Capítulo 92: Cigarros y ansiedad.

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92.

Meses después...

- ¿Tan temprano y de salida? -preguntó Juan Pablo detrás de mí.

- Sí, ya me voy. Se acerca el cumpleaños de papá y estoy ayudando a mamá con los preparativos. -dije tomando mi bolso.

- ¿Vas a pasar por la fundación hoy? -preguntó.

- No creo poder. Aunque tendría que ir, tengo que poner la firma para la colecta de útiles.

- ¿No que de eso se encargaba tu mamá?

- Sí, pero yo soy titular. Tengo que dar la autorización. Bueno, ya me voy que se hace tarde.

- ¿Y te vas sin darme mi beso? -cuestionó.

Me reí.

- Hasta sueñas. -dije.

Bajé al estacionamiento, donde dijo que dejaría mi auto. Al llegar saqué las llaves de mi bolso y le quité la alarma para poder adentrarme a él. Me senté frente al volante y para mi mala suerte mi llave calló al suelo, me incliné para recogerla. Entonces vi el collar relucir en un rincón.

- Con que aquí estabas... -murmuré tomándolo.

Admiré el dije antes de dejarlo sobre el tablero mientras soltaba un suspiro. Después de pensarlo bien, decidí volver a usarlo, porque seguramente vuelva a perderlo y sería un eterno martirio.

Reposé mi cabeza sobre el volante antes de poner el vehículo en marcha.

Mucho tiempo ha pasado, y no lo volví a ver desde ese día en el hospital. Todavía pienso en morir, pero no tanto como antes. Después de meses en rehabilitación, puedo decir que tuve un progreso. Ya puedo comer sin vomitar, aunque eso no quite que lo haga de vez en cuando. Por primera vez me enfrenté a la enfermedad sin estímulos, me costó muchísimo avanzar, muchísimo. Lo necesité y mucho. Pero no me arrepiento de haber hecho lo que hice, nadie puede ser feliz conmigo, ya lo había lastimado mucho como para atarlo eternamente a mí.

No me buscó, ni lo busqué. Sólo lo dejé ir, otra vez...

No estuve mal al principio, pero al pasar los meses en un centro psiquiátrico me di cuenta de que todo se complicaría a la hora de afrontar verdaderamente mi problema. Pero aquí estoy, viva, al menos por ahora. Las cicatrices de mi cuerpo fueron deteriorándose con el tiempo, de las que no he podido deshacerme son las de mis piernas, no duelen, pero los recuerdos que me traen, sí.

El lado bueno de seguir respirando es que en este tiempo he formado una fundación por medio de compañas para promover la educación escolar, aportando útiles escolares. Con ayuda de mamá y con las influencias de Juanpa, pude formar algo que siempre quise.

Sigo estudiando, un poco más que antes. Si me muero, quiero hacer algo productivo mientras siga aquí.

Es desierto y muy escaso el trafico a estas horas, y más en una carretera. Estoy cansada, tengo sueño y los ojos me pesan. Dejé de medicarme cuando salí de rehabilitación y desde entonces tengo ataques de fatiga muy continuos, es horrible.

El cielo está parcialmente nublado y espero que el barba tenga misericordia de mí y no mandé lluvias de fuego y granizo justamente ahora. El auto comenzó a hacer un ruido horrible, me detuve y bajé del auto para corroborar que todo éste bien. Y no, estaba perdiendo aceite abruptamente y todo mi camino previo estaba embarrado de ella. A regañadientes me subí nuevamente y conducí lo más rápido que pude hasta llegar al menos a una estación de servicio.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora