Décimo octavo capítulo.

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Empujó con sus manos los pies de Allyson, provocando un ruido sordo con los tacones y ganándose un insulto demasiado creativo, incluso para ella.

- Levántate, iremos a desayunar- ordenó poniéndose de pie. Se había dado cuenta de que ella no tuvo suficiente tiempo como para desayunar. Odiaba que alguien se saltara la comida, principalmente ella.

- ¿Quién te dijo que desayunaré contigo?- le preguntó cruzada de brazos.

Él la miró altivo- Eres mi secretaria, trabajas para mí. Por lo tanto...- se acercó a ella, apoyando las manos en los reposabrazos de su silla, mirándola con intensidad- Tienes que hacer lo que yo diga.

Allyson tuvo que respirar varias veces, como había aprendido en las viejas clases de yoga que había tomado, para poder tranquilizarse y no pegarle en su atractivo pero molesto rostro. Simplemente lo empujó para poder pararse y apartarse de él. Caminó hasta la puerta de madera clara, abriéndola.- Vámonos entonces- apremió.

Damon solo la miró y salió de la oficina, halándola para que caminara junto a él y no detrás. La colocó a su lado, aplicando un poco de fuerza, y posó su mano en su espalda baja para encaminarse a la salida. Pasaron el pasillo donde estaba la secretaria, la cual miró con deseo a Damon y con desdén a Allyson.

En cambio, Damon ni siquiera prestó demasiada atención a ella, solo la necesaria para informarle- Kara, iré a desayunar con Allyson, desplaza mis reuniones matutinas. No quiero que me interrumpan- ordenó sin detener su caminar, ni mirarla. Aunque era un admirador de las mujeres, y también un amante apasionado, no le prestaba atención a otra mujer que no fuera Allyson. Solo se veía con sus amantes cuando las ganas de poseer a Allyson surgían.

Ally respiró profundamente al sentir su mano caliente en esa zona. Él hacía que olvidara completamente a Alem, ya ni pensaba en él, e incluso se preguntaba cómo ese niñato llegó a gustarle hasta el punto de llorar por él. En ese instante se sintió asqueada de solo recordar cómo le dolía el pecho al verlo con otras, al creer en sus palabras vacías. Era una ilusa al creer y caer tan fácil en la gente cuando le brindaban una cantidad miserable de afecto.

Estaba tan necesitada de eso, que se desvanecía cuando alguien solo le ofrecía migajas de él.

Gritaba y rogaba interiormente para no caer de nuevo por un hombre, y mucho menos por Damon, a pesar de que se veía como alguien que dejaba las cosas claras, sin tener la necesidad de mentir.

Por alguien como él se caía de forma fácil y rendida. Lo supo desde el instante en que lo vio.

- No tienes que ponerme la mano en la cintura como si no supiera caminar o no supiera cuál es el camino- rezongó apartando su mano- No comprendo la maldita necesidad de los hombres para controlar todo, incluso a las mujeres- puso los ojos en blanco, totalmente fastidiada.

Damon resopló en un risa, volviendo a poner su mano en la espalda baja de Allyson- Y yo no comprendo la necesidad de siempre estar enfurruñada, incluso si no estoy haciendo algo malo- musitó mirando al frente.

- Damon...- refunfuñó exasperada, volviendo a quitar esa mano molesta- Si nos ven así crearán cosas que no son- miró a su alrededor, verificando si alguien miraba la actitud melosa que tenía el nuevo presidente con la hija del director.

- ¿Y cuáles son esas cosas?- curioseó sin rendirse, volviendo a ahuecar su mano en la pequeña cintura de su ángel de cabello dorado.

- Qué tenemos algún romance prohibido- musitó obvia- O que intentas tener algo conmigo.

- ¿Y es mentira eso?- preguntó- No me molesta ni me interesa lo que opinen o piensen de mí los de ésta empresa- se encogió de hombros entrando al ascensor.

- Por supuesto- respondió con ironía, ansiosa por salir de ese cajón metálico. Era demasiado reducido el espacio en donde estaban. Lo que hacía que la tensión en el lugar se sintiera. Damon la sentía, Allyson la sentía.

Él tuvo que respirar profundo y apretar los puños para tratar de tranquilizarse y no abalanzarse contra ella y besarla hasta hacerla desfallecer.

Salieron urgentes del ascensor, ansiosos por escapar de allí, porque ambos sabían que cuando probabas algo y te gustaba, querías más.

Ellos querían más del uno del otro.

Y no poco, sino mucho. Demasiado.


Ya saben si ven errores me dicen para poder editarlo.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora