Septuagésimo cuarto capítulo.

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El hombre sonrió y tomó uno de los cafés para empezar a beberlos.- Tengo esos tatuajes desde los diecisiete- contestó halando una de las sillas altas cerca de la encimera y miró de arriba abajo a la chica para apreciar lo linda que le quedaba aquella camiseta y lo bonita que se veía con sus pies descalzos y su moño desarreglado.

- ¿No es eso ilegal? Tatuarse siendo menor de edad...- preguntó, tomando también de su café.

- Te sorprendería de lo que es capaz un chico con dinero y aburrido- respondió.

Ally asintió, realmente comprendiendo lo que hace un adolescente rico. La gente no se medía al darte lo que querías si le proporcionabas una generosa cantidad de dinero. Apreció, casi sin pestañear, al gran ángel en gris y negro que iba arrastrándose levemente mientras una de sus alas se hallaba rota y sangrante, dejando pedazos de ella en el camino. Aquel tatuaje le hizo sentir dolor y pena, cosa se sabía que se reflejaba en sus ojos, así que decidió hablar para que Damon no notara el cambio en sus orbes expresivos - Pensé que te habías ido- musitó agarrando un croissant y mordiéndolo, descubriendo que se hallaba relleno de chocolate fundido, arrugó su entrecejo con satisfacción y le dio otra mordida.

- Si lo hice, pero para buscar ropa y asearme- respondió, observando las expresiones de la rubia que no podía ocultar lo sabroso que le parecía el croissant.

- Vale...- asintió distraída, agarrando otro- Rayos, ¿Dónde compraste esto?- preguntó, estupefacta. En serio le gustaba el contraste de la masa tierna y salada que se deshacía en su boca con el dulce amargo del chocolate.

- Vi una cafetería a pocos kilómetros de aquí, venía de correr y la vi- respondió probando del pan que Allyson tanto halagaba y pudo corroborar, silenciosamente, que estaba delicioso. Sin embargo, las expresiones que ponía la chica daban mucho de qué pensar.

- Tengo que ir allí y comprar más de estos- respondió, tomando otro. Damon la miró divertido, dándose cuenta de que la rubia tenía un gran apetito- ¿Haces ejercicios, Allyson?- preguntó.

Ally negó dándole un trago a su café- No, a veces nado, pero fuera de eso no me ejercito. Soy pequeña y delgada por mi genética- respondió, observando como Damon bajaba de la silla- Por lo visto tú sí lo haces.

- Lo hago diariamente, es algo relajante- contestó sabiendo lo placentero que era el dolor en los músculos luego de un fuerte entrenamiento, el cuerpo se sentía pesado y liviano a la vez, de la mente libre y los pulmones llenos de aire. Se sentía vigorizante y energético. Tomó las bolsas vacías y las metió en el zafacón, esperando a que Allyson terminara de beber su café, lo cual hacía pacientemente.

La rubia miró el panorama, Damon con ropa deportiva y sudado, encajando en el entorno cálido que proporcionaba el hogar de Ally lleno de paredes de color blanco o rojo, de como ambos habían dormido juntos y como habían desayunado, tal parecían una pareja que acostumbraba a ello y realmente no supo como sentirse al respecto- Esto...- señaló a Damon y a ella- Es extraño, se siente diferente- admitió, saboreando el café que estaba muy bien hecho- Tú en mi cocina, durmiendo conmigo, cuando hace apenas una semana atrás éramos solo conocidos que no podían estar juntos en el mismo lugar sin tener una discusión- musitó, sin creerse que días atrás solo se hubiese imaginado su presente.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora