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LAUREN
Camila era mucho más delgada que yo así que no dude en hacerla engancharse a mi cintura levantando del piso y caminar hacia el sofá grande de la sala.
Entre besos en el cuello y la cara logré colocarla despacio sobre la superficie suave del sofá, sus manos apretaban mi nuca y yo buscaba la manera de arrancar la blusa que traía encima. Llevaba demasiado ropa a mi parecer.
-Lau. Me llamó entre besos. -Debemos ir a la cama.
-Ya no aguanto. Le dije directa, quité mi playera negra de mi torso levatandome de ella y comencé a desabrochar mi pantalón. Ella de inmediato se sentó para quitarse la ropa.
Cuando la miré mientras desabrochaba su sostén no aguante más y me lancé a ella, con mis manos ansiosa terminé su tarea dejándola desnuda de la cintura para arriba. La recosté de nuevo en el sofá y me tumbé sobre ella. Besé su cuello hasta succionar algo de piel, sus leves gemidos comenzaron a aparecer en el silencio de la sala.
-Dios. Dijo cuando metí mis manos entre nuestros cuerpos y tomar sus pechos con las manos. Mientras la besaba rozando mi lengua con la suya apreté la masa entre mis dedos, ella gimió más alto.
Tomé su cintura tan pequeña y comencé un movimiento arriba abajo rozando las partes necesitadas de nuestros cuerpos. -La ropa. Le dije al oído. Segundos después ambas desnudas totalmente nos fundimos en una danza erótica, me moví sobre su cuerpo a mi antojo sintiendo la suavidad de este.
La hice que se sentara en mi regazo mientras yo me recargada en el sofá. Sus pechos quedaron a la altura de mis labios así que los tomé para saborearlos, mi lengua rodeo uno de sus pezones rosados y me sorprendí cuando tomó mi cara para acercarme más y probarla por más tiempo. Cuando abrí mis ojos y traté de mirar su cara, me tope con la mejor imagen, una sexy imagen, ella mordía su labios inferior mientras cerraba sus ojos, su mano derecha apretaba el pecho del mismo lado y de la nada comenzó a cabalgar sobre mi cuerpo, Dios era lo mejor que mis ojos podían ver, su humedad se restregaba en la piel de mi abdomen. Cuando ella sintió que deje de moverme abrió sus ojos preocupada.
-¿Qué ocurre? Preguntó con voz débil.
Le di una sonrisa traviesa.
-Nada corazón sólo me encanta ver que también estás igual de excitada.
Negó sonrojardose y trato de ponerse de pie.
-No, no ¿A donde crees que vas?
-Lau sólo...
-Ven aquí. La apreté para mi y sentí sus pezones rozar los míos.
Uni nuestros labios una vez más, sintiendo su aliento acelerado y sus labios hinchados por la acción, mientras la besé le susurraba lo que me hacía sentir, me enloquecia.
Tomé sus nalgas con mis palmas para comenzar a moverla sobre mi.
-Abre más las piernas. Le dije. Ella me obedeció, quería sentirla mucho más, era necesario para comenzar a moverla sobre mi. -Asi bebé, sientelo. 
Necesitaba decirle palabras guarras, era algo que me ponían al cien pero aún no sabía cómo las tomaría ella.
Cerraba los ojos sintiendo todo, yo pude hacerlo también pero no queria perderme su imagen, su linda cara cuando llegará al clímax.
La sitúe de una forma tan extraña y necesitada hasta que nuestros centros se tocaron.
-Sigue. Dijo acelerada. Sin dudar la tome de las caderas mientras ella se apoyaba con ambos brazos en el sofá y juntando nuestros pechos, me moví mucho más rápido, podía sentir como mi vulva rozada la suya, era todo húmedad, su cuerpo estaba cubierta por una capa ligera de sudor, emitía un olor tan peculiar a ella una mezcla de esencias, vainilla, rosas frescas y olor a sexo.
Estaba llegando pero quería que ella lo hiciera primero o ambas al mismo tiempo. Recargó sus labios en la piel de mi cuello, me excitó tanto todo que grité su nombre, su cuerpo se tensó sobre el mío y sentí una mordida en el hombro.
-¡Lauren! Gritó por fin y los espasmos de su cuerpo provocaron que mi orgasmo se extendiera más. Tomé su torso para besarla, moví mis labios con desesperación, necesitaba hacerlo, su respiración era irregular y se soltó del sofá para colocar sus manos sobre mis brazos. Me recargué en el respaldo de sofá y la arrastré conmigo aún sentada en mi regazo.
Sentí como la humedad se pegó sobre una parte de mi abdomen. Era algo de ambas, la muestra de que ambas estábamos satisfechas.
Me separé del beso para sonreír.
-Eres increíble amor.
Ella sólo se acurrucó mas en mi.
Su silencio me preocupo un poco, así que con caricias la hice mirarme. Sus ojos estaban llenos de duda.
-¿Cami?
Ella trato de desviar su mirada. -Hey, hey dime qué pasa. Tomé su barbilla con mi mano.
-Es sólo....no se ¿De verdad te parece bueno lo que hago? Tu tienes más experiencia ¿Estas?
Levantó su cejas y luego sentí como su cuerpo trato de hundirse avergonzada.
-Camila, ¿De verdad crees que no es suficiente? ¿Quieres matarme?
Ella negó aun insegura. -Pero si sólo me basta con mirarte para querer comerte, eres tan suficiente para mi que me corro con tan solo ver tu cuerpo desnudo.
-No es verdad. Dijo triste.
-Dios, de verdad que hago todo lo posible por aguantar y no correrme antes que tú, te mueves tan sensual y creeme que ahora estás mucho más atrevida y eso me gusta, quiero que te sientas así como hace rato, te moviste sobre mi por que lo necesitabas y sin darte cuenta me excitaste más y tu lo disfrutaste, así debe ser mi amor.
Su sonrisa tímida apareció en su labios dándome a entender que lo estaba superando. -Mirame de forma traviesa corazón. Le suplique sonriendo. Cuando me miró de nuevo a los ojos los suyos brillaban divertidos, excitantes y sensuales. Atrape su labio inferior.
-Vamos a la cama ahí habrá más espacio.
Mientras ella se puso de pie yo quite mi reloj de mano aventándolo al sofá. Camila camino a prisa por el pasillo desnuda. Sus trasero respingón me hizo sonreír, deseaba morderlo hasta el cansancio. La seguí a prisa y antes de que atravesará la puerta la tomé por detrás, mordí el lóbulo de su oreja.
-Me debes una mordida. Dije y cuando se giró hacia mi miró mi hombro. Una marca roja oscura estaba apareciendo. Yo le sonreí y levanté mis hombros, quería cobrarmelas pero no ahora. Sin dejar de abrazarla traté de llegar al apagador en la pared. Encendí la luz pero ella de inmediato la apago.
-Camila. Dije luego de que hizo eso.
-Lo quiero así Lau. Bufé comenzando a enfadarme, necesitaba verla a toda luz mientras se corría.
-No, es sólo por que te da pena pero debes saber que no es necesario ya conozco cada rincón de tu cuerpo.
Soltó una carcajada mientras la levanté y la arroje a la cama, ella se levantó con sus los codos para mirarme llegar a ella de forma sensual. Al momento en que se tocaron nuestra piel ella soltó un suspiro.
-Quedate quieta. Le advertí. Insegura sólo se puso comoda sobre el colchón. Mis labios saborearon su cuello para luego besar entre sus pechos, con dulzura lamí sus dos pezones rozados, dando succión al final. Deje un rastro sobre su abdomen y metí mi lengua juguetona en su ombligo.
-Tan dulce. Dije cuando besé en medio de sus muslos. Separé sus piernas para situarme ahí. Por instinto miré a su cara para ver cómo respondía a mis caricias. Sus manos agarraron con fuerza la cubierta de la cama arrugandola y su cuerpo se arqueó justo cuando pase el pulgar por su botón sensible.
Mi lengua jugó con su clitoris por un buen rato hasta que sentí como volvía a tensarse, besé su vientre y subi hasta sus labios. Una de mis manos tomó su cuello y distraída acepto que mi dedo entrara en ella.
-Lauren. Sus gemidos inundaron la habitación. Metí otros dos dedos en ella y comencé a moverme dentro, su cuerpo respondía de la misma forma, haciendo que yo pudiera introducir más mis dedos en ella, comenzamos una danza erótica.
Apretó una de sus manos en mi pecho y la otra la envolvió sobre mi espalda donde rasguño sin detenerse.
Su cuerpo suave acarició el mío mientras la embestia sin medida.
Besé su cuello y luego su boca.
-Te amo Camila. Repetí sobre sus labios. Su cuerpo se arqueó cuando mis dedos fueron apretados en su interior. Estaba cerca, me alejé de su su boca para succionar sus pechos y mi mano entrelazó la suya sobre la cama.
-Te amo Lauren. Dijo para finalmente culminar con un grito intenso, se tensó aún más y su respiración se detuvo por segundos, suspiró luego para dejarse caer exhausta. Yo saqué mis dedos de su interior y acaricié su cuerpo con delicadeza. Me recargué sobre su pecho donde escuché cada latido acelerado de su corazón. Besé el sitio y cuando abrió sus ojos me demostraron todo el amor que pudieron.
Con sus manos acarició mi mejilla y mi cabello hasta que sentí como su respiración se volvía pacífica, susurró unas palabras sin sentido y durmió satisfecha.
Me baje de ella con cuidado de no despertarla y la acurruque en mi hombro.
Fueron dos horas las que permanecí viéndola dormir, sus labios rozados e hinchados estaban entre abiertos y soltaban suspiros tiernos. Su mano estaba enredada en mi cintura y sentía como sus piernas rozaban las mías por momentos, entrelazadas. Miré sus pestañas que acariciaban levemente su piel en las mejillas y su cabello lucía realmente sexy sobre una parte de mi hombro. La cubrí con la sabana de su lado y abracé su cintura acercándose más a mi. Ahora estaba peligrosamente enamorada de ella, era esencial para mi vida. Por las mañanas era mi sol, me encantaba platicar con ella de cualquier cosa, abrazarla, besarla y protegerla, a ella y a Kilian, la amaba tanto que me dolía. Me dolía tan solo pensar en perderla en algún momento, ella ahora era mi razón de vivir así como años atrás era mi razón para volver a ver, ahora era mi más grande inspiración, así de pequeña, dormida y con su cuerpo sobre el mío. Quería estar con ella siempre.
Haría todo lo posible por mantenerla a mi lado. Suspiré cansada y finalmente me rendí al sueño.
Cuando desperté en esa ocasión Camila ya no estaba.
Sentí con una mano su ausencia en la cama y me desperté saltando de la cama, tomé distraída la sabana para cubrirme, cuando estuve a punto de salir al pasillo su voz me llamó.
-¿A donde vas? Dijo divertida. -No son mis padres.
Estaba desnuda junto a la puerta del baño.
-Oh bebé, sólo me asusté cuando no te vi dormir a mi lado.
-Tuve una necesidad fisiológica.
-Ya. Rasqué mi nuca algo avergonzada por imaginar que realmente se había ido
-Ven aquí.
Cuando llegué ella me abrazo por el cuello y me dió un beso tierno.
-Quiero dormir un ratito más.
Yo asentí con la cabeza y ambas nos dejamos caer en la cama, sentí como me dió la espalda y me estiró para que la abrazara.
-De cucharita. Dijo riendo, suspiró varias veces. -Quitate la sabana Lauren.
La aparte de mi cuerpo para sentir plenamente la piel de Camila, mi centro se sintió húmedo cuando chocó contra sus nalgas. Quise excitarla con un pequeño roce pero cuando menos me di cuenta ella estaba de nuevo dormida. Bufé algo ansiosa.
Besé su hombro por un buen rato mientras miraba la luz que entraba por la ventana.
El teléfono comenzó a sonar.
Ella intento ponerse de pie pero yo se lo impedí.
-Contestare yo corazón.
Caminé como pude hacia la sala donde estaba el inalámbrico.
-Hola.
-¿Camila? Fruncí el seño, era otra vez ese imbécil.
-No, ella no está ¿Que se te ofrece?
Guardó silencio por un tiempo hasta que soltó una risa en forma de burla.
-Ah así que eres tú de nuevo, la vecina entrometida.
-Supongo que tu eres el poco hombre que intentó forzarla.
La carcajada del otro lado me hizo apretar el teléfono, odiaba a este tipo, lo odiaba en serio. Ahora que Camila era mi chica no iba a permitir que la dañara.
-Nos conocemos bien querida, pero no habló para perder el tiempo contigo, comunícame con ella.
-No lo haré y más te vale mantenerte al margen, ella ahora está conmigo.
-¿Que? Soltó sorprendido y enfadado.
-Lo que escuchaste, no es necesario que la busques más, ella ya está feliz con alguien y de una vez te advierto que ya no formas parte de la vida de Kilian. Mi voz sonaba tan dura en ese momento y sentía que la cabeza me iba estallar de furia.
-Tu no eres nadie para entrometerse aunque te folles a Camila, ella esta solo contigo para divertirse, no es lesbiana sólo quiere dejar de estar aburrida me extraña.
-¡Maldito idiota! Le grité.
-Aunque grites zorra, no es más que la verdad mándale saludos de mi parte y disfrútala mientras yo no aparezca.
Colgó sin dejarme gritarle de cosas. Arroje el teléfono al piso. Caminé a la habitación buscando algo de ropa interior que había guardado en un cajón en el armario por si un día se ofrecía.
-¿Lauren? Preguntó Camila sobre la cama, no la miré necesitaba calmarme antes de poder hablarle sino todo saldría mal. -¿Amor?¿Que ocurre?
Me vestí sólo lo necesario para sentarme en el jardín pero cuando quise salir por la puerta trasera Camila me detuvo, vestía sólo ropa interior, debió cambiarse cuando yo no le respondí. Con un movimiento brusco retiré su toque.
-Maldición. Dije cuando la miré dolida, había lastimado su mano en el intento de huir. -Lo siento. Traté de calmarme mirando al piso y sosteniendo mi cabello. -Lo siento Cami. Quise abrazarla pero se apartó. Me dejó ahí sin poder decir nada, sólo escuché sus sollozos por la casa.
Salí al jardín para calmarme, tan solo de imaginarme que el les hacía daño me enfurecia de nuevo. ~Concéntrate Lauren, todo está bien ahora, el solo dice cosas por decir para hacerte sentir débil pero debes protegerlos~ me dije en la mente. Froté mi cabeza un par de veces y miré a la casa. Debía entrar para disculparme con Camila.
Cuando volví a la habitación ella estaba boca abajo sobre la cama, sollozando y abrazando fuerte una almohada.
Me senté en la cama con cuidado y me acerqué poco a poco a ella. Besé su espalda y tomé la mano donde la había golpeado, la besé de forma tierna, sus sollozos aumentaron.
-Mierda. Repetí mientras la consolaba.
-Lo lamento mi amor, perdóname por favor, lo hice sin pensar.
Ella negó con la cabeza aún sin voltear hacia mi pero dejándome tocarla.
-No quería hacerte daño amor, mirame ¿Si?
-¿Quien era?
-Primero mirame. Le pedí. Ella se retiró de nuevo a mi toque. -Mirame, quiero que me perdones por lastimarte. Besé sobre su cabello.
-Si me dices quien llamó lo haré.
-Dios. Suspiré. -Solo házlo más fácil cariño.
No se giró pero si se puso de pie dándome la espalda todo el tiempo mientras tomaba su ropa para entrar al baño.
-Camila. Le dije con voz débil.
-¿Quien era Lauren? No lo repetiré de nuevo.
Bufé enfada y me sitúe frente a ella, entre su cuerpo y la puerta del baño.
-Era Chris. Su cuerpo se tensó y luego me dió una mirada interrogativa.
-¿Que dijo? ¿Queria hablar conmigo?
-Si. Se cruzó de brazos.
-¿Porque no me lo pasaste?
Mi cara tal vez se distorsionó igual que la suya, no podía creer lo que me decía.
-¿Para que mierda querías hablar con el Camila? Sentí calor por las mejillas, estaba apunto de explotar, no entendía a que se refería, ¿En serio? Me dije en la mente.
-El es el padre de mi hijo. Simplemente genial me repetí sorprendida por sus palabras y haciéndome estallar.
-¡Lo abandonó por dos años, luego regresó sólo para hacerlo feliz por momentos y después intento abusar de ti! Con un demonio ¿Aun lo consideras su padre?
Le grité no pude más. Ella me miró enfadada, me aventó la ropa que llevaba en las manos e intentó salir de la recámara.
-¡No! ¿A donde vas Camila?
-¡Suéltame! Gritó de la misma manera que yo lo hice. La sujete contra mi cuerpo. Entre gruñidos la detuve de golpearme y ambas terminamos en el piso, yo sobre ella. Suspiró frustrada al no poderse poner de pie y comenzó a llorar alto. Yo la abracé.
-Camila, hice lo que tuve que hacer, le amenace como la última vez, yo no dejaré que se acerque a ustedes.
Ella se abrazó a mi sollozando y respirando con dificultad.
-Mi amor tranquila. Duramos unos minutos ahí en el piso mientras se calmaba, verla llorar era mi debilidad. La cargué hacia la cama y ambas nos abrazamos ahi.
-Yo sólo lo quiero que no se enfade más, tengo miedo de que haga algo para separarme de Kilian. Luego se sentó. -No debiste decir nada de nosotras.
-Lo hice Camila para que el supiera que no iba a ser fácil tenerte de vuelta para dañarte, no lo permitiría mi amor, me importas demasiado.
Bufó otra vez y se dejó caer sobre mi.
-No se que hacer.
-¿Te habló antes? Le pregunté no queriendo escuchar la respuesta.
-Si.
-¡Camila! Le reclamé. -¡Debiste decírmelo antes! ¿Porque mierda no lo hiciste?
Ella frunció el ceño.
-No me grites. Dijo apretando los dientes.
-Esta bien, ya no lo haré.
-No te dije por que es un asunto entre el y yo.
-¿Te amenazó? Le pregunté comenzando a enfadarme de nuevo.
-No. Dijo y agachó la mirada, si había hecho.
-Júramelo. Ella ni siquiera subió su mirada, luego negó un par de veces.
-¡Demonios! ¿Entonces que clase de confianza tenemos Camila?
Ella no habló más por un rato mientras yo trataba de pensar como solucionar todo el problema. Ambas sin palabras, después de una grandiosa noche se arruinaba por la llamada de ese idiota.
Suspiró cansada.
-Tienes razón. Dijo sería. Casi la tomo para sacudirla y hacerle ver la realidad.
-¡Pues claro que la tengo! Mi tono alto la fastidio de nuevo.
-No me grites.
Bufé una vez más. -Esta bien, lo siento, lo siento por ocultarte la llamada, por decirle lo nuestro y por haberte golpeado en la mano.

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