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CAMILA
No sabía por que lo hacía pero mirar la angustia de Aiden me hizo contagiarme de la misma, Lauren no debía estar sola en su situación y sabrá dios que cosas pudieron haberle sucedido en estos días que estuvo sola.
Escuché las indicaciones de Aiden rapidamente y salí con mi compra del negocio, caminé hacía su casa con prisa e inquietud. Mi amigo me dijo que le llamara en cuanto tuviera noticias de ella.
Al llegar la casa parecía silenciosa y ninguna señal de vida se veía dentro. La puerta del jardín con un enorme candado y la cerca de madera bloqueaba ver más alla de la puerta. Rodeé la casa para mirar alguna forma de observar pero mi única opción era brincar hacía la casa de Judith y mirar desde ahí.
Coloqué mi bolsa con panecillos sobre la mesa de jardín de Judith y miré lo poco de patio de la otra casa. Demonios debía brincar para mirar de cerca, aunque podía asustar a quien se encontraba dentro no me sentiría bien si me fuera y no saber la situación real de Lauren.
Brinqué como pude y ya desde el otro partio miré en la cerca como una pieza de madera podía abrirse. Seguro que era la forma en que Judith la ayudaba a salir.
Me acerqué a la puerta trasera de la casa y estaba sin bloquear. Si alguien supiera que se podía entrar a la casa y que solo había una chica invidente dentro, seguro que ya no habría ni muebles en ella.

LAUREN
Como siempre la oscuridad, no habia ruído en ninguna parte de la casa, solo se escuchaba mi respiración insistente. Mi estómago rugía de hambre, estaba cansada de comer fruta y cereal, sentada sobre mi cama y con pensamientos vacíos. El libro que hace tiempo Judith compró para mi se había desgastado de tanto uso. Ya no era entretenido para mi y escuchar los mismos discos tampoco me parecía atractivo. ~No existe nada más para ti, que esto Lauren solo la oscuridad~ Me dije en la mente algo molesta.
Suspiro tras suspiro me hizo pensar en como se vería todo a mi alrededor, mi cama se sentía deshecha y seguro que mi ropa ahora mismo estaba descoordinada, necesitaba la ayuda de mamá para vestirme. Mis padres y hermano no habían llamado desde hace muchas horas, bueno días. Quizás dudaban de que pudiera encontrar el teléfono por alguna parte de la casa.
Toqué el teléfono por cuarta vez en los últimos minutos y verifique que sonaran las teclas. Estaba encedido.
Un ruído en el pasillo me hizo alertarme, coloqué el teléfono en la cama y sabiendo exactamente el sitio de cada cosa caminé lento al salir de mi habitación, esta vez sin cerrarla.
Pasos cuidadosos se escuchaban quizás en la cocina o en la sala.
Conte 10 pasos en el pasillo y a mi derecha la mesa donde estaba el famoso bat de beisbol de papá con el que inició su corta carrera deportiva, lo tomé de su base con cuidado tratando de no hacer ruido, sabía exactamente como se encontraba debido a que papá pasaba siempre hablando de él y en una ocasión afortunada me indicó el bat y su posición por si necesitaba ocuparlo cuando me quedará sola. Me sorprendía como se preocupaba más por los vienes materiales de la casa que por llevarme con ellos y así evitar tener que usarlo.
Mis oídos más desarrollados según estudios era mucho más sensible, de alguna forma debía compensarse mi falta de vista, escuché que los pasos venían de la sala y sin pensarlo dos veces me coloqué en la entrada de la misma y con el bat apunto de lanzar un golpe.

CAMILA
-¡Detente donde estas!.
Una voz ronca me asustó en el momento en que veía algunas de las fotos familiares encima de la chimenea de la casa. Al entrar pensé de inmediato en llamar a Lauren y mirar, quizás estaba en alguna parte de la casa en silencio, sin embargo mi curiosidad pudo más y caminé viendo la cocina y el comedor para terminar en una sala lo suficiente grande y ordenada, mire con atención cada detalle del sitio hasta que apareció. Verla ahí de pie con un bat apuntando hacía una zona desconocida y amenzando era lo que menos me esperaba.
Dí algunos pasos hacía ella para poder hablarle pero su voz de nuevo me interrumpió.
-¡He dicho que te quedes ahí!

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora