Cuadragésima segunda parte.

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No se dio cuenta de que habían llegado al estacionamiento hasta que Damon le abrió la puerta para que saliera. Parpadeó y tomo su bolso para salir, cuando lo hizo, le sorprendió el hecho de que el rostro de Damon dejaba entrever malicia, algo muy característico de él, pero que no se veía desde hace días atrás. La incógnita se hizo presente cuando tomó su mano y la rodeó con las dos suyas para luego cerrar el espacio entre los dos.

- ¿Qué haces?- cuestionó, sintiendo el aliento del hombre chocar con su rostro desconcertado.

- Algo que he querido hacer desde ayer, y sin embargo no lo hice porque esperaba que tú fueras la que diera el primer paso. Mas no lo hiciste, ni lo vas a hacer porque temes a lo que ocurra...- respondió mirándola intensamente.

- ¿A qué te re...- iba a preguntar, pero los labios del hombre cubrieron los suyos en un beso hambriento.

Al principio no se movió ni tuvo una reacción, pero luego no lo pensó mucho y le correspondió con la misma intensidad con la que era besada. Anteriormente, cuando no era consciente de la identidad de Damon, se había besado con él en el club, pero no de esa forma. Realmente no de esa forma... Aquel beso era diferente, era intenso y apremiante. Se sentía como cuando dos amantes que tenían mucho sin verse o tocarse, se besaban sintiendo cada centímetro y sentimiento el uno del otro, como una noche estrellada y lluviosa pero también como un día soleado que quemaba tu piel, literalmente la piel de la rubia ardía como si el sol estuviera en su máximo esplendor. Ser besada por Damon te calentaba el cuerpo completo y te dejaba con ganas de más.

La succión de su lengua la hizo encoger los dedos de los pies, la mordida de su labio inferior hizo que soltara un gemido de protesta, porque fue fuerte y probablemente dejaría una marca que todo el mundo podría apreciar más adelante. Sin embargo aquello fue olvidado en segundos cuando el hombre la pegó del auto, abrió sus piernas y metió su rodilla ahí, acariciándola. La rubia echó su cabeza hacia atrás despegando sus labios de los del pelinegro que abrió sus ojos, chocando con los de ella, que ya se hallaban nublados.

- Damon...- jadeó, buscando decirle que parara con aquello porque probablemente terminarían haciéndolo en el estacionamiento.

Sin embargo él negó sabiendo lo que ella diría y siguió frotando su rodilla, arrancándole otro gemido. La chica sacudió su cabeza, tratado de alejar su cadera de Damon porque sabía que pronto la humedad de su entrepierna traspasaría la tela de sus bragas y mancharía el pantalón fino del pelinegro que la acariciaba. Soltó un gemido ahogado cuando fue nuevamente besada con más vehemencia. Sus lenguas se enredaron como un nudo, jugando una con otra,  y un latigazo de placer la hizo encogerse cuando la lengua de Damon hizo un barrido extraño en la suya que recorrió todas sus terminaciones.

Un ''Maldita sea'' floreció en su mente cuando sintió que en cualquier momento se iba a correr al sentir que la rodilla del pelinegro que le comía la lengua aumentó de velocidad. Se despego de sus labios como pudo y abrió su boca sofocada- Damon... Damon...- lo llamó en un hilo de voz. El hombre articuló un ligero gemido en señal de que la escuchaba- Por favor, para o mancharé tu pantalón. 

- No me importa...- respondió sin dejar de acariciarla. Pero gruñó cuando su celular sonó, lo colgó sin mirar quien era y hasta pensó en apagarlo, sin embargo, volvió a sonar y se dio cuenta de que era su asistente.

- Será mejor que contestes- sugirió la rubia, frustrada y aliviada a la vez por la pequeña interrupción.

El hombre gruñó como animal herido y decidió atender al llamado- ¿Qué?- casi ladró.

- Disculpe por interrumpir, señor. Pero, la reunión postergó está apunto de comenzar y ni usted ni la otra secretaria se encuentran.

- Ya estoy en el estacionamiento- respondió- Iré en unos minutos- informó, colgando.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora