Vigésimo cuarto capítulo.

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Decir que se encontraba nerviosa el lunes en la mañana, era poco en comparación a como verdaderamente se sentía. Se hallaba cansada, errática, nerviosa, y frustrada. No pudo pegar ojo en la noche, al pesar tanto en lo que había pasado y en como Damon se comportaría con ella.

- Buenos días, Allyson- saludó Kara, la otra secretaria del demonio de Damon, tratando de ser amable. Allyson la miró. No tenía deseos de comportarse como una arpía con aquella chica.

- Buenos días- respondió por educación- ¿Damon ya llegó?- preguntó, deseando que no. Sus esperanzas cayeron en picada cuando la secretaria asintió, confirmando que Damon ya se encontraba en la oficina. Luchó contra sí misma para no gemir de frustración. Acaso... ¿Damon no podía haberse roto una pierna o tener alguna resaca descomunal que le quitaran todas las ganas de venir a la oficina el día de hoy?

Quería zapatear como niña pequeña, pero se llenó de determinación, cruzando el pasillo y abriendo la puerta de la oficina. Encontrándose con un Damon que la miró de una forma demasiado intensa para ser tan temprano. Allyson solo lo miró por unos segundos e iba a cruzar a su oficina, pero Damon la detuvo- Allyson.

La rubia tuvo que hacer un conteo mental, puesto que los recuerdos llegaron de forma abrupta. Ella odiaba eso de las situaciones, los jodidos recuerdos. Recuerdos que traían consigo sensaciones arrolladoras que la consumían completamente e inundaban su ser. Y estaba mal, lo que hizo Damon estaba mal, pero en ese momento se sintió tan bien. Respiró profundo y giró su cabeza levemente para mirar a Damon, a aquel hombre que le había hecho daño con lo que hizo, humillándola con sus acciones, de verdad no entendía por qué él había hecho aquello tan depravado y cruel, el haberla traicionado de esa forma vil.- ¿Si?- preguntó, tratando de aparentar que estaba bien, que estaba indiferente, cuando era todo lo contrario. Damon señaló la silla para que ella tomara asiento, Allyson lo hizo, pareciendo distante. Se quedó esperando a que Damon dijera lo que tenía que decir, pero pasaron largos segundos, donde ella ni siquiera podía mirarla a los ojos- ¿Vas a quedarte como idiota o te decidirás en hablar?- preguntó a la defensiva.

- ¡Cierra la maldita boca, Allyson!- esculpió, de repente y dándole un golpe seco a la mesa. Tal cosa espantó a Allyson, quien dio un respingo en su lugar. Damon se puso de pie y de forma lenta y aterradora fue rodeando el escritorio hasta quedar semi-agachado frente a ella. Ahí fue donde Allyson pudo verlo perfectamente, ya que antes no había puesto mucha atención debido a los nervios y a los pensamientos que tenía su cabeza inundada desde la noche pasada. Le sorprendió ver que su cabello lucía desordenado, y no de la forma que siempre solía tenerlo, sino como si hubiese pasado sus manos innumerables veces, con desesperación. Sus ojos estaban dilatados y rojos, llorosos. Estaba pálido y frenético.


- ¿Qué mierda esta sucediendo contigo, Damon?- preguntó, con la voz baja y temerosa. Luchando por parecer valiente, Ally le sostuvo la mirada, dejando sus oj8os azules fijos en aquellos ojos grises y desquiciados- ¿Cuál es tu maldito problema?

-¡Tú! tú eres mi maldito problema- dijo, sacudiendo su cabello. El temor la colonizó al verlo así de enloquecido, sinceramente no sabia que estaba sucediendo con él- Te odio y te deseo tanto a la vez, maldito ángel enloquecedor- gruñó, apretando las braceras de la silla, con tanta fuerza que sus venas saltaron y sus manos se tornaron rojas por la presión- Yo estaba bien, estaba demasiado bien, estaba sano, sin tener la necesidad de tomar esos asquerosos medicamentos. Hasta que llegaste tú, maldita niña caprichosa, rebelde, orgullosa y fácil- dijo, golpeándola emocionalmente con la ultima palabra- Me pones desquiciado, enfermo- dijo, con la voz llorosa- Ellas regresaron... por tu culpa. Y mamá ya no esta para ayudarme- dijo, aflojando su agarre, desfalleciéndose. Dejó caer su rostro en el pecho de Allyson, repentinamente cansado. Era tan alto que, cayó de rodillas y aún así su rostro estaba en el busto de la rubia que no entendía nada.

Estaba demasiado desconcertada. ¿De qué Damon hablaba? ¿Por qué estaba así?- Damon... me estás asustando- dijo, sintiendo como el hombre sollozó.

- Lo siento, lo siento, siento haberte hecho eso- musitó, refiriéndose a lo que él le había hecho en el club- No estaba bien, no estoy bien. Mi orgullo fue herido cuando alguien me informó que mi sumisa estaba con el hombre que fue mi aprendiz. Y... y... ellas me motivaron a querer hacerte daño, a querer enseñarte quien es tu dueño- gimió. ¿Ellas? ¿De quienes Damon estaba hablando?- Luché contra ellas, me resistí, pero acabé encerrado en la habitación contigo, teniéndote como siempre había querido, sufriendo de placer, y a mi merced- susurró, negando. La rubia aún se encontraba desconcertada y anonadada por lo que estaba pasando.

Le sorprendía esa parte desconocida de Damon, esa parte vulnerable y llorosa, cuando siempre él siempre aparentaba ser alguien fuerte, frío y despiadado. Que siempre caminaba con poderío, secretaba poder y dominación. Era tan extraño verlo de esa forma, con los ojos llorosos y el cuerpo tembloroso. En serio no sabia que hacer con lo que estaba sucediendo. Literalmente tenia a un gran hombre postrado de rodillas ante ella, pero no en la situación que cualquiera se imaginaría, lo tenía triste, sollozante y netamente desquiciado.

¿Qué sucedía con Damon y de quienes estaba hablando?











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Bueno, bueno, ¿Qué está pasando aquí?

Les tengo buenas y malas noticias.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora