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CAMILA
Mirarla a la defensiva me causó algo de gracia y sonreí de lado al cabo no podía verme.
-Soy yo, Lauren.
Dije y sus brazos se tensaron un poco más en el objeto que sostenía. La pude observar mejor y su cara mostraba algo de miedo sin embargo estaba lista para atacar a quien fuera. Su pijama en dos piezas negra y su cabello agarrado de una forma descuidada, pies descalzos y sus ojos verdes insuficientes me provocaron una extraña sensación.
Luego recordé el cristal en el piso de cocina y miré de nuevo a sus pies, no podía andar así, que si no se daba cuenta y pisaba lastimandose.

-¿Camila?...Dijo dudosa.

-Si soy yo, ahora baja eso ¿Quieres?
Sus brazos junto al bat descansaron hacía los lados de su cuerpo. Intenté caminar a donde estaba, se miraba unas gotas de sudor sobre su frente.
-Esta bien, yo...bueno Aiden me pidió venir a verte, se preocupó cuando se enteró que Judith no estaba en casa.
Lauren retrocedió y salió de nuevo al pasillo, la seguí y giré solo para ver como ponía el bat sobre una mesa de madera.

-Perdón por hacer lo que hice, solo que me asusté, nadie debía estar en casa hoy. Mencionó y agachó su cabeza, giró suponiendo mi posición. Parpadeó y llevó sus manos a su cabello.

-Claro, ¿Como estás? Cuestioné.

-Bien, sera mejor que te vayas.
Me duda creció, ¿Siempre iba a ser así de grosera conmigo?, solo intentaba ayudar.
Caminó cuidadosamente hacía la puerta del patio y antes de abrirla, le pregunté.

-¿Como te diste cuenta de que alguien entró?
Sonrió de lado y mordió su labio inferior.

-Yo...algo bueno debí obtener de mi ceguera, ahora escuchó mejor de lo normal, mi oído percibe bastante.
Solté una risa corta y regresé la vista hacia la cocina.

-No debes caminar sin zapatos, hay un va...

-Vaso roto en la cocina, lo sé, se me ha caído esta mañana.
Miré preocupada a sus pies buscando una posible herida pero no encontre nada, tampoco en sus manos. Así que me dirigí hacia la cocina para levantar el cristal del piso.
-¿Qué haces?
Caminó hacía la cocina. Casi pisaba un cristal y reaccioné de forma rápida colocando mi mano desocupada en su hombro.

-Alto ahí....limpiare esto y luego me voy.
Al terminar, mi celular sonó con insistencia en el bolsillo de mis jeans. Miré y era Aiden.

-Hola...ella esta bien.
Lauren entrecerraba sus ojos y ni hablar de su forma v entre cejas. Parecía molesta y así recargada en la pared de la cocina con brazos cruzados semejaba mirarme fijamente.
-Si me encargaré de eso Aiden.
Le aseguré a mi amigo ocuparme de que comiera y ayudarle en lo que necesitara antes de irme.
Colgué y Lauren habló.

-Estoy bien, debes salir.

-No lo creo, no al menos sin asegurarme de que realmente estes bien ¿Ya comisté?
Mi pregunta pareció cambiar su estado de animo y como siempre lo hacía al escuchar algo que la sacaba de orbita agachó su cabeza.

-No, pero se que hacer.
Miré la cocina completa al terminar de recoger el cristal y abrí su refrigerador casi vacío, lo poco que había debia ser calentado o cocinado en su defecto.
-¿Pero que...qué haces?

-¿Qué desayunaste?
Le pregunté algo fastidiada, ella aseguraba estar bien pero no lo estaba, yo ahora estaba enojada lo suficiente con las personas que se supone debían estar aquí cuidando de ella.

-Cereal. Una caja vacía de leche estaba en el basurero y dos platos en el lavamanos.
-¿Y cuánto llevas comiendo solo eso?
Mi teléfono volvió a interrumpir mi cuestionamiento. Lauren solo buscaba una forma de escapar de la situación, seguro la estaba incomodando.
Contesté contagiada de mi enojo.
-¿Hola?

-¿Dondé estas Cam? Un llanto sonoro se escuchaba de fondo.

-¿Qué ocurrió? Le pregunté sin querer enterarme, Eduard no era el mejor cuidando a niños.

-Nada solo se dió cuenta de tu ausencia ¿Fuiste a hornear el pan o a seducir a quien lo hace? Soltó una risa en el teléfono.

-Ahorita llego.
Colgué preocupada y mirando hacía Lauren, otra vez mordía su labio.

-Venga. Le dije sin estar lo suficiente segura. -Te invito a comer a casa.
Ella le tomó por sopresa mi invitación y se hizo evidente al no saber que contestar.

-No puedo salir de aquí. Soltó con voz débil.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora