CAPÍTULO 17: PERDÓNAME.

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– ¿Que sucedió? – Preguntó Sasuke.

Había volado a toda la velocidad posible al extrañarse de no ver a ningún guardia ni vigilante en sus puestos habituales. Para colmo, Naruto no le devolvía la mirada. Algo que jamás había pasado entre ellos.

– Fuimos atacados. – Habló Tsunade para sorpresa de ambos pelinegros. –  Todo fue muy rápido y no había suficientes hombres por lo cual nos dedicamos al resguardo de la gente. ¿Kakashi no llego con ustedes? Se suponía que el iría por refuerzos.

– No. – Negó Itachi. – Cuando veníamos aquí todo estaba en paz.

Naruto habló:

– ¡Kiba! – Al verlo llegar ordenó. – Forma un equipo de rastreo y busquen a Kakashi, no debe estar lejos. Llama si necesitas ayuda.

– Si.

– Abuela, revisa que nadie haya salido herido, por favor. – Pidió caminando lejos. – Iré a la torre del legado, revisaré algunas cosas. Avísenme cuándo Shikamaru regrese.

– Si... – Aceptaron aún pasmados por la actitud frívola del rubio.

Pero Sasuke no se quedaría así.

– Te acompañaré. – Avisó.

– No es necesario. – Lo detuvo. – Verifica que la barrera no tenga ningún daño junto a Karin. Por favor... – Y dicho lo último, se marchó.

– Tengo que intentar contactar a nuestros padres. Estaré en la sala de meditación, no me molesten. – Avisó Deidara caminando sin siquiera mirar una vez a Itachi.

El mayor de los Uchiha se giró hacia el menor.

– Ire a notificar si Kakashi está o no en la sede vampírica, también le informaré a Obito la situación y discutiré en otro momento el procedimiento que tomaremos con el líder bestia. Ten cuidado Sasuke.

– Si. – Dijo viendo a su hermano desplegar sus alas y marcharse. Él venía contento de ver a Deidara, pero parecía que sus planes no habían salido como quería. Por otra parte, Naruto estaba actuando extraño, en la mañana no lo soltaba y ahora ni la mirada le dirigía. – Tsunade... – Llamó. – Necesito que me digas todo lo que sucedió aquí.

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Deidara entró a su habitación y se dejó caer sobre la cama. Enterró su rostro entre las capas de cobija y deseó poder esconderse ahí por siempre.

Él estaba vivo.

Y había vuelto por él.

Cerró sus ojos recordado cada palabra dicha por el pelirrojo, cada reclamó y golpe.

Sasori lo había besado.

Exigiendo la atención que nunca antes le había brindado. Lo tenía fuertemente sostenido de la cintura calmando los fuertes forcejeos que daba el rubio intentado alejarlo. Pero Sasori sabía que no podría liberarse. No porque no quisiera, o porque era físicamente más fuerte, tampoco el que lo estuviera obligando, sino porque se lo debía... y Deidara lo sabía también.

El beso comenzó a tener el salado sabor de las lágrimas del rubio. Eso sólo quitaba lo exitante para el pelirrojo, quien irritado termino el beso.

¿Lloras porque has hecho algo malo, me equivoco?

Estás vivo... - Parecía que el rubio estaba en una especie de shock.

Sasori lo tomó de la mandíbula bruscamente.

GUERRA DE CLANESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora