CAPÍTULO 2: OSCURIDAD.

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1 Semana después.

¡Crash!

– ¡Al fin acabamos! – Exclamó la pelinegra limpiando el sudor en su frente.

– Hoy si hicimos muchos sacrificios a Jashin.

– ¿Ya podemos cobrar?

Escuchó a sus compañeros comentar.

Los hombres sí que son una rareza.

Kurotsuchi giró su vista hacia el líder de escuadrón quien el día de hoy no había intentado coquetear con ella.

– ¿Sucede algo, Charasuke? – Preguntó discretamente ignorando a los dos restantes de su equipo quienes habían comenzado a pelear en algún tema de política y religión.

– No es nada, sólo tengo sueño. – Se excusó evitandola.

La chica pestañeo impactada. ¿¡Acaso su gran y mujeriego jefe la había ignorado!?

– Hey... – Volvió a intentar tomándolo del hombro. – Si tienes algún problema puedes confiar en mí. Somos un equipo, no lo olvides.

– ¿¡A caso estas preocupada por mi!? – Se entusiasmó repentinamente el chico abrazándola.

Ella lo golpeó.

– ¡Agh! Eso me pasa por preocuparme por ti.

La chica se encaminó arrastrando los pies hacia el ascensor y desapareció.

Charasuke comenzó a reír por haberla molestado y luego volvió a adquirir el semblante serio.

No podía dejar de pensar en lo que había sucedido en aquella cafetería.

La sensación inquebrantable de querer salir corriendo y buscar... algo.

Todas lo noches desde ese día había soñado con el mismo lobo de ojos azules, despertaba bañado en su propio sudor y lágrimas. Vacío.

Suspiró dejando a los dos restantes de su equipo en el lugar donde había sido la misión, y entró en el elevador transportador para volver a la compañía.

¡Ding!

Al bajar, visualizo a su hermano mayor acompañado de su equipo.

– Chara... – Lo llamó viéndolo preocupado. – No te ves bien. ¿Estás enfermo?

– No, sólo es un poco de gripe. Terminé mis misiones, iré a casa a descansar.

– Entiendo, no te preocupes, yo notificaré papá. – Aseguró.

– Gracias. – Susurró saliendo de la empresa y encendiendo el auto.

En el trayecto del viaje, observó un parque al cual nunca le había prestado real atención. Decidió estacionar el coche y dar una vuelta, tal vez podría ligar con alguna bonita chica.

– ¿Hey, eres de por aquí? – Escuchó una voz a sus espaldas haciéndolo girarse y ver a tres jóvenes coquetas.

– Algo así. – Respondió. Le gustaba su privacidad. – ¿Las lindas señoritas van a algún lado?

Las chicas rieron entre ellas.

– Iremos por unas cervezas cerca de aquí. ¿Te unes?

– Claro.

.
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La música resonaba en lo altavoces mientras el cuerpo de la rubia a la cual había sacado a bailar, se apegaba más al de él. Los movimientos eran lentos y se podría decir... torpes, pues la chica estaba más concentrada en restregarse contra él que seguir el ritmo de la música.

GUERRA DE CLANESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora