Naruto Uzumaki, el próximo heredero del clan de hombres bestia. Tras volver de un exhaustivo entrenamiento junto a su abuelo para tomar su lugar como líder, conocerá en un afortunadamente incidente a Sasuke Uchiha, un chico tan hermoso como arrogant...
– ¡Joder! – Gritó Temari sin encontrar la salida de los pasillos. – No queda de otra. – Se dijo así misma. – ¡Derribaré los muros!
Desenfundó su espada lista para dar batalla, y grande fue su sorpresa al ser detenida por una cuchilla que pasó a centímetros de su rostro rasgando su mejilla.
Su sangre rodó.
– Así que ella es parte del enemigo. – Escuchó la voz de un infante.
– Sin duda, nunca la había visto por aquí. — contestó otro.
La rubia se dió la media vuelta lentamente topandose con los dos niños que había visto en aquella sala de entrenamiento junto a Charasuke.
Sus piernas comenzaron a temblar.
Ese niño.
– Tú... – Lo señaló.
Shikadai retrocedió.
– Inojin, ella es fuerte. – Susurró ignorandola. – Dime que tienes alguna súper habilidad que puede con ella.
– La tengo, pero debes cuidar mi cuerpo.
– ¿Ah?
– ¿¡Lo harás o no!? – Lo interrogó su compañero con rostro de niña.
– S-Si... — Que problemático.
¡PUUUUUUUUUUUM!
Los tres cayeron al suelo.
– ¡Por aquí, los encontré!
– ¿¡Señor Kiba!? – Se sorprendió el mini Nara.
– ¡Shikadai! — Gritó un hombre idéntico a él.
– ¡Papá! – Exclamó corriendo a los brazos de su progenitor. – ¡No encuentro a Menma! ¡Iba de camino a su cuarto pero el ataque nos desoriento y...!
– Está bien, Está bien... – Tranquilizó Shikamaru. – Naruto seguramente ya lo encontró.
– ¿¡Como nos encontraron!?
– Larga historia, por el momento debemos...
– ¡Shikamaru! – Gritó Kiba atrayendo su atención. El semi dios se dirigió hacia él lentamente mientras el polvo se disipaba.
– ¿Que s-suced... – Su voz desapareció seguido de la fuerza en sus piernas.
Cayó al suelo observando fijamente a la hermosa chica rubia que estaba siendo retenida por el inuzuka. No reaccionó incluso cuando la mujer rebelde golpeó la cabeza de su amigo y se liberó por cuenta propia corriendo hacia la salida.
Sólo lo hizo hasta que la vio caer al suelo después de chocar contra la pared.
La tomó entre sus manos con temor de que dasapereciera y observó a Inojin desmayado en los brazos de Shikadai.
– Lo siento, iba a escapar si no tomaba posición de su cuerpo. – Dijo después de despertar el Yamanaka.
– Temari. – La llamó quitándo mechones de cabellos rubios de su ojos.
– ¿¡La conoces, papá!? – Interrogó Shikadai.
– Shikadai, ella es...
. . .
. .
.
– Tú... eres... el hijo de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
