Vigésimo octavo capítulo.

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- Suele pasarme cuando me dan episodios, como el de hace un rato- dijo, un poco tímido. Así que se puso de pie y desabotonó completamente su camisa, haciendo que Allyson se removiera incómoda, porque vamos, ella no le era para nada indiferente a Damon.

Si era sincera, Damon le atraía como nadie, incluso lo que llegó a sentir por Alem no era ni un tercio  de lo que sentía hacia aquel hombre que se veía demasiado bien dejando ver sus brazos musculosos y la franela blanca adherida a su piel blanca y tersa. Damon era exuberante, atrayente y enigmático.

Damon la volvía loca.

Aquel hombre hermoso tomó asiento luego de corriendo las cortinas para que hubiese más claridad; después desmontó el almuerzo y reveló lo que era.

Croquetas de cangrejo bañadas en salsa de queso y picante con arroz amarillo, Allyson enarcó sus cejas, realmente se veía bueno pero, ¿Comer en la mesa del despacho?

- ¿No era más fácil que nos llamaran para almorzar en el comedor?

Damon aclaró su garganta antes de hablar, puesto que la sentía adolorida por el nudo que ya se estaba deshaciendo de su garganta- Casi nunca voy al comedor, paso la mayor parte del tiempo aquí o en mi habitación.- dijo. La última palabra la dijo de forma baja, lo que provocó en Allyson un leve escalofrío en su espina dorsal. Aquella palabra, por más simple que era, sonaba prohibida.

Damon notó lo que sucedía con Allyson y reprimió la sonrisa. Luego se dispuso a almorzar, viendo que Allyson no lo hacía, así que le hizo un gesto para que lo hiciera- Come, que presiento que no has echado nada a tu estómago hoy.

Allyson puso los ojos en blanco en señal de fastidio y comenzó a comer, porque Damon estaba en lo cierto. Permanecieron en silencio por un largo tiempo, donde ambos estaban relajados, degustando el almuerzo que estaba cayendo muy bien en sus estómagos a pesar de que ambos aún tenían un nudo en él. Cuando ambos terminaron, los platos fueron retirados y más tarde una limonada tomaron cada uno.

En algún momento el cansancio le ganó a la linda rubia en uno de los sillones. Realmente estaba cansada, no había dormido absolutamente nada la noche anterior y lo que sucedió con Damon también le agregó un plus a la gran carga que tenía en su pequeña y esbelta espalda. No supo en qué momento se durmió, solo sucedió. Y cuando el pelinegro se percató de ello la cargó y llevó a su habitación.

En ese momento que puso su cuerpo en la cama, una extraña sensación de tranquilidad y nerviosismo lo embargó.

Ally estaba en su cama, su angelito estaba en su cama.

Se había jurado que la única que estaría en su cama sería ella, y tal cosa estaba sucediendo. Pero nunca en su imaginación llegó a pasar que sería de aquella forma y en aquella circunstancia. Y a pesar de ello aún se sentía bien, le hacía bien verla dormir profundamente en su cama, sin que lo estuviese mirando con odio o con altivez, ni siendo grosera, sin ser simplemente Allyson.

En el fondo, aunque le costara admitirlo, le agradecía a su ángel el hecho de que le insistiera en acompañarlo y en ayudarlo en su mal momento. Realmente lo estaba ayudando, porque aquello que le sucedió, no era nada en comparación con lo que solía sucederle en sus días oscuros.

Decidió darse una ducha fría, la necesitaba, lo ayudaría a despejarse. Así que tomó una toalla, se quitó su la ropa y se fue al baño. Aun con la sensación extraña de que su ángel estuviera en medio de sus sabanas.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora