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LAUREN
-¿Que demonios haces?
Entró Marcus al armario donde yo sacaba toda la ropa posible y lograba hacerla entrar en las dos maletas.
-Mi equipaje ¿No es obvio? Le contesté sin mirarlo, no tenía mucho tiempo para arreglar lo que llevaría.
-¿De nuevo con esa absurda idea? Me reprochó.
-No es absurda es lo que necesito.
-No puedes irte ahora Lauren ¡Deja eso ya!
Gritó lo suficientemente alto como para llamar mi atención. Aún seguía con su intención de evitar que viajará.
Una hora antes había asistido a la reunión antes del lanzamiento de mi segundo libro, pero habían mencionado algo que no me agradaba, el tiempo en que estaría en Vancouver promocionando. Mi tiempo ahí estaba contado hasta hace algunos días, estaba decidida a regresar a casa. Así lo llamaba ahora, ya no era ahí sino justo a lado de Camila, en la casa de lado por supuesto.
Cuatro meses habían sido suficientes para arreglar todo mi lío en la mente, la situación con mis padres y la ruptura inevitable entre Camila y yo estaba olvidada, ya no quería mantenerme lejos así que regresaría por ella de forma definitiva. La herida estaba cerrada y además el lanzamiento del libro sería en unos días, eso me daría un mes aproximado para pasar con ellos, el resto de compromisos los arreglare, viajaría las veces que fueran necesarias pero volvería a mi hogar, eso seguro.
Marcus por supuesto estaba en contra de eso, por el tiempo que pasaría en un avión y mi actitud de adolescente enamorada, abandonaría mi sueño en Vancouver, como comprar una casa en medio de la nada para seguir escribiendo y siendo dependiente completamente de mi amigo, lo entendía sabía que le dolía que lo abandonara pero eran mis decisiones y mi felicidad. Además de que estaba segura que el seguia obteniendo ganancias del negocio de la editorial. Ni por interés debía conservarme cerca.
-Marcus, hagas lo que hagas, digas lo que digas no me quedaré.
-¿Y que con tus padres?
-Viajare hasta aquí cuando sea necesario, estarán bien.
Se sentó cansado sobre la cama mientras yo cerraba una de las maletas.
-Marcus, entiende ya no deseo estar aquí, no soy feliz, necesitó recuperar la situación con ella.
-¿Porque te empeñas en seguir con Camila? Puedes tener una chica mucho más guapa con las mismas expectativas que las tuyas, libre y sin hijos que acarrean problemas.
-Ki no es un problemas, Dios, los amo a ambos.
-Ya lo has repetido, pero date cuenta cariño, las cosas terminaron mal la primera vez el probable que todo esté peor y ahora regresarás aquí más rota.
-No lo haré. Dije sonriendo, rodé los ojos el seguia en su papel de padre.
-Si lo harás, en cambio si te quedas puedes conocer a otras mujeres, más lindas y con buenas piernas, como te gustan.
Me reí de sus palabras. -Lauren, está por ejemplo Emily, saliste con ella unas semanas, por que no reinician lo que tenían te volverá loca en unos días te lo aseguro.
-Ya estoy loca por alguien más, no lo necesito y Emily era sólo una buena amiga, no la amo.
-Es por que....tal vez por que aun no tienes sexo con ella, que importa si no se aman, después del amor esta el buen sexo.
Solté una carcajada. -Y bueno quizá Camila ahora no esté precisamente esperándote sentada, tal vez este sobre la cama y con el padre de su hijo entre las piernas.
No lo tolere más y grité.
-¡Ya basta! No cambiaré de idea y Camila jamás haría eso, entiendelo Marcus es a quién amo y se que ella ahora está sola, esperando por mi, ella también me ama.
-Ni siquiera es tu novia ¿Que es? ¿Tu amante?
-Mi mujer. Le grité nuevamente, el no tenía ningún derecho en expresarse así de Camila.
El río y cuando estuvo a punto de salir por la puerta lo llamé.
-Si no estás de acuerdo con esto Marcus entonces es mejor que no sigamos siendo amigos y si al menos tratas de mostrar respeto por ella estaré encantada de recibir tu visita y haré que se conozcan mejor, ella no es como piensas...no la juzgues sin conocerla.
Negó y salió azotando la puerta. Era un maldito idiota. Mira que proponerme olvidar a Camila teniendo sexo con Emily era absurdo. Jamás podría olvidar a Cami.
Terminé con la segunda la maleta y tome un largo baño, saldría por la madrugada hacia el aeropuerto.
Camila se enojó conmigo ese día que terminó por no responder mis llamadas. Pero Amy era una buena fuente de información, a veces admitía que Camila estaba a su lado haciendo caras de fastidio y me había confesado que tenían malos días igual que los míos, Camila la pasaba mal como yo.
La extrañaba tanto.
Un día fuí a la casa de mis padres donde mi padre me saludó apretando uno de mis hombros, me hizo pasar.
-Te lo iba decir hace días, pero no sabía si estabas ya en la ciudad. Me dijo mi padre.
-Regrese hace semanas.
Me guió hasta su recámara, con algo de miedo lo seguí, sabía que mi madre tenía algo.
Cuando entre la miré una mueca de dolor y las lágrimas corriendo por sus mejillas. Mi madre estaba sobre la cama con una férula en toda su pierna.
-¿Mamá?
Miré a mi padre a mis espaldas buscando alguna respuesta.
-Se cayó hace días de la escalera, tuvo noches demasiado inquietas, no podía dormir así que en la madrugada bajó, no dió muchos pasos antes de caer...Le hicieron cirugía.
Caminé decidida a su lado en la cama y trató de sentarse. -No espera. Le impedí que se moviera. -Dios, ¿Porque no me avisaste antes? Le hice la pregunta a mi padre.
-Yo se lo pedí, Lauren. Dijo ella con la voz cansada y limpió algunas lagrimas.
-¿Estas bien? Le pregunté mirándola a los ojos.
-Si. Sólo dijo y miré como mi padre salía de la habitación. -Intente moverme y me lastime.
-Lamento que haya pasado, y más no estar aquí, debí estarlo. Dije de pie mirando por la ventana.
-No debes sentirte culpable, estabas ocupada y fuera.
-Bueno pues debí regresar.
-¿Como estuvo todo alla?
Su pregunta me sorprendió jamás imaginé que se interesaría por algo de mi vida. Recordé realmente como la pasé y decidí sólo contarle las cosas buenas.
-Conocí la casa, mi recámara y gran parte de la ciudad, pude mirar donde viví por años.
-Eso debió ser bueno.
-Más que eso, aunque fue algo diferente, debí regresar desde hace tiempo.
-¿Y la casa de Judith?
Eso me hizo tener en mente como es que las cosas habían cambiado, ahora Camila estaba en su casa y habían creando un nuevo hogar, tenía el mismo aroma y flores que cuando Judith estaba ahí pero sus nuevos habitantes le dieron el toque perfecto.
-Esta más linda ahora y está habitada, descubrí también que jamás tuviste un jardín. Le reclamé sonriendo.
-Yo pensaba en tu seguridad, evitar caídas y demás.
-Por que no querías que saliera hacia Judith.
-Tambien. Dijo sin remordimiento, yo negué por un rato hasta que la miré de nuevo. Sus ojos me buscaban, ya había lograda tener otra posición sobre la cama y recargaba su dolorida pierna arriba de una almohada. -Lamento haberte limitado tanto Lauren. Dijo por fin.
Lo siguiente que recuerdo es haber caminado hacia ella y sentarme en la cama, sus brazos rodearon mi cuerpo con impaciencia, un abrazo realmente conmovedor de su parte. Tomó mi rostro y besó mi mejilla.
-Perdón por lastimarte así hija, yo...no pude aceptar del todo tu problema siempre estuvo esa pequeña idea de fracasar como madre y no admitir que tu enfermedad era curable, debimos atenderte mucho tiempo antes, perdóname.
Repitió mi madre con lágrimas en los ojos, para este momento me fue imposible evitar las mías, mi madre y yo lloramos por varios minutos antes de que mi padre entrara a la habitación con tres tazas de té.
-Pensé que sería buena idea ahora que estamos los tres debemos charlar un poco o quizá mirar televisión.
-Gracias. Le dije una vez tuve la taza entre mis manos, el momento emotivo se quedó atrás mientras un momento de tranquilidad invadió mi mente.
Así es como debimos estar hace años, cuando yo era pequeña y junto con mi hermano tratando de superar mi situación, jamás lo entendieron por completo. Nunca era tarde para recuperar ese tiempo.
Algo de viento recorría la calle, desde la ventana miré como mi padre se despedía y me hacía una señal con su mano, de que no olvidara llamarlos.
No quise tocar el tema delicado de mi relación con Camila, una mujer y que además tenía un pequeño. Ellos no comprendería en un inicio así que lo mejor pensé era esperar a que todo estuviera seguro como para hablarles de ella y más tarde presentarlos.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora