Vigésimo primer capítulo.

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Kara, la secretaria de Damon, se paró cuando este la llamó por el interfono- ¿Desea algo, señor?- preguntó luego de entrar a su oficina.

- Si, Kara, ¿Podrías bajar a buscarme algo de comer a la cafetería?- habló.

La secretaria pestañeó confundida- Disculpe mi indiscreción, señor Gardener, ¿Pero no ha almorzado?- preguntó, paseando la vista por el escritorio de su jefe, esperando ver la bolsa del restaurante japonés, pero no la encontró- La bolsa era de un restaurante japonés... supuse que era de usted.

- En realidad, la bolsa que trajiste era de Allyson- contestó- Así que, no. No he almorzado.

La mujer asintió, ocultando la molestia, y salió a la cafetería. Asegurando interiormente que ya odiaba a aquella rubia que compartía, básicamente, la oficina de Damon, por ser tan cómoda. No creía que Allyson fuera la hija del director de la empresa, puesto qué, si lo fuera, la rubia no sería una simple secretaria, una secretaria que se tomaba demasiadas libertades.

Mientras tanto, Damon resopló, pensando en la actitud de Allyson, y se planteó en que quizá su plan estaba mal pautado, porque ahora la rubia estaba más enojada con él que contenta. Permaneció absorto en sus pensamientos con respecto a Allyson, sin darse cuenta que la rubia salía de la oficina con su bolso.

- Hasta luego, señor.- se despidió con burla.

- ¿A dónde crees que vas?- preguntó cuando la escuchó despedirse, dispuesta a irse, al parecer.

- A casa-dijo obvia- No tengo nada más que hacer aquí.

- Oh, por supuesto que sí- exclamó, con una idea parpadeando en su cabeza- Tenemos que ir a una reunión, además de que no puedes irte sin mi autorización.

- En la agenda no dice nada de una reunión– exclamó, ignorando lo segundo que había dicho su jefe.

- Fue de imprevisto- dijo, excusándose- Así que, debes acompañarme.

Allyson resopló- En la agenda no dice nada- repitió entre dientes- Así que no iré- dictó, fulminándolo.

- La hora de salida es a las siete de la noche, Allyson- dijo, casi gruñendo.

- No tengo nada más que hacer aquí, Damon. Por eso, me voy, si no te gusta, despídeme- dijo, arrogante, provocando en Damon tanto molestia como diversión.

- No creo que eso sea conveniente para el director de la empresa, Allyson- habló perspicaz, recibiendo una mirada fulminante como repuesta ante su vil manipulación.

- ¡Eres un maldito cretino!- exclamó absolutamente enojada. Dando media vuelta, regresando a su oficina, y cerrándola con un estruendo.

Era totalmente superfluo decir que estaba más que enojada con el pelinegro por su manipulación. Odiaba ver qué él tenía razón, si ella se iba, probablemente Damon tomaría represalia contra el padre de Allyson, y lo quitaría de su puesto.

Y no podía soportar otra vergüenza, puesto que la vergüenza que habían pasado con el descenso del dueño de la empresa era de grado descomunal. Así que, tendría que aguantar hasta que su padre lograra ascender de nuevo, y rogaba porque no durara mucho, o se volvería loca.

Ella no nació para ser la secretaria de nadie, y más de un completo imbécil.

...

Alzó su cabeza cuando escuchó la voz de una mujer, voz que no pertenecía a la secretaria, lo que le causó curiosidad. Debido a que en la agenda no hablaba de ninguna visita o reunión. Por eso, decidió prestar atención desde su asiento.

Una risita coqueta la hizo arquear una ceja, ponerse de pie y pegar su oído a la puerta como cual chismosa- ¡Damon, no digas eso!- volvió a escuchar la voz, no lo soportó más, así que decidió salir.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora