8

10.2K 666 55
                                    

LAUREN
Aiden despidió al cliente y yo me debatía en preguntarle o no por Camila.
-¿Como es Camila?
Solté y escuché como Aiden dejo de hacer lo que hacía para ponerme atención.

-Camila, bueno...es...¿Porqué tanto interés en ella?
Me encogí de hombros para restarle importancia.

-Bueno ella me ayudó el otro día y solo...es...curiosidad.

-Es muy linda, cabello oscuro, piel casi morena, creo que es latina y bueno sus ojos son café brillante, que decir del cuerpo, tiene...

-Ya dejalo ahí. Dije algo enfadada, en esos momentos quisiera poder realmente verla.

-Bueno su sonrisa es muy linda también. Soltó riendose y consiguiendo hacerme sentir mal.
-Te gusta. Rompió el silencio incomodo que se había formado, y su declaración me tomo por sorpresa así que no sabía que responder.

-Aiden deja esas tonterías, mírame soy una chica y ella lo es también, esta bien que no vea pero eso no quiere decir que me enamoré de chicas.

-No puedes ver a la gente Lau, puedes enamorarte simplemente de su interior y no de su físico no tiene algo de malo.

~¿Qué no tenía algo de malo?, claro que lo tenía además de ser ciega imaginar mi vida sufriendo por ser lesbiana.~
Todo esto lo había aprendido cuando en una ocasión conocí a una chica de la escuela, era ciega y tenía una bonita voz, solo que cuando comencé a platicarle a mis padres de ella de forma constante me negaron seguir llendo a la escuela con el objetivo de que me olvidara de su amistad, mi madre aclaraba que en ese momento no debía estar interesada en conseguir amigos y mucho menos amigas, todo lo podía mal interpretar.

-Bien entonces no te gusta...el punto es que te ignoró gloriosamente. Aiden dijo.

-Si, días atrás me porte grosera con ella.
Un teléfono comenzó a sonar.

-Debe ser mamá. Le dije, se alejó algo de mi y con monosílabos contestó a mi madre, siempre hacia lo mismo cuando me tardaba y llegando a casa me esperaba un buen sermón o me mandaba a mi habitación sin el pastelillo habitual.

-Es tu madre, oye mañana es viernes no olvides venir por la tarde así charlamos más tranquilos.
Yo negué de inmediato a su petición.

-¿Porqué no? Golpeó sus dedos en algún mueble.

-Mis padres y mi hermano saldrán de la ciudad el fin de semana, así que ya conoces el protocolo.
Le pedí con una mano la bolsa con la compra y tomé mi bastón decidida a salir.

-Lauren, debes cuidarte mucho cuando eso pase, quizás te visite un rato.

-Si logras quitar el enorme candado en la puertas entonces vale, nos vemos. Le dijé adiós y emprendí el camino a casa, ni hablar de regaño que me pusieron al llegar así que ahora me era imposible dormir por el ruido de mi estómago que pedía a gritos algo de comida. Cansada por el día y sin poder salir y evitar hacer ruido me rendí durmiendo con el estómago vacío.

-¡Lauren! Los mismos gritos de siempre y el toque fuerte en mi puerta me hizo despertar. -¡Nos vamos!
Logré sentarme en la cama y a tientas busqué el sitio donde siempre colocaba mi bastón. La puerta dejó de sonar y supusé que eso le bastaba para hacerme saber que ya estaban por salir de casa.
Caminé bostezando a la sala para despedirlos pero en ese momento se escuchaba como cerraban la puerta y ponían cerrojo. ~Genial, Lauren de nuevo encerrada y sola, ¿Qué comeras?~
Llegué a la cocina y a tientas alcancé la alacena buscando mis cereales, un poco de leche y endulzante. Afortunadamente sabía hacer lo básico para sobrevivir, pero apenas quedandome sola estaba estrictamente prohibido cocinar algo al fuego.
El fin de semana pintaba a ser largo y más aún con la ausencia también de mi vecina, ella era quién me alimentaba en su casa saliendo por la cerca del patio.

Lo que no se ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora