Trigésima parte.

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– ¿Tienes hambre? Dormiste muchas horas, la hora de la cena pasó hace mucho rato.-Allyson ahogó un bostezo y salió de la cama, pero el frío que sintió la hizo estremecer. Miró hacia su cuerpo, encontrándolo solo cubierto de su ropa interior así que levantó su vista para fulminar a Damon quien también había fijado su vista en el cuerpo de la rubia. – ¿Qué?- preguntó- No fui yo quien te desnudó, tú misma lo hiciste.- dijo abriendo la puerta- Al parecer tenías calor y entre sueño te levantaste de la cama y te quitaste la ropa- se encogió de hombros- Estaba en el escritorio con mi portátil y vi cómo te desvestiste y te acostaste de nuevo.

Allyson se acercó al armario de Damon y tomó lo primero que encontró y se vistió con ello, miró a Damon por unos segundos, pensando en si creerle o no, pero terminó creyendo en él porque sabía que ella solía hacer eso cuando estaba muy cansada.

- Cómo digas...- dijo cruzando por su lado- Si, tengo hambre, mucha...- murmuró, saliendo, pero no era el hambre que Damon pensaba que ella tenía. Cruzó el pasillo, siendo perseguida por Damon, cuando debía de ser al contrario, ya que el lugar era de él. La rubia se puso a zigzaguear por los pasillos hasta que dio con la cocina. Entró con toda confianza a curiosear el refrigerador, vio un paquete de melocotones en trocitos y los sacó para comenzar a comer, mientras era observada por un Damon curioso. Estar allí, ambos con una bata, ella recién despierta, y solos en la cocina, en un lugar intimo, confundía su cerebro, y también la hacia sentir bien. Nunca antes había estado en la casa y en la habitación de alguien solo por estar, generalmente aquello pasaba solo cuando iba a tener sexo con alguno, cosa que no había sucedido entre Damon y ella.

Los breves minutos que se comió aquellos melocotones fríos y jugosos fue observada por Damon, luego abrió de nuevo el refrigerador y tomó un helado de dulce de leche que logró ver al final, como si lo estuviesen ocultando.

- ¿En serio tenías hambre o solo comes por antojo?- preguntó Damon quitándole el bote de helado de sus manos y buscando una cuchara para comenzar a comerlo- Además, si ves que el bote está claramente escondido al final del refrigerador es porque no quiero que nadie lo toque- Allyson lo observó comer del helado con mucha satisfacción, sin creerse que él era del tipo que le gustaban las cosas dulces, más bien asumió que eran de los que les gustaba el café y el té sin azúcar y las cosas saladas.

- ¿Tú? ¿Escondiendo botes de helado?- preguntó divertida, lanzando una risa y arrebatándole el bote para empezar a comer.

- ¿A caso eso te sorprende?- cuestionó viendo como Allyson se sentaba en la encimera, concentrada en la faena de comerse su helado favorito- ¿Qué pensabas? ¿Qué tenía solo licor y ya?

La rubia se encogió de hombros- Es que eres alguien tan amargado que pensé que no comías ni un gramo de azúcar- confesó tendiéndole la cuchara con helado. Damon sonrió de lado y se acercó para comer de la cuchara que Ally le tendió. Estuvieron muy cerca, pero el pelinegro se alejó, buscando respetar el espacio de Allyson para no incomodarla por más que deseaba besarla y meter las manos por la apertura de la bata que se había hecho al sentarse. Allyson respiró profundo, como si estuviese soportando las ganas de abalanzarse hacia él.

« La tentación de Damon» #2 COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora