Trigésimo sexto capitulo.

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La propuesta que salió de los labios de Damon la dejó un tanto sorprendida y nerviosa. Retorció sus dedos, inquieta. En ese momento, los ojos de Damon se sentían pesados en su piel. Abrió su boca para contestar, pero luego pensó por unos breves segundos, sopesando si era buena idea hacer aquello con Damon, porque no quería sentirse culpable luego de que el libido saliera de su cuerpo. Sin embargo, no lo pensó mucho; simplemente se puso de pie y se acercó a la cama, subiendo en ella.

- ¿Aun no sabes que responder, Angelito?- cuestionó, viendo que la rubia se veía nerviosa- Solo debes decir un sí o un no.

- Si digo una de las dos, de todos modos me veré comprometida.- dijo, siendo franca- Además de que no sé que esperar de ti, eres demasiado impredecible... un terreno inestable, Damon.- dijo- Si hacemos algo no sé si mañana cambiaras de opinión y me tratarás de otra forma. Eso es algo que no quisiera averiguar o experimentar- confesó, pensando en la ultima vez que sucedió aquello, con Alem. Y a pesar de él y Damon eran muy diferentes, no sabía que esperar. No quería pasar por lo mismo, esta vez iba a ser muy meticulosa con sus acciones y decisiones. Porque no se iba a engatusar con ningún hombre para luego estar sufriendo, no lo haría dos veces.

Damon se quedó sopesando con que la rubia decía. Y entendió el hecho de que talvez ella aun se encontraba insegura por lo que pasó con el barman de quinta que solo la utilizó. Pero, él no era como ese chico. Cuando se involucraba con alguien dejaba en claro, desde el principio, sus intenciones. No tenía la necesidad de mentir para llevarse a una mujer a la cama.

Los hombres que hacían aquello, eran unos patanes inseguros de sí mismos que no podían dejar las cosas en claro, que no podían obtener lo que querían si no mentían.

Él no era uno de esos y se lo demostraría, con hechos. No con palabras falsas.

La rubia se quedó mirando el techo, al igual que Damon. Y permanecieron en silencio por unos largos minutos hasta que el pelinegro volteo su cuerpo hacia Ally, para mirarla y después decidió hablar:

- No cambiaré de opinión- habló- Ni te trataré de forma distinta. Y si no quieres, si tu respuesta es no, la respetaré. No haré lo que hice en el club.- La respuesta de Damon dejó a Ally pensativa, pero con una sensación hormigueante en el pecho. Pero aún así la inseguridad no se iba, las dudas tampoco. Cerró sus ojos, pensando en que decir. Sin embargo, la habitación fue iluminada de forma repentina. La electricidad había vuelto, haciendo que Allyson suspirara de alivio al no tener que responderle al pelinegro. Bajó de la cama, con el corazón al mil por uno, sin darse cuenta del murmullo de maldiciones que soltó Damon al ver que la electricidad volvió y las cosas no estaban saliendo como quería. En ese momento odiaba la eficacia del trabajo de sus empleados, porque habían trabajado demasiado rápido. Quería que las horas pasaran con ellos acostados y charlando, hasta que ambos se durmieran o hasta que algo más surgiera.

- Es mejor que me vaya a dormir...- musitó, Damon asintió, para luego ponerse de pie.

- Si, mandaré a ordenar el cuarto de invitados- comunicó parándose, dándole la espalda y dirigiéndose a la puerta.

Ally no lo notó, pero Damon se hallaba tenso, porque no obtuvo lo que quería.

Y él siempre lo hacía. No se iba a rendir, no después de haber probado una parte de ella.

Necesitaba más.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora