Décimo séptimo capítulo.

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Al día siguiente, Ally ya se encontraba molesta. Tenía sueño, cansancio y ganas de matar a alguien.

Su padre se había dado la tarea de llamarla cada dos minutos para tratar de convencerla, luego de qué ella le había gritado un rotundo no.

Comenzó a llamarla desde las cinco de la mañana. ¿Quién mierda llamaba a alguien a las jodidas cinco de la mañana?

Trató de dormir luego de hablar con él, y recalcarle el hecho de que no sería la secretaria de ese hombre. No después de la pequeña historia que había tenido con él. Pero su padre no se detuvo, lo que provocó que apagara el móvil, aunque no sirvió de nada. Porque luego se presentó allí.

- ¿No te cansas de insistir? Ya te dije que no- se quejó adormilada. Mirando a su padre que se hallaba evidentemente preocupado, mirándola suplicante, con los brazos cruzados, buscando hacerla cambiar de opinión.

- Por favor, Allyson- se acercó a ella, colocando sus rodillas dobladas en el borde de la cama- Es por el bienestar de la empresa.

- Te dije que no, papá.- se quejó arropando su cuerpo, y acostándose, buscando tranquilidad- No seré secretaria de ese hombre, no lograrás convencerme.- dictó dispuesta a dormirse de nuevo, sin embargo, no lo logró, porque la mano de su padre corrió por la sábana, halándola hasta desarroparla, provocando que gruñera histérica.

- ¡Allyson!- escuchó como la llamaba- ¡Me importa un carajo si no quieres, pero lo harás!- gritó con voz firme- Sabes perfectamente que recibes una mensualidad de una buena cantidad para que puedas cumplir todos tus caprichos, cuando solo sabes ir dos veces por mes a la empresa- le recordó haciendo que lo mirara- Por eso, te pido... No, ¡Te exijo que trabajes para él!- sacudió sus brazos, exasperado- ¡Tienes que estar consciente de que el maldito futuro de la empresa depende de ti!- se paró de la cama, hasta llegar a la puerta y abrirla, mirando a su hija enrrollada en la sábana solo con los ojos al descubierto- No sé que mierda tienes con ese sujeto, ni tampoco me interesa, pero si el jodido futuro de la empresa depende de ti, me importa una mierda si tienes que hacer lo que sea para que la empresa vuelva a mi mando- escupió cerrando la puerta fuertemente- ¡Te quiero ver hoy en la empresa!

Ally solo fue capaz de cerrar los ojos con pesadumbre, sabiendo con certeza de que debía esconder en un bolso costoso su ego, para así aceptar ser la secretaria de ese jodido hombre atractivo y manipulador.

***

- Buenos días- saludó a la nueva secretaria pelinegra, acercándose a su escritorio- ¿Damon tiene algo para mí?

La mujer levantó su mirada del monitor, mirando despectiva a Allyson y haciendo una molesta mueca de fastidio con sus labios pintados de rojo pasión- El señor Damon dijo que no lo molestaran, ven más tarde- informó en un tono demasiado agresivo, bajando su mirada e ignorándola.

Allyson pestañeó reaccionando a la actitud despectiva de la secretaria nueva, que al parecer no sabía que ella sería la dueña legítima de la empresa. Adoptó una postura altiva, mirando un tanto burlona a la secretaria nueva y recostándose en el escritorio - Kara, ¿Verdad?- preguntó mirando la identificación que colgaba de su camisa, la secretaria asintió- Me darás la mierda que me haya guardado Damon, y para la próxima, me tratarás con más respeto- ordenó mirándola- Puedo ser la conserje, la secretaria, el chofer, lo que sea. De todos modos debes tratar a todo el mundo con respeto sino quieres que hable con el director, el cuál es mi padre, y le diga que la nueva secretaria del estúpido arrogante de Damon, tiene un humor de perros cuando debería de tener una sonrisa de oreja a oreja para todas las personas, sin distinción alguna- terminó su palabrería amenazadora con una sonrisa irónica- Dile a Damon que Allyson está aquí, y dame mi maldito papeleo.

Kara pestañeó intimidada. Solo asintió mientras pulsaba el botón del intercomunicador- Señor, la señorita Allyson se encuentra esperándolo– susurró con la voz rara. Luego rebuscó entre los cajones de su escritorio y sacó un sobre para entregárselo a Allyson.

Se escuchó el suspiro candente de Damon através del intercomunicador, provocando en Ally un emocionado retorcijón en el vientre, algo que probablemente nunca admitiría en voz alta.- Dile a Allyson que entre.

Inmediatamente ella escuchó, ingresó a la oficina, abriendo las puertas como si fuera la dueña del mundo.- Buenos días, señor- saludó sarcástica.

- Por lo visto tu padre logró convencerte- musitó sentado, mirándola burlón al lograr lo que quería- Y no sabes cuánto me alegra.- exhaló orgulloso.

Hizo una mueca al escuchar su tono altivo, y caminó hasta sentarse en la silla frente a él, ansiosa de soltarle un golpe en la cabeza o besar esos labios seductores. Subió los pies en el escritorio. Damon solo se limitó a bajar la mirada, observando su actitud confianzuda– ¿Qué se supone que haré?– le preguntó rebuscando en su cartera una manzana para llenar su estómago hambriento.

Reprimió una sonrisa, divertido por como se desenvolvía frente a él, totalmente tranquila. Y excitado por sus piernas largas acompañadas de esos hermosos tacones que añadían un plus más candente.

– Solo te encargarás de mi agenda– informó cruzándose de brazos, mirando como mordía la manzana roja con placer. Él adoraba esa parte de ella adicta a las cosas rojas– Y acompañarme a las reuniones.

Ally dejó de masticar para mirarlo irritada– Quiero que sepas que no hago esto por placer, y tú lo sabes.– refunfuñó– No sé por qué mierda haces ésto, pero no vas a obtener nada, Damon– aseguró desesperada por saber que obtenía él con lo que hacía.

Él sonrió, obviando todo lo que había dicho, excepto su nombre. Le extasiaba escuchar el timbre bajo y ronco que tenía la sensual rubia que lo convertía en un ser obsesivo. También como sus labios esponjosos se abrían para pronunciar y como su pecho se movía al suspirarlo apesar del enojo. Y más al tener el brillo del jugo de la manzana que devoraba.

Allyson lo volvía completa y absolutamente loco.

– Por supuesto que obtendré lo que quiero– aseguró levantando una ceja, desplegando una sonrisa lobuna– Solo es cuestión de tiempo– Recibió un resoplido para nada femenino como respuesta.

– Como digas– indiferente, evaluó el sobre, agitándolo. Buscando saber que había ahí. Lo abrió de forma descuidada, encontrándose una placa negra con su nombre inscrito en una letra roja y cursiva. Un juego de llaves y una tableta.

– Las llaves son de tu nueva oficina que está allí– informó señalando una puerta en la esquina de su oficina– Y la tableta es para que agendes todo– abrió un cajón, mientras seguía informándole– Comenzarás cuando te diga, quizá ésta tarde. Por ahora solo mantente arreglando tu oficina a tu antojo.

– Aún no comprendo esta mierda– exclamó refiriéndose a por qué él se hallaba ahí cuándo no tenía un motivo. Qué ella supiera, claro.– Total...– se encogió de hombros, terminando de su manzana– Haré mi trabajo sino muero antes.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora