Décimo noveno capítulo.

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Llegaron a un restaurante francés, Place du palais. Qué a pesar de la hora se hallaba abarrotado de personas ansiosas por probar un bocado de la deliciosa comida que hacían allí.

En cuanto el anfitrión reconoció al señor atractivo de ojos azules, inmediatamente llegó hasta ellos, saludándolos– Bonjour, monsieur Damon.1– saludó contento– Es un total plaisir2 tenerlo aquí, con ésta belle femme3.– apreció con ojos cargados de admiración a Allyson.

Damon hizo una mueca al ver la expresión deslumbrada que tenía el anfitrión hacia Allyson, por lo que colocó su mano en la cintura de ella, totalmente posesivo.

Merci4– respondió con su voz ronca, poniéndole mala cara a Allyson cuando ésta le pellizcó el brazo para que la soltara.– Quiero la mesa de siempre– pidió impaciente.

El anfitrión francés agitó su cabeza con vehemencia– Acompáñenme– comenzó a caminar hasta el fondo del restaurante, a un espacio oscuro y con aire privado. Hizo un gesto indicándole y Damon haló la silla para Allyson.– Vendré dentro de unos minutos a tomar su orden– exclamó dispuesto a irse cuando ambos tomaron el menú, pero se detuvo girando, debatiéndose en preguntar algo.

– ¿Qué sucede Pierre?– preguntó Damon al percatarse de que el francés quería algo.

El hombre retorció sus dedos un tanto nervioso– Me preguntaba si... No le molestaría que le traiga una copa de nuestra champagne a la señorita de rizos dorados– preguntó inquieto mirando hacia Allyson– La casa invita– Damon apretó sus manos enojado, era tan molesto ver qué todos se deslumbraban con su angelito, deseaba que todos los hombres del mundo se volvieran inmunes al encanto de su rubia, pero era imposible.

Allyson tomó la pequeña margarita que reposaba en el jarrón de porcelana china, que adornaba la linda mesa que era cubierta por un hermoso mantel blanco; luego sonrió mirando al francés de pelo rojizo y ojos celestes que francamente era atractivo, pero no tanto como el hombre gruñón que tenía enfrente.– Por supuesto que no le molestará, solo es mi jefe– contestó con desdén disfrazado de dulzura. Pudo escuchar como Damon gruñía como un león herido.

– Allyson, es muy temprano para beber– respiró tratando de calmarse. Estaba comenzando a notar como ella disfrutaba desafiar a las personas, principalmente a él.

– Ay, tranquilo, jefe, solo será una copa– desplegó sus labios en una sonrisa coqueta– Puedes traerme una copa de champagne, Pierre. Merci.

El francés asintió yéndose contento al escuchar más de lo que quería. La rubia hermosa y despampanante solo trabajaba para el señor Damon, nada más. Pero sentía cierto picor al darse cuenta de que el señor acostumbraba a venir solo, nunca traía mujeres. Pero la traía a ella, o sea que ella era importante para él.

Damon era un hombre huraño, con demasiado carácter, antipático y odioso, y aunque era claro que tenía filas infinitas de mujeres ansiosas de tener por lo menos algo efímero con él, no tenía nada más que sexo con ellas. Ya era otro nivel que trajera a esa hermosa rubia despampanante a comer algo con él a pesar de que ella asegurara que era solo su jefe.

– No seas tan descarada, vienes conmigo, no le des ilusiones a ese pobre francesito, ellos suelen ser muy apasionados– reprochó mirando el menú.

– Relájate, anciano.– puso los ojos en blanco totalmente fastidiada– Y Pierre es lindo– se encogió los hombros– Además me brindó una copa, no me invitó a tener sexo con él o llevarme de vacaciones.

Damon trató de serenarse, ella no sabía el grado de magnitud de la obsesión que él sentía. Ni en sus más alucinantes imaginaciones creería que ese semental antipático tenía una obsesión enfermiza con ella. Tenía ganas de subirle esa hermosa falda y azotarla frente a toda esa gente hasta hacer que le saltaran lágrimas por retarlo y contradecirlo. Estaba tan... Enojado.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora