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CAMILA
-Debo irme. Dije a Amy cuando salí de la oficina, me extrañaba que Lauren no le hablara a la hora habitual, hace días me había confesado que contestaba a su llamada y le contaba como estábamos, me hacía sonreír un poco por que al menos me daba cuenta que ella aún estaba interesada en mi y en el bienestar de Ki.
Pero esa tarde hasta Amy se miraba extrañada, por algunas horas no hizo más que esperar la llamada, me di cuenta por qué ella me miraba de igual forma, tal vez la inquietud que tenía por saber que Lauren llamara estaba acabando conmigo. Estaba preocupada y a la vez molesta. Amy lo notó y comenzó a actuar nerviosa.
Finalmente me di por vencida y miré el reloj, ya no llamaría, caminé decidida al estacionamiento. Mi auto por fin había salido de la cochera, había estado tan acostumbrada a que Lauren nos llevará a todas partes que olvidé lo bien que se sentía tomarlo para conducir escuchando música.
El camino a la casa de mis padres no fue agradable, me enfadaba aún recordarlo y en el fondo quería sólo conducir en dirección opuesta pero era más importante mi hijo, ahora me estaba haciendo a la idea de que en mucho tiempo no dejaría de hablar de ellos.
Sofía temprano había mandado un texto para decirme que estaban ya en la casa y que papá había estado encantado con Ki ¿Quien no lo estaba? También me dolía que ahora sí lo aceptarán pero años atrás no. Aceptaba una parte de la culpa por mantenerme en incógnita pero a la vez sabía que había sido por protección, funciono bien por dos años hasta que Chris y Eduard se hicieron más íntimos y este último término dándole mi información, no finalice con nuestra amistad como tanto le amenace pero si estábamos un poco más distanciados, más por que el salió un tiempo de la ciudad por trabajo así que hoy en día el contacto siempre era por llamada o mensaje de texto, era imposible no agradecerle todo lo que había hecho por mí y Ki. Giré en la calle que tan bien recordaba, las casas ahora parecían mucho más pequeñas y alguna que recordaba estaban vacias ahora parecían ser habitadas.
Recorrí casi hasta el final de la calle hasta que me detuve frente a la casa indicada. Estaba igual, la misma casa donde había vivido la mayoría de mi niñez y adolescencia, hasta que un buen día se me ocurrió meter a Chris a mi cuarto, todo había cambiado desde entonces.
La miré con duda no podía bajar a tocar el timbre, no podía hacerlo. El color era el mismo pero el jardín estaba verde y con nuevas decoraciones, estaba linda y siempre me había gustado vivir ahí. Ahora sentía que era un lugar peligroso. Tomé mi celular para ponerle un mensaje a Sofía, rogaba por que lo leyera pronto y saliera con Kilian de la mano.
Pasaron caso cinco minutos hasta que alguien abrió la puerta, las cosas no fueron como imaginé, en realidad quien abrió fue mi madre. Caminó decidida hasta la ventana del auto donde yo permanecí tensa. Al llegar acarició mi mano recargada sobre la ventana.
-Hola hija ¿Como estas?
No Sabia que responder, recordé como me había hecho sentir ayer con su beso en mi frente.
-Hola mamá, estoy aunque debo irme pronto con Kilian ¿Donde está?
Ella miró hacia la casa, en la ventana estaba una silueta, grande como para ser mi hermana o mi hijo, era mi padre, que espiaba.
-Esta ahí adentro un poco indispuesto, dice que la está pasando muy bien y no quiere salir. Dijo con una sonrisa de lado, yo no podía responderla, sólo necesitaba a Ki a mi lado e irnos a casa.
-Pues dile que venga al auto ya, por favor, se hace tarde.
-Ya hizo su tarea, Sofía y tu padre le ayudaron.
Tomé el volante con fuerza y miré hacia en frente, no me gustaba que lo mencionara y menos que hiciera un papel que no le quedaba.
-Que extraño, ahora ayuda a su nieto, después de que no lo hizo con su hija.
Solté una risa sarcástica y la miré a ella, mi madre se miraba afligida y sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.
-Tu padre también esta muy arrepentido Mila.
-Es muy tarde ahora, sabes debes traer a niño antes de que me enfade y les impida verlo. Le dije en tono alto, no podía evitarlo necesitaba hacer algo para demostrarme que era fuerte aún, evitar sentirme vulnerable y tener las ganas de salir del auto y abrazarme a ella.
-Hija, no puedes hacer eso ahora dañaría al niño ¿No lo crees? Ella dijo sonando preocupada.
-¿Eso les importo cuando estaba creciendo en mi vientre? ¿Justamente cuando me corrieron de casa y no les importo mi salud ni la de el? El era y sigue siendo inocente en este asunto pero tengo límites madre, así que por favor ve por el. Suspiré cansada, ¿Donde estaba Sofía cuando se le necesitaba? Se suponía que teníamos un trato, ella debería estar afuera y con Ki.
Ella asintió y camino de nuevo hacia la casa. Los minutos pasaron y nadie daba una respuesta, había llamado al teléfono de Sofía un par de veces, sabía que lo hacía a propósito. De pronto la puerta se abrió sin más y de ella salió un hombre alto, con cabello canoso y unas arrugas ya marcadas, no suficientes para verse mayor, aún aparentaba estar saludable y cargar exactamente 10 años más. Sus pasos se escuchaban por toda la calle o eso me imaginé, el volante del auto estaba apunto de ser aplastado por mis manos, evite mirar a mi padre en un inicio.
-¿Camila? Preguntó el, su voz sonaba tan débil, como si estuviera apunto de llorar. Eso me sorprendió y al llamado me fue inevitable mirarlo. Solté el volante y coloqué mis manos sobre mis piernas, levanté la cabeza para ver a sus ojos, el recargaba su brazo sobre el auto y miró hacia mi. Sus ojos eran mi reflejo, los míos eran iguales, un color café peculiar, sólo que los suyos estaban más grandes.
-Kilian no saldrá esta enfadado. Dijo controlando su voz. Ambos nos miramos sin decir más. -No me gusta mirar a tu madre sufrir, ella tampoco quiso salir.
-¿Que hay de Sofía?
-Esta poniendo la mesa. Me era tan extraño escuchar su voz después de tanto tiempo, mirarlo de cerca y no escuchar más esos terribles gritos e insultos que recordaba tanto, habían marcado mi vida en aquel entonces, las últimas palabras que me había dicho no habían sido las mejores, luego de eso solo había cerrado la puerta en mi cara. Me sentí humillada y realmente triste, estaba sola, con un embarazo y además con hambre, ese día pensando en lo que les diría no había podido probar bocado, además para aquel entonces las náuseas acudían a mi apenas miraba la comida.
Negué un par de veces desvíe mi ojos hacia la esquina de la casa, donde anteriormente estaba la banca. Recordé como me senté ahí y lloré por horas, mientras escuchaba los gritos adentro, como el discutia con mamá y ella trataba de tranquilidad a Sofía, mi hermana era aún pequeña como para entender por qué me iba de casa. Lloré sin saber a dónde tenía que ir, moría de vergüenza con los vecinos, habían escuchado todo y ahora sabían que yo me había acostado con mi novio y estaba embarazada. Mis manos temblaban por el recuerdo y la mirada de mi padre sobre mi me hacían sentir intimidada, como si en cualquier momento podía abrir la puerta del auto y jalarme el brazo de la misma forma en que me sacó de casa. Mi madre no hizo nada para impedirlo, sólo me miró llena de odio y antes de que saliera Sofía miraba escondida toda la situación, las lagrimas en sus mejillas me hicieron sentir peor, cuando estuve casi afuera a la fuerza, Sofía corrió hacia mi abrazando mi pierna y gritando que no me fuera. En ese momento de angustia sentía como mi madre la había alejado y se la llevó hacia la cocina.
Cerré los ojos por instinto tratando de borrar las imágenes.
-Yo se que no estoy en el lugar como para pedirtelo hija. El guardó silencio cuando no obtuvo respuesta de mi parte. -Pero me gustaría que nos acompañarás a cenar.
-No puedo. Le dije en tono frío. -Yo misma iré por Ki si es necesario.
-Esta bien.
El se alejó dándome el espacio suficiente como para abrir la puerta del auto y salir. Cuando la cerré con su ayuda no dejo de mirarme. Yo decidí mirarlo también, era mucho más alto que yo y siempre me imponia, tenía además una cualidad de intimidar a todos, me sorprendí como en ese momento mi actitud a la defensiva me impedían sentir miedo. Yo había madurado y sin duda me ayudó a sentirme con más seguridad. Caminamos hacia la puerta en silencio, el metió sus manos a los bolsillos. Cuando iba a abrir la puerta sentí un nudo en la garganta, las imágenes de la última vez que estuve ahí rodaban por mi mente.
-¿Camila? El me llamó.
No quise mirarlo de nuevo seguí dándole la espalda sin moverme.
-No bastara, lo sé pero quiero que sepas que estoy muy arrepentido de haberte herido de esa forma. Sabía a qué se refería, las marcas en mi piel por su agarre al sacarme a la calle tardaron más de una semana en desaparecer, Eduard me había dado algún medicamento para el dolor pero ni eso había bastado, las heridas de sus palabras seguían doliendo.
Mis manos temblaron y luego miré un punto fijo sobre la puerta.
-Yo. En ese momento mi mente quedó en blanco sin saber que decir, no podia perdonarlo ¿O si?
-No sabes cuánto me arrepiento, he intentado por mucho borrar eso de mi mente de mi conciencia pero no puedo, no podré quizás nunca, gracias a eso me he perdido diez años de tu vida hija. Su voz sonó muy débil, más que hace unos minutos, el nudo en mi garganta me impedía casi respirar, no quería llorar.
-Diez años de la vida de Kilian, es tan parecido a ti, a cuando estabas pequeña, tan llena de energía y cariñosa. Su voz temblaba. -Tiene nuestros ojos. Soltó al final.
Mis lágrimas salieron sin poder impedirlo, mi corazón latía fuerte y el llanto de pronto se volvio casi imposible de detener, el hacia lo mismo detrás mío. Tomé fuerza y limpié agresiva mis lágrimas. -Necesito a mi hijo. Le dije intentando abrir la puerta.
Sus abrazos me lo impidieron, el me abrazo con fuerza. -Te buscamos hija, lo hicimos después de enterarnos que ese imbécil nos había mentido, lo hicimos por años pero tú te protegiste demasiado.
Yo intenté safarme del sus brazos pero el no me dejó. Solloze alto.
-No necesito que se justifiquen ahora.
-No lo haremos entonces, pero déjanos estar cerca tuyo cariño.
Me quedé quieta por fin aceptando su abrazo estaba cansada de luchar. Me giro rápido y me atrapó en un abrazo más cómodo y cálido. Rendida apoye mi mejilla en su pecho. Apenas era consciente de lo mucho que había extrañado sentirme así.
Mi padre había sido tan importante para mí desde pequeña, era mucho más unida a el que a mamá, era su princesa, el lo mencionaba cada que podía, pero todo se complicó cuando entre a la adolescencia, más cuando Chris cruzó por la puerta con su actitud arrogante, invitandome al cine, a mamá la convenció pero a papá nunca hasta que un día mi novio lo puso en mi contra contándole algunas cosas que hacía en la escuela, que eran terribles en la actitud de una jovencita como yo, aún no entendía como había creído en el si yo era su hija. Después de eso le siguieron más regaños, castigos y discusiones que se basaban en mentiras, yo como tonta aún enamorada había aguantado a Chris, según él todo lo hacía por mi bien y el bien de la relación, mis padres a esas alturas me habían encerrado casi en la habitación y mis amigas ahora ya no lo eran, Chris me había convertido en una persona solitaria y bastante estúpida. Creo que aún lo seguía haciendo era bueno en su trabajo.
Mi papá cubrió con su mano mi cabello y comenzó a tranquilizarme como cuando me caía y me golpeaba teniendo apenas 4 años, era extraño por qué lo estaba logrando aún haciendo tanto tiempo de eso. Por fin pude moverme y enlazar mis brazos a su espalda.
Besó mi cabello en varias ocasiones hasta que me calme por completo.
Desperté de un viaje en el tiempo y reaccione, al instante me aparte de el limpiado mis lágrimas furiosa.
-Aún así, hasta hace semanas siguen creyendo en sus palabras, Ki es su hijo y le está haciendo tanto daño, tanto como el que me hizo a mi y tu aun le crees. Le dije apretando los dientes.
-Ya no lo hago, lo único que necesito es recuperar el tiempo perdido, obtener tu perdón y alejar a Chris de sus vidas.
Trato de acercarse una vez más pero yo me retiré, di pasos hacia atrás hasta topar con la puerta. Quería sentarme y pensar, me sentía abrumada.
-Vamos adentro y platiquemos, dame unos minutos para explicarte. Casi suplicó. El abrió la puerta y me hizo entrar colocando su mano sobre mi hombro. -Kilian y tu madre están en la sala de juegos, acompáñame.
Lo seguí sabía a donde me llevaba, atravesamos el pasillo que daba al jardín trasero y una puerta antes giró a la derecha, su pequeño estudio. Era tan extraño y doloroso estar en casa de nuevo, miraba cada rincón nostálgica.
-Siéntate, tu mamá vendrá en unos minutos.
-No puedo. Le dije mirando hacia la pared de fotografías. En el centro una fotografía mía y de Ki se miraba reluciente, era la misma fotografia que Sofía me había pedido hace años. Ki tenía 5 apenas.
-Esa fue la primera foto que tuvimos de ustedes, ahí me di cuenta que era tan parecido a ti.
Dijo mientras se sentaba en la silla detrás de un escritorio, todo lucía igual solo que algunos muebles habían sido cambiados.
-No entiendo ¿Porque lo hicieron?
-Por que estuvimos al pendiente de su vida desde hace tiempo Camila, jamás pude perder la idea que algún día podríamos acercarnos a ti, la última vez que quisimos intentarlo tu y Ki se miraba tan felices que no me atreví a mirarte a los ojos y pedirte perdón, te haría infeliz, tu estabas pasando un buen momento así que decidí posponerlo, aunque todo salió mal porque pasaron demasiados años.
-Bastantes. Dije cansada. Mamá entró al momento con una bandeja grande, sobre ella había tres tazas, una de café y otras de té.
Ella las dejo sobre el escritorio y camino hasta ponerse tras de la silla de mi padre y colocar sus manos sobre los hombros.
-Me alegro de que hayas decidido entrar Mila. Yo comprendí que querían decirme algo mucho más importante. Me recargué sobre el muro de la puerta cruzandome de brazos, aunque minutos antes deseaba sentarme ahora no lo necesitaba.
-Es algo importante, es sobre Chris. Yo cerré los ojos esperando a que soltarán algunas de las cosas que el estaba dispuesto hacer para alejar a mi hijo, quizá ellos pondrían condiciones para ayudarme a mi.
-Necesitabamos hablar contigo lo antes posible, Chris vino a hablarnos sobre tu vida y debes saber que bajo ninguna circunstancia nos meteremos en el asunto, aún a pesar de que algunas cosas no nos incumben y no tenemos ningún derecho, conocemos que no tiene las mejores intenciones sobre todo después de demostrar que es un terrible padre y un hombre arrogante.
Yo asentí con la cabeza escuchando a mi padre hablar.
-Amanda su madre nos contactó hace casi 4 meses para advertirnos, Chris planea irse de aquí y llevarlos con el. Dijo mi madre.
Esa parte ya la sabía, pero su mirada trataba de decirme mucho más.
-Pero además estaba completamente en desacuerdo, ella conoce a su hijo y sabe que no lo hace con las mejores intenciones, además ella me dijo el motivo por el que sale de la ciudad. Yo tragué, no deseaba escuchar los motivos sabía que serían los peores.
-Necesita irse antes de que descubran que está en negocios ilegales.
-¿Que? Casi grité, por Dios yo aceptaba inconsciente que entrara a mi casa, quizá exponiendo a mi hijo.
-Lo hace y por eso quiere huir, tiene la absurda idea de reconstruir su vida fuera y formar la familia que según el tanto quiso.
Caminé sin detenerme por la estancia, no podía creer lo que me decían. Más lágrimas se acumularon en mis ojos, mi madre corrió hacia mi lado y me envolvió tratando de calmarme.
-Tranquila Camila, ahora nos tienes a nosotros. Yo me tense después de lo que dijo.
-Estoy logrando obtener pruebas en su contra y ya tengo varias, las suficientes como para obligarlo a alejarse de ustedes muy pronto hija. Dijo mi padre desde su asiento, yo recargué mi cara en el cuello de mamá.
Las noticias no eran las mejores pero por primera vez en años me sentí apoyada por mis padres, de verdad que saber todo eso me abría los ojos de cómo Chris había jugado conmigo como quiso, el mismo me había advertido que mis padres me odiaban y que a pesar de que sabían que el era el padre aún me querían fuera de su vida, por eso no intente regresar a casa, por eso y por mi orgullo. Limpié mis lágrimas al alejarme de mi madre y ella me miró compasiva.
-Dejanos ayudarte Camila. Me pidió mi padre.
Yo solo asentí y caí en cuenta que Sofía me había mentido.
-¿Lo planearon? ¿Planearon el aviso que me dió Sofía de que estaban de parte de Chris?
-En un principio le creímos por lo que dijo de Lauren.
Soltó mi madre, yo evite su mirada y pensé en lo estúpido que había sido al creer en todo, había alejado a Lauren sin razón alguna, ella tenía razón necesitaba cuidarme de verdad, de todos.
-Eso es independiente a toda esta situación.
-Lo comprendo. Dijo el. -Si tu felicidad está con ella nosotros no vamos a intervenir, ya te dije que lo único que deseamos es tu felicidad y la de Ki, entrar a sus vida de forma permanente.
-Aunque no es una condición. Dijo la mujer frente a mi, acarició mi mejilla como ayer.
Me sentí cansada y débil al momento en que mi cuerpo resintió todo lo que había descubierto apenas en algunas horas, los recuerdos y todas las mentiras que me habían envuelto por años. Recordé como Judith me había dicho que tarde o temprano entendería por que me había pasado todo ello. ~Son pruebas cariño, para hacerte fuerte y para que conozcas de la vida~ una lágrima vago por mi mejilla hasta que el dedo de mamá la detuvo. Sin pensarlo más me lancé a su brazos a llorar.
-Lo siento mamá. Le repetí mientras la apretaba. Los brazos de mi padre nos envolvieron a las dos.
-Perdonanos tu a nosotros. Dijo en mi oído.
Cuando menos me di cuenta llevaba ya casi 3 horas dentro de la casa. Sofía había entrado al estudio de forma precipitada y me abrazo como nunca lo había hecho.
-Estas en casa hermana y estarán bien. Sus palabras sonaban tan maduras, ahora entendía que había hecho tantas cosas por mi.
Por una parte agradecí que ellos fueron duros conmigo, aprendí a salir adelante sola y crié a Ki con todo el amor que pide darle, hasta entonces lo hacía. Me sentí más tranquila cuando Ki me miró y corrió para que lo cargará, estaba grande pero aún me permitía tomarle sobre mis brazos para darle cariño.
-Hola mi amor. Le dije. -Te extrañe.
-¿Estas llorando? Preguntó curioso. Sonó mis mejillas y besó mi nariz. Yo no pude evitar reír.
-Lo estuve es que miré algunas fotos y me pusieron nostálgica. Mentí, tras de nosotros pude observar como mi padre sonreía, Sofía hacia lo mismo pero a la vez limpiaba algunas lagrimas.
Fue extraño cenar junto a ellos esa noche, pero sin duda era un comienzo, doloroso pero a la vez reconfortante, no podía perdonar ni perdonarme muchas cosas, pero poco a poco las iba a superar.

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