SHION

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Las sacerdotisas.

Mujeres hermosas que tenían la habilidad de prevenir pequeños lapsos del futuro, Está misma habilidad era la que los hacia tan cotizables, y por ello... los ataques y secuestros de su gente no eran nada de que extrañarse.

Vivian con miedo, escondiéndo la poca gente que les quedaba de tanto humanos como seres sobrenaturales que debían ser sus amigos, haciendo de enemigos a cualquiera que se les pusiera enfrente.

Entre esta rara especie sobrenatural, había un clan que era mucho más poderoso que la mayoría, su desendencia tenía la habilidad de tanto predecir, como de manipular el espacio tiempo por medio de agujeros negros. Y en este poderoso clan... La máxima sacerdotisa estaba embarazada.

Todos celebraban el futuro nacimiento de la próxima heredera que posiblemente superaría la fuerza de su madre, aquella que protegía a su gente.

Y la niña nació.

Hermosa, de cabellos dorados y ojos color lavanda característicos de su clan, sus poderes sobrepasaban a los de su madre aún a la corta edad de cinco años, amada por todos y tras la protección de su progenitora, creció teniéndolo todo...

Hasta que todo... se esfumó.

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Estaba feliz.

No sabía la razón, pero sabía que al cruzar la gran cortina... alguien la esperaba.

Lo hizo, caminó hacía la luz siguiendo la alfombra roja que estaba en el suelo, y ahí fue cuando lo notó.

Un blanco vestido con muchos diseños adornaba su cuerpo, su busto había creído, al igual que sus piernas eran más largas de lo normal, en sus manos tenía un hermoso ramo de flores y un velo blanco transparente cubría su rostro.

Una sonrisa se escapó de sus labios. Alzo su vista y notó al joven de esmoquin blanco que estaba frente al altar.

Era rubio, su cabello era de un color mucho más bonito que el de ella, eran como los rayos del sol, luminoso, brillante.

Ella llegó a su lado y tomo el brazo del apuesto chico.

No lograba ver su rostro , los pétalos de rosas caían fuertemente... pero pudo apreciar las tres marcas en cada mejilla.

Shion...

—¿Ah?

—¡Shion! — Gritó su madre despertandola del sueño. — Despierta, tenemos que hacer el ritual del sol.

—Ah... si... ¡Mamá, he tenido una visión!

—¿Una visión?

—¡Si, yo... he visto a mi futuro esposo!

—¿¡Esposo!? jajaja, cariño, tal vez sólo fue un sueño, las sacerdotisas aveces no podemos distinguir entre un sueño y una premunicion.

—¡Pero yo lo he visto! ¡Lo sé, no era un sueño!

—Si, si... Vístete rápido, la gente está esperando la ceremonia muy ansiosa.

—¡Si, mamá! — Respondio feliz.

Se vistió acomodando el gigante kimono en su pequeño cuerpo, busco por su cuarto el listón que usaría y al encontrarlo se le hizo fácil convocar un agujero negro para atraerlo hacia ella.

—¡Shion, no! — Gritó su madre tomándola fuertemente de la mano. — ¡No debes hacer eso! ¡Te lo he dicho! ¡Tu poder es demasiado grande y tú cuerpo no lo resistirá, debes suprimirlo, no lo uses a la ligera! ¡Prometelo Shion! — Su madre parecía desesperada. Tenía razón, le había repetido la misma frase miles de veces desde su nacimiento. Pero a su corta edad, pensaba que su madre sólo exageraba.

GUERRA DE CLANESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora