Octogésimo tercer capítulo.

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Mientras tanto, Damon pensaba todo con respecto a lo que estaba sucediendo. No quería alejarse de ella a pesar de que si se quedaba a su lado eso implicaba que el padre de ella pudiera hacer público el pasado que tanto había luchado por ocultar.

Sobornó a policías de alto rango, le pagó a muchos empleados que se enteraron y contrató a especialistas para ocultar todo aquello y hacerle creer a todo mundo que sus padres habían muerto de causas naturales y que no tenía aquella enfermedad que tanto odiaba tener, a pesar de que estaba un poco controlada. Aunque no completamente, porque las voces seguían allí, pero él sabía diferenciar entre la realidad y lo que sucedía en su mente, los medicamentos lo ayudaban a estar consciente de ello.

Extrañamente ya se había acostumbrado a ella, así que su cuerpo pedía a gritos poder tenerla cerca, su piel picaba por su toque y sus labios también. Ahora que ya había tocado y probado todo su cuerpo, que había estado dentro de Ally, podía asegurar que se había adherido a ella. La extrañaba más que nunca, en serio necesitaba verla, pero no podía.

Maldición, se reprochaba a sí mismo por no acercarse a su angelito de una forma normal e irse por la forma más difícil, debió simplemente ir al club donde ella iba y coquetearle por un rato hasta ver como comenzara a interesarse en él, debió de haber hecho eso. Si no le hubiese quitado la empresa a su padre este no se hubiese ensañado en contra de él, todo hubiese sido diferente.

Tenía distraerse para no seguir pensando en ello, pero sabía que sea lo que sea que hiciera no lo distraería lo suficiente. Una sonrisa irónica se desplegó en sus labios, ni siquiera tenía algún amigo de confianza con el cual salir o hablar, desahogarse. No tenía a nadie. Había aprendido que mientras menos personas había en tu vida, menos sufrirías si esa persona se alejaba. Así que solo le limitaba a tener conocidos con los cuales se tomaba un trago de vez de cuando, nada más. La única forma de distraerse completamente era trabajando, pero realmente ya no era necesario presentarse en alguna empresa de su propiedad porque su personal era capaz de mantenerla en absoluto control.

No quería hacer nada, salvo verla, eso era lo único que de verdad quería. Mas ella le había pedido varios días para pensar y él había respetado su petición. Los días serían largos, estaba seguro de ello. Solo debía esperar hasta que ella tuviera una respuesta y... si su decisión era alejarse de él, lo respetaría, aunque le doliera inmensamente, lo haría. Ninguno de los dos estaba pasando por un buen momento, se encontraban en una situación llena de incertidumbre y malestar.

El único lugar que solía frecuentar más a menudo era el club, pero no tenía tantos ánimos para ir allí, no sin ella. Se había acostumbrado a tenerla cerca todo el tiempo que usualmente en todo lo que acostumbraba a hacer ella estaba involucrada. Pero de verdad necesitaba distraerse para no pensar tanto, ni culparse por la situación. Así que se preparó y fue directo al club, vería alguna escena, se sentaría con los amos que conocía y bebería algo, haría cualquier cosa con tal de distraerse.

Al encontrarse allí, se dio cuenta de que aquello no era suficiente para distraerse, ninguna presentación o espectáculo bastaba. Así que, lleno de frustración ignoró a quienes intentaban hablarle y salió de allí, peor de lo que ya estaba anteriormente. Lo mejor que podía hacer era dormir hasta el otro día y presentarse a la compañía como si nada hubiera pasado, como si no estuviese bajo una amenaza y así lo hizo.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora