Octogésimo cuarto capítulo.

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Arregló su traje de color gris luego de salir del elevador y cruzó el pasillo hasta llegar a su oficina. Al llegar, su secretaria se puso de pie y le dio los buenos días, a lo que él respondió con un asentimiento y entró, cerrando la puerta tras él.

Tenía la leve esperanza de que su rubia se presentara a la compañía, pero estaba consciente de que habían muchas probabilidades de que ella no fuera ese día, ni los próximos. Así que, dispuesto a no frustrarse ni sobre pensar, se dedicó a trabajar. Ni siquiera salió a desayunar, solo tecleó y tecleó, tuvo videos conferencias, reuniones y no almorzó hasta que la misma Kara fue quien le llevó algo de comer al darse cuenta de que no había comido nada y del mal humor que botaba de sus poros. Al ver que la chica le trajo comida, solo la tomó sin mirarla mucho y se volvió a enfocar en el trabajo.

La secretaria se preguntaba qué rayos tenía él y por qué la caprichosa Allyson no se había presentado al trabajo. Algo había sucedido, la curiosidad picaba y carcomía dentro de sus venas, algo estaba pasando, la tensión se percibía en el aire, una tensión muy incómoda y densa, que no te dejaba respirar. Salió de la oficina del pelinegro, huyendo de aquella densidad y bajó hasta el comedor, puesto que le quedaban pocos minutos para almorzar, al llegar allí tomó dos porciones de lasaña y se sentó con el grupo que acostumbraba a comer con ella- Kara... ¿Estás viva?- preguntó uno de sus colegas, con una sonrisa de burla- He visto el rostro enojado del presidente cuando entró al edificio y se me pusieron los pelos de punta, daba más miedo que todos lo días- fingió un temblar de miedo.

La chica lo miró divertida- Por suerte aún sigo con vida- le siguió el juego, comiendo de su almuerzo y viendo como los demás se reían- Usualmente es un gruñón, pero hoy está en su cúspide- admitió- Algo ha pasado, pero no sé que es.

Una mujer pálida y pelinegra hizo una seña en la mesa para que los demás se acercaran más- Según oí...- habló en un susurro, todos la miraban atentos- El presidente tiene algo con Allyson Harris y que incluso se adueñó de la empresa solo para tenerla cerca, pero el señor Harris no lo quiere cerca de ella, así que quizá tenga que ver con eso, porque ella no ha venido por aquí el día de hoy, ni su padre tampoco- muchos abrieron los ojos con sorpresa, otros con diversión y el resto, como Kara, no mostró nada.

- ¿Qué le quitó la empresa al señor Harris? ¿Quién te dijo tal barbaridad?- preguntó otra mujer, incrédula- Uno de mis amigos es un trabajador cercano al presidente y él mismo me confesó que el señor Harris perdió la compañía apostando a diestra y siniestra- aseguró. Muchos abrieron sus ojos debido a la sorpresa.

Kara se encogió de hombros- Ese es un cuento viejo- comentó- El presidente y el señor Harris siempre que están cerca andan discutiendo. Algo más grande ha pasado, lo sé- asintió, pensativa- Pronto se sabrá- los demás se quedaron en silencio, sopesando en lo que dijo- Bueno, será mejor que vuelva o soy mujer muerta- se puso de pie, dispuesta a retirarse y dejando a sus colegas aún conversando. No debía durar tanto tiempo, no ahora que solo estaba ella trabajando en la oficina. Subió hasta el último piso, donde estaba la oficina presidencial y se dispuso a trabajar.

- Buenas tardes- escuchó una voz saludar, mientras estaba concentrada tecleando en la computadora. Alzó su rostro y le sorprendió ver cruzar al padre de Allyson frente a ella, le correspondió el saludo extrañada, viendo como este se adentraba a la oficina de Damon sin darle oportunidad a retenerlo.

El hombre mayor abrió la puerta con brusquedad, viendo como Damon solo alzaba los ojos molestos para ver quien osaba en azotar la puerta de esa forma y al darse cuenta de que era el padre de Allyson su ceño se frunció más de la cuenta.- ¿Qué hace aquí?- preguntó con rudeza.

- ¿Aún no te has ido?- preguntó el hombre con sorna- Pensé que a esta altura ya estarías recogiendo todo y yéndote de aquí- se encaminó hasta la silla frente a Damon y cruzó sus pies pacientemente, luego de sentarse- Tienes una hora para dejar mi empresa y no volver más- demandó.

Damon ladeó su cabeza y su cuerpo se contorsionó debido al enojo, se estaba empezando a enfadar de verdad, algo que no era bueno- No soy un cobarde que huye ante las amenazas de un anciano que lo ha perdido todo por su irresponsabilidad y no puede aceptarlo. Perdió todo por su culpa, no busque otros culpables.

El padre de Allyson apretó su mandíbula ante las palabras del hombre frente a él, que no apartaba la mirada ni pestañaba- Me sorprende el hecho que tu futuro se encuentre en mis manos y aún así no te doblegues y en vez de eso me retes, Damon- negó, fingiendo indignación y haciéndole hervir la sangre al pelinegro- Deja tu orgullo a un lado y desaparece, es lo mejor que puedes hacer- encogió sus hombros.

Damon se puso de pie y colocó las manos en el borde del escritorio, apretándolo tan fuerte en las venas de sus manos se notaban más de la cuenta- Y lo mejor que usted puede hacer es callarse, porque estoy a punto de golpearlo. Algo que no me gustaría hacerle a un anciano que le queda poco de vida, pero que se lo merece.

El hombre también se puso de pie, pero no podía igualar la altura de Damon, este literalmente le llevaba dos cabezas. Por lo que no podía intimidarlo ni aunque lo intentara- Vamos, hazlo, llega a tu límite y golpéame, piérdelo todo ante un impulso motivado por tu enojo, hazlo- lo incitó.

El ahora presidente y dueño de la compañía aflojó su agarre, tratando de relajarse- No... no lo haré, no soy alguien que se deja llevar de sus impulsos.- negó, ladeando sus labios en una sonrisa de suficiencia-Mas bien, pienso las cosas con absoluta paciencia, de forma metódica- expresó, seguro.- No me alejaré de Allyson ni dejaré la empresa- sonrió, viendo la expresión de furia que se hacia dueña del rostro del viejo- Sus amenazas son insignificantes- aseguró, tomando el teléfono para contactar a su empleada, presionó un botón y esperó a que la chica lo atendiera- Mire lo poco que sus amenazas me importan...- musitó, guiñándole un ojo sin borrar su sonrisa.

- Señor- respondió- ¿En qué puedo ayudarlo?- preguntó.

- Contacta al señor Borsuk lo antes posible, dile que mi decisión de venderle la empresa ya fue tomada- ante la mención de aquél apellido el cuerpo del padre de Allyson vibró, se sintió enfermo y unas ganas de vomitar se adueñaron de su ser. El señor Borsuk era su peor enemigo, su competencia. No pudo articular ninguna palabra, ni siquiera pudo moverse- Dile que se la venderé- exclamó Damon- Ah, se me olvidaba- suspiró con dramatismo- Manda en este instante a dos unidades seguridad a mi oficina, que saquen a este hombre de aquí, su entrada queda prohibida a esta empresa- culminó colgando, viendo como los ojos del viejo casi se salían de sus órbitas.

Si Damon le vendía la empresa a Borsuk, la perdería para siempre, nunca volvería a recuperarla. Se hundiría, sin oportunidad se salir a flote. Se sintió loco, desquiciado y enfermo. Le iba a saltar encima a Damon como perro lleno de rabia. Sin embargo, no pudo, no cuando los de seguridad entraron rápidamente a la oficina presidencial y lo arrastraron fuera de la compañía. Gritó con furia y se sacudió, sintiéndose humillado, sintiendo todos los ojos encima de él.

Damon se las pagaría, se las pagaría con creces...

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora