105— ¿Cómo puede ser que esté así? Nunca la había visto tan mal, es una calavera.
— Lleva cuatro años internada, ella no se ha curado.
La miré nuevamente a través del cristal. No puedo creer lo que estoy viendo, es esquelética, la ropa le todo tiembla al moverse por lo grande que le va, sus huesos son desagradablemente notorios y eso sólo se puede apreciar de lejos.
— Quiero hablar con ella. -dije.
— Ahí no puedes entrar. Además, no te conoce Abraham y está demasiado inestable para que venga un extraño a contarle historias absurdas.
— ¿Puedes ayudarme a hablar con ella, no? Por favor, ella me reconocerá. -insistí.
— Ella no te conocerá. -negó.
— Eso lo dices tú.
La volví a mirar y se me parte el alma en pedazos al verla en ese estado. Yo no quería esto, sólo quería librarme de mis ataduras.
— Esa puerta no funciona bien, tarda en cerrar. Si eres rápido puedes entrar antes de que alguien salga.
Miré hacia los lados antes de tomar paso hacia allí. En lo que yo esperaba, una enfermera se adentró en la habitación. Corrí y sujeté la puerta antes de que se cerrara del todo. Entré con cautela, no quiero asustarla.
Se ve tan frágil, tan indefensa...
Tembloroso, me senté a su lado. Tiene na mirada pérdida, unas oscuras ojeras se destacan al rededor de sus ojos verdes acaramelados. No me mira, no lo hace hasta que yo hablo.
— ¿Jari?...
Me miró.
— ¿Te conozco? -murmuró.
— Sí, sí, sí. Soy Abraham. -asentí.
Se quedó pensativa, intentado hacer memoria.
— Lo siento, no me acuerdo.
Me quedé perplejo. No puede ser, no puede ser que no se acuerde de mí.
— ¿Estuviste internado? -me preguntó.
— Sí, sí... bueno, lo estuve pero ya no.
— Ya veo, no te aguantas ni tú... -comentó.
Miré al suelo, eso es lo ella siempre suele decir cuando me pongo insoportable.
— Trastorno de personalidad....
Me dedicó una última mirada y se puso de pie, no despegué la mirada de ella ni por un segundo. Tengo tantas ganas de abrazarla y decirle que aquí estoy.
La tomé del brazo.
— ¿Qué haces? -me gruñó.
La miré a los ojos.
— Eres más fuerte de lo que piensas, saldrás de esta. Hazme caso, lo conseguirás.
— Que me sueles...
— Vamos, J. -una enfermera llamó su atención.
Mientras caminaba hacia ella yo apreciaba su cuerpo raquítico. El cabello se le veía quebradizo, sus uñas están rotas, sus labios marchitos, sus ojos cansados. Está muriendo, se está deteriorando y es mi culpa, todo es mi culpa.
— ¿Pero como puede estar así?, ¿por qué no se curó? -le demandé a Cristina, mientras caminaba por el pasillo.
— Supongo que no tuvo la fuerza que le debas...
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LOUDER | RM
Teen FictionPasamos mucho tiempo preguntándonos si lo que sentimos es amor, es simple. Si lo que quieres es cambiar al otro no lo es, si lo que quieres es cambiar por el otro... Es amor. - Mi vida es un conjunto de gente ausente, gente que no está. - Pe...