Capítulo 140: Soy una Experta en Soporte para Patas

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Un rayo blanco dividió instantáneamente el alto árbol de tres pisos en dos, y un olor a carbonizado flotó en el aire.

—Ah, el árbol se está cayendo. Espíritu roca, rápido y huyamos. —El hongo brincó a varios metros de distancia por miedo, y luego, girando su cuerpo, corrió hacia lo profundo del bosque—. Corre, corre, corre...

—Espera un minuto, no he... —antes de que Zhu Yao pudiera terminar, el hongo ya había entrado en el bosque, sin girar atrás.

¿Por qué diablos corres, esta dama no está encima de ti? No podrías no haberte dado cuenta de que me caí de tu tapa, ¿verdad? ¿¡No pudiste revisar tus pertenencias antes de partir!?

»Mushmush, espera un minuto. Mushmush... —¿Qué pasó con la promesa de cubrirla?

Desafortunadamente, no importaba cuanto gritara Zhu Yao, ese hongo cuya alma ya se había asustado por completo, como un guerrero que estaba decidido a no mirar atrás, desapareció poco después. Él no estaba consciente de que sus pertenencias se habían caído hace tiempo.

Como si su mente y su cuerpo estuvieran perfectamente coordinados en ese momento, corrió locamente durante varios kilómetros con un solo aliento.

—Espíritu roca, no tengas miedo, los rayos seguido caen en este bosque. No pasa nada mientras nos escondamos por un rato.

»Hay una cueva en la montaña de enfrente, los rayos son incapaces de entrar allí.

»Espíritu roca, agárrate fuerte. Casi llegamos.

»¿Espíritu roca? ¿Espíritu roca?

El hongo gritó por un largo tiempo, sin embargo, no escuchó una sola respuesta. Al principio, él había pensado que ella estaba simplemente asustada, y solo después de llegar a la cueva de la montaña, él se dio cuenta de que el jade que debería haberse escondido sobre su cabeza había desaparecido.

¿Cuándo se cayó?

¿¡Cómo es que no lo sabía!?

Zhu Yao, quien se había caído, podía sentir las malas intenciones de todo el mundo. Ella ya tuvo suficientes días como este donde no podía moverse. ¡Ven, rayo! ¡Párteme hasta la muerte, gracias!

Desafortunadamente, los rayos que llenaban el cielo golpeaban por todas partes, haciendo que todo el bosque se convirtiera en una pila de cenizas. Incluso cuando los truenos comenzaron a disminuir, ni un solo rayo le había caído.

Zhu Yao odiaba no poder señalar con el dedo medio a las dos personas que luchaban en el cielo.

—Diablos.

—¿Eh? —una voz con duda se podía escuchar desde un lado.

Zhu Yao sintió un rico aroma a flores, y en el siguiente instante, alguien la recogió. Luego, ella encaró directamente a un par de encantadores ojos flor de durazno.

Unas pocas palabras surgieron instantáneamente en la mente de Zhu Yao: Otra pequeña perra más.

—¿Puedes hablar? —la voz de esta persona era absolutamente fascinante, y su apariencia era aún más celestial. Cuando Zhu Yao vio la cara de esta persona por primera vez, ella deseó poder... rasguñarle su cara. Así es. Ella le guardaba rencor a esta persona, porque él era el hombre pomposo que la tiró del acantilado el otro día.

»Un jade que cultivó en un espíritu, eso es raro. —El hombre le dio varias vueltas al jade y frunció el ceño. Su expresión estaba llena de indescriptible sensualidad y encanto—. Aunque está un poco sucio.

Mi Discípulo murió una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora