CAPÍTULO 14: INESPERADO.

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No lo pensó.

Sólo se movió. Sus pies corrían ferozmente hacía el lugar donde yacía el cuerpo de Kankuro.

— ¡Hey, Kankuro, despierta, Kankuro!

— D-Dile... a T-Temari Q-Que cuidé bien a m-mi sob-brino...

— Tu lo harás Kankuro, no te rindas. —Rogó arrastradolo dentro de la seguridad de la barrera.

Uno a uno, maniquís surgían entre la tierra, escondidos como escorpiones en el desierto.

— Q-Que descuidado fuí... — Susurró antes de que sus ojos perdieran su brillo.

— Kankuro... —Volvió a llamar, pero ya no hubo una respuesta.

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—¿Temari? — Preguntó Shikamaru al ver a su esposa ponerse tensa.

— Lo siento, me dio frío de repente. — Se excusó dándole una mirada preocupada a su hermano menor que también estaba ahí... Mirándola con preocupación.

Y supo que ambos lo habían sentido.

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— ¡MALDICIÓN! — Gritó el rubio con coraje. — ¡Los mataré! ¡Los mataré a todos ustedes!

— ¡Hermano! — llamó Deidara junto a una tropa.

— Dei, ¡Kankuro! — Avisó atrayendo la atención del rubio y haciendo que revisara al chico.

— Lo siento, Se ha ido.

— ...

Deidara observó la situación, fuera de la barrera había cientos de maniquíes. Sus formas eran bastante robustas junto a gabardinas con nubes rojas, sus rostros tenían una especie de máscara y los aguijones en su cola ya habían acabado con la vida de uno de sus amigos.

Sufrían escasez de gente, no sabían nada de los refuerzos vampiricos y Naruto tenía un sello que le impedía luchar.

Era su derrota.

— Manda los soldados a resguardar a la gente... — Susurró Naruto con la vista en el suelo.

— P-pero...

— La única que defiende la gente si lograrán entrar es nuestra abuela, y ella esta demasiado débil para soportar mucho tiempo, hazlo.

— ¿¡Y que piensas hacer tú!? Sin hombres es prácticamente un suicidio el que vayas tú solo.

— Estaré bien.

— ¡Naruto...!

— Deidara... — Dijo mirándolo a los ojos seriamente, no podía perder tiempo.— Es una orden, y por favor lleva el cuerpo de Kankuro contigo.

Su hermano mayor bajo la vista haciendo puño sus manos.

— Si, señor. — Respondió tragándose la ganas de soltarle un puñetazo. — ¡Síganme! — Ordenó a sus tropas.

Lo golpearía en cuanto llevará los hombres a los refugios.

Naruto se giró nuevamente a sus enemigos.

Lo había notado.

Las nubes rojas en las capas que traían consigo los muñecos eran similar a los atardeceres, así como también la forma de estos y sus semejanzas con los escorpiones.

—Atardecer, escorpiones...

"Llámame cuándo veas escorpiones en el amanecer, e iré a proponerte un trato por la victoria."

GUERRA DE CLANESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora