Capítulo 36: Nada juntos.

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Despierto suavemente por causa de una brisa que choca contra mi rostro, parpadeo varias veces me encuentro entre sus brazos cálidos, no sé como ha hecho pero me sentó en su regazo y creo que allí he dormido. ¿Por qué duermo tanto?

- Hola... -murmura mirándome

- Hola.

Deshace el agarre de sus brazos y yo me limito a observar cada facción de su rostro, me pregunto si alguna vez he visto algo más perfecto que él. Su mirada para mi es el diálogo que no logra pronunciar, lo sé porque por mucho tiempo he tenido que aprender a leer su mirada. Ahora mismo esta esperando una respuesta, lo sé porque su mirada es un reclamo. No sé que decir, no tengo que decir... ¿O sí? Bueno, si sé que decir pero no sé como decirlo. Decidida lo rodeo entre mis brazos y me toma de la cintura aferrándome a él.

- Te prometí un "Siempre juntos", y pienso cumplirlo aunque deje mi vida en ello. -susurro contra su cuello.

- Tú dijiste que nada es para siempre.

- Entonces yo quiero ser tu nada.

En respuesta besa mi hombro

- Entonces... ¿Nada Juntos?

- Nada Juntos. -respondo riendo- ¿Sabes?... Sinceramente, nunca había sentido algo así por nadie, y ciertamente no quiero volver a sentirlo. Quiero que sea algo nuestro, tuyo y mío para siempre.

Toma la palma de mi mano y la posa sobre su pecho firme y desnudo - No sé sinceramente que has hecho pero estás aquí, dentro de mi, y quiero mantenerte ahí por el resto de mi vida.

Uno mis labios con los suyos en un acto desesperado haciendo que él jadeé de sorpresa pero al instante reacciona a mis besos con la misma urgencia que yo entrelazando sus manos al rededor de mi cintura, mis manos viajan hasta su cabello tirando levemente de él haciendo que vuelva a jadear. Hago una mueca cuando se separa de mi y risa boba lo asalta, me quedo observándolo y me pregunto si alguna ve he visto a alguien más perfecto que él, sus labios están rojos e hinchados por la urgencia de mis besos y su cabello es un alborto encantador debido a mis tirones. Subo una de mis manos hasta poder acariciar su cabello y la otra se ocupa de enredarse por su cintura acariciando levemente su espalda.

- Me encantas -dice girando su cabeza así besar la parte interna de mi muñeca.

(....)

- ¿Puedo ayudarte? Me aburro -pregunta desde la cama. Suponiéndolo... Hace cuarenta y cinco minutos está observando como me arreglo para su insistente salida al cine.

- Si quieres puedes peinar y luego rizar mi cabello -le sonrió.

- Sí, sí, sí -asiente con entusiasmo y se coloca detrás de mi. Toma el cepillo entre sus manos y comienza a peinar mi larga melena con sumo cuidado y con una sonrisa plasmada en su rostro, me encanta por Dios.

- ¿Que más te falta? -pregunta repitiendo la acción una y otra vez.

- Sólo maquillarme.

- Pues, tenemos dos semanas más aquí -murmura pero logro oírlo.

- Ay, calla Mateo -reprocho.

- Es que no entiendo para que tanto maquillaje -comenta haciendo un tirabuzón en mi.

- ¡Abraham, eso está horrible!

- Uy ya, no soy peluquero -se queja- Deberías de conseguir un amigo algo... No sé que sepa de esto -sugiere.

- ¿Te refieres a un gay? No me gusta eso de clasificar a la gente por su preferencia sexual -contesto.

- Y yo nunca entenderé eso de tener al homosexual como un asesor de imagen, o sea no entiendo, el tipo no sabe una mierda de ropa, de vestidos, de zapatos, no tiene idea de lo que es estar en tus días y de seguro prefiere hacer cualquier otra cosa que acompañar a su amiga a la peluquería. Porque es así, que no se sienta sexualmente atraído no le quita su condición de hombre. -cuestiona.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora