Septuagésima primera parte.

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El silencio reinó en la sala por unos segundos en los que seguían mirándose- ¿Dónde está tu habitación?- preguntó Damon en un susurro, cerca de sus labios.

- Al final del pasillo, a la derecha- pudo articular. Damon la sostuvo bien y la levantó, Ally rodeó con sus piernas al pelinegro que los encaminó hacia la habitación de la rubia. Damon, como pudo, logró abrir la puerta de la habitación de Ally, y francamente no se fijó en la decoración o el desastre que pudiera haber, solo tenía ojos para la rubia, desde que la vio fue así. Se acercó a la cama y se sentó, colocándola en la misma posición que tenían cuando se encontraban en el mueble. Ally suspiró, deseando que Damon la besara, y él así lo hizo, pegó sus labios y la besó de forma húmeda y pausada, sintiendo cada parte y jugando con su lengua, haciendo ese movimiento extraño de un circulo en la lengua de Ally, provocando un latigazo que fue a deparar literalmente a su entrepierna. Succionó y mordió a su gusto, juguetón y demandante. La volvía loca.

La habitación se hallaba casi a oscuras si no fuera por las luces del exterior que se aventuraban en la estancia, iluminándola parcialmente con un tono amarillento y alguna que otra luz de los vehículos que pasaban. Aquello le daba un toque íntimo y agradable, concordando perfectamente con la situación. A pesar de que Ally había olvidado prender la calefacción, no fue necesario, ya que de Damon hacía el trabajo de calentarla de múltiples formas.

Ally se removió, meciéndose de forma circular, diciéndole indirectamente lo que quería. Quería que el pelinegro seductor la llevara al cénit del placer absoluto, que la volviera más loca de lo que de por sí la volvía y que le sacara lágrimas de puro gusto. Sus caderas se movían como si tuvieran vida propia y su respiración se detuvo para sentir como el calor la recorría de pies a cabeza. Damon jadeó ante los movimientos de su chica y separó sus labios, pegando sus frentes para respirar y calmarse. Por más que quisiera hacerle el amor a Allyson, ella había tomado y no la iba a tocar más, no con ella teniendo mucho alcohol en su sistema, así que respiró profundo y echó a un lado las ganas e ignoró la erección que presionaba y ardía en sus calzoncillos. Detuvo los movimiento de Ally, negando y abriendo los ojos, ésta lo miró preguntándole con su mirada el por qué de la pausa- No haremos esto contigo borracha- negó, la rubia puso cara de circunstancia.

- Pero, quiero hacerlo, no me estás obligando a nada- respondió con desacuerdo.

- Si los dos estuviésemos borrachos sería distinto- susurró.

- Pero no estoy ebria- aseguró, sintiendo frustración.

- Si lo estás, Allyson, aún tienes los ojos empañados y arrastras las palabras- evidenció- No me imagino todo lo que bebiste- negó con desaprobación, recordando como la encontró en el club- Así que no me acostaré con una borracha- musitó.

Allyson luchó contra el puchero que quería adueñarse de sus labios- ¿Al menos podrías dormir conmigo?- cuestionó, deseando que él aceptara. Damon se lo pensó por varios segundos y luego asintió. No le negaría aquello.

- Bien, pero necesito quitarme esta ropa- dijo, empujándola levemente para que bajara de su regazo. Ally se arrastró hasta llegar a la cama y observó como el pelinegro de ojos celestes se despojaba de su camisa y pantalón, quedando en calzoncillos, apreció como se ajustaban pero no lo suficiente para ocultar la erección que tenía. Tuvo que mirar hacia otro lado e ignorar la punzada de placer que se manifestó en su vagina, era mejor así, ignorar su excitación y la humedad latente en su ropa interior.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora