamos yendo en un subterráneo friolento. Abraham continuaba durmiendo cuarenta minutos después, me puse a acariciar con su cabello mientras lo observaba dormir.
No puede ser más lindo, realmente yo ya gané.
Cuando dio media noche, comenzaron a repartirnos comida. Yo no quise despertar a Abraham para comer un sándwich, lo pedí y se lo guardé para cuando despierte. Entre sueños se acomodó mejor sobre mi pecho y yo lo rodeé entre mis brazos, miré a mi izquierda y una señora nos miraba sonriendo, yo le devolví la sonrisa.
Entrecerré mis ojos por unos momentos, me estoy quedando dormida pero no quiero hacerlo, quiero dormir cuando lleguemos al departamento, mis pies están congelados y el oso invernador que tengo como novio no deja de respirarme en el cuello dándome escalofríos. Cuando al fin estoy por quedarme dormida, oigo su voz.
— ¿Jari?.. -preguntó a voz ronca y somniolenta.
— ¿Dime? -contesté sin despegar mis ojos.
— Nada, sólo quería ver si seguías despierta. -besó mi mejilla.
Abrí mis ojos y me acomodé a un costado para poder tenerlo de frente. Lo miré bien sus ojos se veían cansados, su nariz y mejillas están rojas y calientes, tengo miedo de que haya tomado fiebre..
— ¿Cómo te sientes? -pregunté palpando su rostro.
— Me duele un poco la cabeza y aquí.. .dijo llevando su mano hasta su garganta.
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LOUDER | RM
Dla nastolatkówPasamos mucho tiempo preguntándonos si lo que sentimos es amor, es simple. Si lo que quieres es cambiar al otro no lo es, si lo que quieres es cambiar por el otro... Es amor. - Mi vida es un conjunto de gente ausente, gente que no está. - Pe...