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CAMILA
-¿De qué va esto? ¿Ahora no puedo andar por la calle solo por qué tu has decidido hacer tu obra del día?

-No es eso...te vi por casualidad y tu hermano o quien sea que te acompaña no te espera como debería...Le dije tratando de sonar normal.

-No soy ninguna tonta, dejame en paz...amm...chica.
Su tono de voz elevado me asustó un poco y me sorprendió.

-Genial, ahora olvidaste mi nombre.
Le reclamé y decidí alejarme en fin a mi que me interesaba esa chica grosera, ya iban dos ocasiones que me la encontraba y en ninguna me ha tratado bien. ~A la mierda entonces~ me dije.

-Quizás esta mejor así. Dijo y caminó sin problema esquivando el escalón y alcanzando a su hermano que nuevamente la dejo atrás y molesto le abrió la puerta de un auto, estacionado cruzando la calle. Mejor otro señor que pasaba le preguntó que si le ayudaba a lo que vi ella se negó de inmediato.
Decidida a no pensar de nuevo en ella entré a mi auto y arranqué sin mirar atrás.
Llegué a casa un poco más temprano y sin dudarlo Judith preparó la cena para que yo pasara más tiempo junto a Kilian.
Jugué con él a las escondidillas, miramos Peppa Pig por un buen rato y lo arrullé sin obtener buenos resultados. El sin duda regresaba mis actos de cariño, se estaba convirtiendo en un niño tan atento y travieso a la vez.
No pareciera que hubiéramos pasado esos terribles meses de abandono, el embarazo y sus primeros meses de vida habían sido lindos pero terribles a la vez. Cuando sucedió el parto me quedaba en una pequeña habitación que Edi había rentado para mi y donde apenas comíamos y vivíamos con la ayuda de mi amigo pero yo al evaluar lo poco que nos quedaba de ahorros que tenía para la universidad alquile la casa para dejar de molestar, los pocos muebles que adornaban eran del mismo alquiler, lo único que compré de segunda mano eran las cosas de mi hijo. Después de esa decisión y aún con el dolor que me producía dejar a Kilian siendo aún tan pequeño en la guardería, tuve que hacerlo, esto para conseguir un trabajo de medio tiempo, sin muchas opciones disponibles el trabajo en la cafetería después de meses resultó ser la mejor opción. Trabajaba casi todo el día pero la paga me permitía tener lo del alquiler y las cosas básicas para mi hijo, lo cierto es que yo me había dejado de importar a mi misma. El auto había sido regalo de mis padres para mi décimo octavo cumpleaños y estando a mi nombre no dude en querer venderlo pero Edi me convenció de que sería una tontería. Finalmente con esfuerzo y dinero extra por ayudar a mi vecina limpiando su jardín los fines de semana, pasábamos por el tiempo más estable.
Esa noche aún entre sueños y cansancio no dejaba de pensar en Lauren. ¿Porqué venía tanto a mi mente? Quizás por que ella también pasaba malos momentos como los míos y la veía como decía ella, mi obra del día.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora