Septuagésima segunda parte.

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Damon se acercó a ella luego de desvestirse y haló sus pies hasta el borde de la cama. Desabrochó las correas de las zapatillas altas de la rubia y las dejó en el suelo alfombrado de la habitación, besó el empeine de su pie izquierdo y luego la levantó levemente para despojarla de su vestido como si estuviese desvistiendo a una muñeca, teniendo el suficiente autocontrol para ignorar su excitación, la cual aumentó al observar la lencería provocativa que llevaba. Se repitió como si fuera un mantra el hecho de que ella había tomado mucho aquella noche y se acostó en la cama, atrayéndola hacia él, hasta abrazarla por detrás.

La frustración embargó a la pobre Allyson.

Dudaba mucho poder dormir sabiendo que era abrazada por Damon y sintiendo la erección de este. Odiaba lo tranquilo que este se encontraba mientras ella trataba de regular su respiración. Notó como la respiración de Damon se volvió lenta y acompasada, señal de que se había dormido, cerró sus ojos y trató de hacer lo mismo, sin éxito. Se quedó mirando el techo, tratando de que la humedad dejara de molestar y de que su sexo dejara de contraerse. Hizo varios ejercicios de respiración y luchó contra pensamientos lujuriosos. Sin embargo, aquella tarea no fue fácil. No al saber que tenía a un hombre atractivo, seductor y sensual abrazándola en ropa interior con una erección dura, que crecía aunque este estuviera dormido. El alcohol en su sistema no cooperaba con la misión y tuvo que resistir el impulso de patalear como una niñita malcriada. Retuvo el gemido de enojo y volvió a cerrar sus ojos.

La nariz del hombre se hallaba pegada en su cuello desnudo y cada vez que este respiraba ella recibía una leve caricia, su brazo izquierdo se aferraba a su cintura con posesión y sus piernas se entrelazaban. No podía siquiera moverse, se hallaba absolutamente atrapada. En ese momento odió haber bebido tanto como lo hizo, porque de lo contrario la situación hubiese sido diferente. Estaría probablemente sudando y recibiendo fuertes estocadas en su sexo por el pelinegro en la penumbra de su habitación y teniendo múltiples orgasmos y sintiendo como posiblemente moría de placer. Respiró fuerte al notar más excitación en su cuerpo por los pensamientos que embargaron su mente, su piel se puso de gallina y la humedad aumentó hasta volverla demasiado resbaladiza, contrajo una y otra vez su entrada, imaginando que el miembro de Damon la acariciaba y empezó a notar como su respiración se agitaba.

¿Acaso tendría un orgasmo sin siquiera tocarse?

Probablemente sí.

Las contracciones aumentaron y tuvo que morder sus labios fuertemente hasta que estos dolieron, para reprimir los jadeos y gemidos que pugnaban en su garganta al sentir como el orgasmo se construía a velocidad de la luz en su interior y apretó su abdomen al mismo tiempo que se vino con fuerza. Se sacudió levemente y sus ojos se apretaron de puro placer al mismo tiempo que sus piernas.

El clímax duró por unos largos segundos más y cuando se tranquilizó pudo notar como sus fluidos la empapaban de forma escandalosa, pero como se hallaba atrapada no pudo ni siquiera pararse para irse a lavar y el cansancio que se adueñó de su cuerpo pudo con ella. En cuestión de pocos minutos el sueño la venció.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora