Vigésimo segundo capítulo.

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Veinte minutos después Allyson recogía sus cosas con premura, para así retirarse y darse una buena ducha con agua fría. Tenía la leve esperanza de que el agua se llevaría todos sus males.

Se sentía como si un camión hubiese pasado por el encima de ella. Las emociones de los últimos días le estaban pasando factura.

Primero el descenso de su padre.

Luego convertirse en  secretaria del hombre que empezaba a gustarle y después verse celosa al verlo coquetear descaradamente con aquella mujer.

En parte se aliviaba ver qué ya había dejado de sentir algo hacia Alem, pero le jodía ver que tales sentimientos se trasladaban al hombre que estaba a metros de distancia de ella.

Damon la hacía sentir enferma, puesto que le provocaba tantas cosas, cosas demasiadas contradictorias.

Deseo.

Odio.

Pasión.

Despreciado.

Y miedo.

Sí, le asustaba ver su mirada siempre analítica, su semblante malicioso como cuál demonio incubus, sus ojos profundos y misteriosos.

Damon era como un misterio entrañable y oscuro, que provocaban ganas de salir huyendo y de quedarse al mismo tiempo. Era oscuro, como esas oscuridades donde no se aprecia ninguna pizca de luz, de esas oscuridades que te atraen como planta carnívora, de esas que te das cuenta que estás perdida cuando ya no tienes escapatoria.

Unos leves toques en la puerta la hicieron mirar justo cuando aquel hombre la abría para mirarla con aquellos ojos que eran claros y oscuros a la vez– ¿Qué quieres?– preguntó terminando de recoger sus cosas.

– Nada, solo quería asegurarme de que la oficina no te hubiese consumido– musitó con su voz ronca– Ya que no has salido de allí, ya son pasadas las siete.

Allyson evitó mirarlo a los ojos – Ya iba de salida– dijo tomando su bolso, cruzando a su lado para irse. Pero Damon la detuvo, tomándola del brazo.

– Tenía que decirte algo antes de irte– dijo, serio. Allyson asintió esperando a que hablara, ansiosa por irse de allí– Qué sea la última vez que me hablas así, sea frente a alguien o a solas– ordenó – Recuerda tu lugar– dijo en un susurro, buscando molestarla, cosa que logró con demasiado éxito–  A tu padre no le gustaría perder el poco control que tiene sobre la empresa, ¿O sí?– preguntó, tomando su mentón, encontrándose con sus ojos azules fulminantes– Contéstame– ordenó.

– No, no le gustaría–habló entre dientes.

– Entonces espero que tal cosa te incentive a dirigirte a mí de una mejor forma.– culminó soltándola, viendo como la rubia respiraba profundamente para no acribillarlo– Buenas noches.

La rubia salió de allí, presa de la furia, deseando acabar con Damon de una vez por todas, pisarle las bolas con sus tacones de veinticinco centímetros y decirle que por más sexy y atractivo que fuera no era el maldito dueño del mundo.

Caminó hacia el ascensor, teniendo la suerte de encontrarlo desocupado, vio como Damon caminaba tranquilamente hacia ella, haciendo que la rubia rogara para no estar solos en el cajón de metal, porque no estaba segura si quería golpearlo o besarlo. Su ruego fue cumplido cuando las puertas fueron cerrándose antes de que él llegara.

...

– Necesito una maldita copa de vino y luego un buen orgasmo– dijo inmediatamente entró a su departamento, topándose con Charlotte y su novio, Marcel. Cuando se dio cuenta de lo que dijo, un sonrojo cubrió su cara– Lo siento, no sabía que estabas aquí– Marcel soltó una risa, haciendo un gesto para que no se avergonzara.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora