Anónimo
— ¿Qué pasó, cielo? ¿Por qué querías hablar conmigo? — mamá se sentó frente a mí en la sala de visitas, realmente estaba confundido y quería hablar con ella, pero ahora simplemente quería huir ¿Por qué la llamé? ¿Por qué pensé que hablar de ella con mi madre sería buena idea?
— Nada, creo que deberías irte — solté levantándome, no tenía sentido, no iba a hablar de esto con ella, era estúpido e incómodo.
— Ah no, ahora me dices, te escuchabas ansioso al teléfono — usó su tono de madre por lo que me senté, evité el contacto visual — Esteban — no, no ese nombre.
— ¡No me llames así! ¡Sabes que odio cuando usas mi segundo nombre! — me quejé de manera tal vez infantil, pero era un nombre horrendo, ¿Por qué no usar el maravilloso que ya tenía?
— Entonces dime o seguiré llamándote así — lo obstinado no lo había sacado de mi padre necesariamente.
— ¿Por qué tardaste? — cambié de tema, aunque sabía no tomaría mucho en retomar el anterior.
— Me encontré a tu hermano y su amiga viniendo hacia aquí — apreté los dientes, ¿Por qué tenía que mencionarlo? — No pongas esa cara — regañó.
— ¿Por qué? ¿No puedo mostrar la molestia que me genera ese ser? — era patético.
— No hables así de tu hermano — se molestó, lo que hizo que lógicamente también me molestara.
— ¿Por qué siempre lo defiendes? — me levanté con enojo — ¿Por qué siempre tengo que hablar bien de él? ¿Por qué siempre tuviste preferencia por él? ¿Por qué siempre tiene que ser tu favorito? ¿Por qué siempre es tu bebé? ¿Por qué lo elegiste en lugar de a mí? — me detuve, mi voz había fallado, carajo, desvié la mirada, lo que faltaba era ponerme a llorar en frente de ella, ja, que estúpido.
— Cariño... — intentó llegar a mi mano sobre la mesa, pero la aparté — las cosas no fueron como tú crees... — reí, aquí venía la excusa de siempre — cuando tu padre y yo nos divorciamos la custodia debía ser compartida, pero él decidió irse contigo y no pude hacer nada, no podía separar a los mellizos tampoco, bien sabes que no supe de ti en mucho tiempo y solo pude volver a verte hace unos años, pero no lo elegí sobre ti, un juez decidió que yo me quedaría con los más pequeños y tu padre contigo — siempre era lo mismo, ni siquiera quería escucharlo.
— Claro, un estúpido juez te separa de tu amado hijo y te da igual si de igual manera te quedan los otros dos — volví a reír sin gracia.
— No es así y lo sabes, lo que está hablando ahora es tu enojo — no la veía, podía sentir que estaba a punto de llorar, pero ¿Y todas las veces que yo había llorado por extrañarla?
— Siempre dices mentiras de mi padre cuando él mismo me dijo la verdad — toda la vida me había dicho lo mismo y era lo único que realmente supe de ella por años — te dieron a elegir, o los mellizos o yo — volví a mirarla — ¿Esa es la decisión de un juez? — mi comisura hizo amague de elevarse — entiendo que hayas elegido a Melina, ella era pequeña y necesitaba a su madre, pero ¿Qué hay de mí? ¿Por qué no podías dejarlo a él con mi padre? ¿No era suficiente para ti? — maldije nuevamente mi voz, estaba haciendo un gran esfuerzo por no llorar, no la había llamado para esto — ¡¿Esa es la maldita decisión de un juez?! — mi puño se estampó contra la mesa, no dijo nada, las lágrimas habían empezado a correr y poco faltó para que las mías también.
— No... — intentó decir algo fallando.
— Atrévete a negar que no te dieron a elegir... — murmuré — atrévete — de nuevo mis dientes eran apretados.
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Escuela Militar (En edición)
Teen FictionCuando te enteras que irás a una escuela militar... ¿Qué es lo primero que se te pasa por la cabeza? A mí... Que se cumpliría el sueño de mi vida ¿Por qué? Ni yo misma lo sé, sólo que siempre me gustó y ahora que por fin lo haría, ¿Qué podía salir m...