Cuadragésima tercera parte.

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Interiormente, Ally se quejó por la interrupción, pero agradeció al mismo tiempo, ya que, hubiese pasado algo en aquel estacionamiento. Se acomodó el vestido y respiró profundo, viendo como Damon siseaba acomodando la erección que se notaba en su pantalón. Decidió mirar hacia otro lado para evitar la mirada significativa que le echó el sujeto frente a ella.

Por un momento pensó que Damon le daría la espalda para subir por el ascensor, pero él tomó su rostro con ambas manos, acunándolo, para luego besarla pausadamente. Y tal beso la dejó atontada- Esto no se quedará así- afirmó, decidido, dejando entrever de qué trataba su promesa. Ally solo pudo pestañear y caminar hacia el ascensor, con las piernas temblorosas y el corazón a mil, y mejor no mencionar la humedad latente de su entrepiernas y las ansias de saciarla. Ambos ingresaron en el ascensor, respirando profundamente y soportando las ganas de hacerlo en aquél cajón metálico, sin embargo, lucharon exitosamente, debido a que sabían que en cada punto del ascensor estaba una cámara de seguridad.

Cuando las puertas abrieron, Ally salió rápidamente buscando alejarse de la presencia del pelinegro y pensar con claridad. Debía detener sus ansias y enfocarse en la recuperación de la compañía, no en el calor que necesitaba que apagara aquél demonio caliente que le lanzó una mirada cuando esta se aproximó lo más rápido posible hacia la oficina para buscar el material necesario para la reunión que tenían ese día. Tenía que luchar contra sus propios pensamientos calientes y repetirse en la cabeza que Damon básicamente había robado la compañía porque se traía algo entre manos, algo que estaba casi segura de que era retorcido. Porque sabía y percibía el aura oscura que emanaba de sus poros.

Entró a su oficina y tomó la tablet en sus manos- ¿Estás listo?- pregunto, mirando como él recogía su portátil- El hecho de que seas el jefe, por ahora- recalcó el ''por ahora''- No te da derecho a llegar tarde- musitó, reprochándole. Apreció como el hombre sonrió con su típica sonrisilla maliciosa.

- Tú eres la culpable de que estemos llegando tarde- respondió, parándose y abriendo la puerta para que ambos salieran.

- No fui yo la que acorraló a alguien para besarla y básicamente manosearla.

Él solo sonrió, negando levemente y se dispuso a dirigirse a la sala de reuniones con Allyson pisándole los talones. Cuando llegaron y abrieron la puerta todos los pares de ojos se enfocaron en ellos.- Buenos días, señores- saludó- Disculpen la tardanza, la tormenta de ayer fue muy fuerte- comunicó, buscando que fuera una excusa válida y creíble.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora