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LAUREN
-¿Como que no sabes bien a donde la llevarás?
Preguntó en burla Marcus en el teléfono.
-Ya hice una reservación en el restaurante, pero respecto al resto no estoy segura ya te lo dije.
-Yo te avisé que dependía de lo que realmente querías con ella.
Rodé los ojos al recordar que ya había repetido para el mis intenciones con Camila.
-Eso ya lo sabes, Marcus no sólo se trata de una noche se trata de una relación bien.
-¿Le quieres entonces? Cuando hizo la pregunta parecía que mi corazón era el que quería responder. Los latidos comenzaban a escucharse tan altos que temía que mi amigo lo escuchara por el teléfono.
-Si. Dije en un suspiro.
-Vale ya te lo creí, llevo tanto tiempo escuchando lo que le dirás cuando se lo pidas me ha llevado a pensar que lo que menos querrá saber es el sitio donde estarán de pie.
-No se aún no estoy muy segura de que le guste, además de que..
-Deja las dudas quieres, ya se está haciendo tarde y aún debes conseguir los pétalos para la cama.
-Puedes dejar de bromear con eso...estoy muy segura que sólo quiero dormir junto a ella sin intentar nada, es muy pronto.
Soltó una carcajada a través del hablante que lo alejé de mi molesta.
-Colgaré eres un pésimo consejero.
-Hey debes respetarme, los consejos anteriores te funcionaron.
-Me voy. Dije apunto de colgar pero su voz me detuvo.
-Debes hablarme mañana y contar que tal estuvo todo, sino lo haces soy capaz de viajar para allá y sacártelo a golpes.
Colgué con una sonrisa tonta en la cara para luego saltar del sofá al recordar que debia arreglar unos detalles para la noche, estaba nerviosa pero un así tenía ganas de que el tiempo pasará más rápido y llegar a disfrutar de la compañía de Camila toda una noche, aunque era extraño salir sola con ella, me veía también extrañando al pequeño Ki interrumpiendo nuestros momentos durante la cita.
Faltaban dos horas para que se llegaran las 8 y ya caminaba de un sitio a otro en la casa. Estaba ansiosa y trataba de memorizar el discurso que había preparado. Fastidiada llegué a concluir que era mejor improvisar y decirle realmente lo que estaba sintiendo. Recordé que aún no sacaba la caja aterciopelada del cajón, esa que había comprado desde Vancouver y que deseaba tanto dársela a Camila.
Me metí a la ducha con una sonrisa boba en la cara, tanto que ya empezaba a doler. Cuando termine con el baño decidí que era mejor usar ropa cómoda y no tan elegante para poder estar mucho más tranquila en la cena. ~Demonios~ me grité en la mente no había recordado decirle a Camila que no debía ir tan elegante. Aunque ella no vestía tan seguido asi sabía que al salir a cenas importantes lo hacía.
Mi atuendo era como siempre pantalón ajustado color negro y una blusa blanca corta con un estampado común. Los zapatos negros eran con un tacón pequeño y al probarme las chaqueta elegí una negra. Mi cabello ahora era un poco más corto así que lo deje al natural al igual que mi maquillaje.
Cuando miré de nuevo el reloj faltaban sólo 15 minutos para la hora así que decidí salir para estacionar el auto frente a la casa de Camila. Antes de salir tome lo necesario y lo metí en el auto, cerré la casa con las manos temblando. Estaba tan nerviosa que el pequeño ramo de rosas se me quedó en el sofá. Estacione en frente y corrí a la casa sólo para mirar el reloj de la pared, 1 minutos para las 8 pm.
Cuando me paré en su puerta una gota de sudor caía por mi frente, la quite como pude y toque el timbre.

CAMILA
Terminé de colocar mis pendientes y justo el timbre resonó por toda la casa. Solté un suspiro y trate de moderar la terrible sonrisa que asustaba. Arregle mi vestido frente al espejo asegurándome que mi cabello luciera perfecto. Los zapatos eran un poco altos haciéndome sentir insegura, ~Quizás no debas llevártelos y así evitar una caída. ~ Me dije. Recordé a medio pasillo lo que llevaba bajo el vestido lo cual me hizo sentir mucho más nerviosa. Abrí la puerta y sólo mire una ramo de rosas blancas frente a mi, poco a poco me permitieron ver unos ojos verdes tras de el. Sonreí como una adolescente.
-Hola Camila. Dijo en con su voz ronca pero a la vez sonando tímida.
-Hola. Extendió el ramo hacia mi y cuando las tome ella no dudo en acercarse para colocar un beso en mi mejilla. Sus labios permanecieron un tiempo tocando mi piel y al separarse rozó su nariz con la mía. Ambas sonreímos.
-Muchas gracias por las rosas. Agradecí.
-Alguien me dijo que te gustaban. La pequeña sonrisa traviesa de mi hijo apareció en mi mente, me hizo darme cuenta que esas charlas y sonrisitas frente a la televisión eran más que bromas, estos dos hablaban de mi la mayoría del tiempo y estaba más que segura que el le daba consejos para conquistarme, el me conocía bien.
Solté una risa. -Me gustan mucho, aunque la gente las vea como muy comunes a mi me encantan y además su olor es tan suave. Aproveché la oler una de las rosas, sonreí al mirar a Lauren encantada por que me gustaron.
-Las colocaré en agua, iré por mi bolso y salimos.
Le dije para comenzar a caminar. Ella se quedó en la puerta esperando por mi, siendo eso para mí muy divertido, de verdad que me sentía como en mi adolescencia.
Antes de salir con mi bolso recordé que habia alistado un chaqueta ligera por si hacia algo de frío pero finalmente pensé que era innecesaria.
Cuando llegué a la puerta la atrape hablando sola.
-¿Que dices?
Le pregunté riendo. Su postura cambio a ponerse un tanto rígida y negó nerviosa.
-Nada, sólo... ¿Estas lista ahora?
Asentí con la cabeza y luego ella paciente esperó a que cerrará la puerta. Cuando tome su mano y caminamos al auto, ella se detuvo haciendo chocar medio cuerpo con el suyo.
-¿Pero que?
-¿Donde está Kilian? Preguntó preocupada. Dios era tan linda ver cómo se preocupaba por mi hijo que me daban una ganas incontenibles de besarla. Acaricié su mano para tranquilizarla.
-Con Amy, ella vino por el hace una hora aproximadamente.
-Oh bien, lo siento pensé que lo cuidaría aquí en la casa. Negué con la cabeza.
-Ellos ahora deben estar comiendo golosinas a morir y viendo una película cómica. Le dije con una leve sonrisa.
Acarició ahora ella mi mano y continuamos el camino hacia el auto en silencio sólo disfrutando de las pequeñas caricias en nuestras manos unidas.
El viaje al sitio de la cena estuvo demasiado callado para mi gusto pero supuse que se debía a los nervios que ambas teníamos. No entendía aún como nos pasaba si ya llevábamos semanas actuando como si fuéramos una pareja.
Sin darme cuenta estuvimos estacionadas frente a un restaurante de comida italiana, era elegante pero a la vez relajado, un sitio para pasar una cena familiar o en pareja.
-¿Quieres cenar aquí o...?
La mire a los ojos cuando ella intentaba saber si el sitio era suficiente para mi, lo que no terminaba de entender era que para mi era tan insignificante el sitio donde nos encontrábamos si ella estaba conmigo, sólo su compañía me hacía olvidarme del resto.
-Es perfecto. Dije ella asintió y salió del auto demasiado rápido que cuando menos me di cuenta ya sostenía mi puerta para que saliera. Al bajar acomodé mi vestido y le di el espacio suficiente para cerrar el auto.
Antes de alejarnos y entrar le tome la mano.
-Lauren...yo opino que debemos dejar los nervios ¿Si? Yo lo haré y quiero que sepas que hagas lo que hagas ya estoy más que contenta de salir contigo, a mi me basta con mirarte a los ojos para sentirme feliz.
Ella sonrió como nunca y sin resistirnos nos dimos un pequeño beso.
-Vale, entonces entremos.
Nuestras manos estuvieron unidas en todo momento, mientras pedimos nuestra cena, durante ésta, cuando charlamos de temas variados y hasta cuándo una pareja de ancianos nos miraron raro en la mesa de a lado.
El postre llegó y ambas soltamos un gemido al probarlo eran tan bueno el pastel de chocolate que nos olvidamos que esa pareja nos miraba, yo le di una que otra cucharada en la boca y para cuando ella lo intentó término llenando mis labios y mejilla de chocolate, la mesa era pequeña así que sin levantarse de su lugar se inclino para limpiarme con una servilleta y colocó un beso sobre mi mejilla.
-Tan dulce. Pronunció sin especificar a qué se refería si al chocolate o al beso. A mi me parecía mucho más dulce su actitud. Tan formal y a la vez descuidada, ella trataba de que todo saliera perfecto durante la cita.
-Al fin. Dijo de repente, después de que se dio cuenta que lo dijo en voz alta se sonrojo. -Aaa yo...
-Esta bien supongo que ya no soportas mi compañía. Dije en broma, supuse que había dicho eso por que el postre estaba agotado y quería ir a otro lugar.
-¿Que? No Camila...me refiero a que...no...yo quiero decir.
-Shh... Le dije divertida cuando ya no pudo pronunciar palabra alguna y trato de soltar mi mano apenada. -Entiendo a lo que te refieres. Me incliné hacia ella un poco y le pedí con la cabeza que hiciera lo mismo. Cerró los ojos pensando en que la iba a besar pero la sorprendí al inclinarme hacia su oído y susurrar. -Yo también siento que aquellos dos nos miran raro, vámonos de aquí.
Ella abrió los ojos de golpe y casi caía de la silla, carraspeo la garganta algo incómoda.
-Si, sólo iré a pagar. Le guiñe un ojo.
-Iré al tocador un momento y te espero para salir de aquí.
Cuando me levanté de la silla y caminé algunas mesas miré de reojo como pedía la cuenta al mesero desde su lugar sin levantarse, el motivo por el cual me fui de la mesa era por que quería evitar la pequeña discusión de que yo insistiría en pagar al menos la mitad de la cena y ella entraría en el papel de quien invita paga. Así que sin dudar aproveché para verificar que mi vestido no tuviera alguna mancha. Sonreí satisfecha al pensar como ambas siempre conseguíamos un tema de conversación y lo bien en qué nuestras manos encajaban. La ansiedad llegó a mi al notar que ella realmente tenía otros planes para la noche, además de que estaba segura de que faltaba la petición, finalmente era el objetivo de la noche. ~Si se pone nerviosa, entonces tu lo haces Camila~ Pensé. Si ella no me lo pedía yo se lo pediría a ella. Sonreí como tonta y salí del servicio sólo para encontrarme con una extraña escena, Lauren discutía con el anciano de la otra mesa. Me acerqué con pasos largos preocupada.

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